Muere el ex presidente argentino Ill¨ªa, derrocado por los militares
Arturo Ill¨ªa, de 82 a?os de edad, que fue elegido presidente de la Rep¨²blica Argentina en octubre de 1963 encabezando la candidatura de la Uni¨®n C¨ªvica Radical del Pueblo y derrocado por los militares en junio de 1966, era el ¨²nico presidente civil argentino que no fue ni detenido ni procesado tras su derrocamiento. Su ¨²ltima intervenci¨®n p¨²blica tuvo lugar, el pasado mes de noviembre, en un acto de apoyo a la candidatura presidencial de Ra¨²l Alfons¨ªn.
Arturo Umberto Ill¨ªa, hombre que naci¨® con el siglo, fue el pen¨²ltimo presidente constitucional argentino y, como indica la invariable situaci¨®n econ¨®mica del pa¨ªs desde 1930, fue derrocado por el golpe militar de corte corporativista, en 1966, encabezado por el general Juan Carlos Ongan¨ªa, tres a?os despu¨¦s de comenzar su mandato.Este pacifista nato, al que la oligarqu¨ªa intent¨® destruir simboliz¨¢ndolo con una tortuga, era m¨¦dico y oriundo de la provincia de C¨®rdoba, cuyos destinos rigi¨® como gobernador electo.
La muerte, que le sobrevino por un c¨¢ncer, le sorprendi¨® ocupando su lugar en el m¨¢ximo ¨®rgano de conducci¨®n de su partido, la Uni¨®n C¨ªvica Radical.
Su mandato se destac¨® por la estabilidad econ¨®mica, el desarrollo de la educaci¨®n, la cultura y la sanidad, la inexistencia del estado de sitio y su valiente posici¨®n ante Estados Unidos cuando Washington quiso imponer el env¨ªo de tropas argentinas para la ocupaci¨®n de la Rep¨²blica Dominicana, en 1965. El doctor Ill¨ªa lleg¨® al Gobierno en 1963, con el peronismo proscrito, lo que motiv¨® que la ¨²nica central obrera, CGT, desarrollara duros enfrentamientos contra el Ejecutivo.
El di¨¢logo, por momentos violento, sostenido entre Ill¨ªa y dos militares que fueron a su despacho presidencial a desalojarle es revelador de la calidad de hombre y estadista que debieron enfrentar los golpistas en 1966:
General Alsogaray: "Vengo a cumplir ¨®rdenes del comandante en jefe".
Presidente Ill¨ªa: "El comandante en jefe de las Fuerzas Armadas soy yo. Mi autoridad emana de la Constituct¨®n nacional, que nosotros hemos cumplido y que usted ha jurado cumplir. A lo sumo, usted es un general sublevado que enga?a a sus soldados y se aprovecha de esa juventud que no quiere ni siente eso".
General: "En representaci¨®n de las Fuerzas Armadas, vengo a pedirle que abandone este despacho. La escolta militar lo acompa?ar¨¢".
Presidente: "Usted no representa a las Fuerzas Armadas, s¨®lo representa a un grupo de insurrectos. Usted es, adem¨¢s, un usurpador que se vale de la fuerza de los ca?ones y de los soldados de la Constituci¨®n para desatar la fuerza contra la misma Constituci¨®n y la ley. Usted y quienes lo acompa?an act¨²an como salteadores nocturnos, que, como los bandidos, aparecen de madrugada".
General: "Doctor Ill¨ªa, su integridad f¨ªsica est¨¢ asegurada".
Presidente: "Mi bienestar personal no me interesa. Me quedo trabajando en el lugar que me indica la ley y mi deber. Como comandante en jefe, le ordeno que se retire".
General: "Recibo ¨®rdenes le las Fuerzas Armadas".
Presidente: "El ¨²nico jefe supremo de las Fuerzas Armadas soy yo. Ustedes son los insurrectos. ?Ret¨ªrense!".
Los militares abandonaron el despacho y regresaron unas horas despu¨¦s respaldados por un contingente armado. Fue entonces cuando consumaron su prop¨®sito. Una nueva esperanza democr¨¢tica se desvanec¨ªa, para dar paso a la iluminaci¨®n golpista, que dur¨® siete a?os.
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