Mon¨®logos de madre
"Mi nombre es Carmen Romero de Fontenla, soy espa?ola. Nac¨ª en un pueblo de la provincia de Pontevedra, mi marido era de Villagarc¨ªa de Arosa. Nos vinimos a la Argentina cuando yo ten¨ªa veintitr¨¦s a?os, aqu¨ª naci¨® mi hijo. Mi marido falleci¨® cuando el ni?o era peque?o, entonces empec¨¦ a trabajar como costurera y pude mandarlo a estudiar. Al salir del colegio secundario comenz¨® a trabajar en el Banco de Galicia. Era un chico muy bueno, nunca hab¨ªa militado en ning¨²n partido pol¨ªtico, era joven todav¨ªa. Cuando desapareci¨® ten¨ªa. veinte a?os, fue el 6 de diciembre de 1977. Hab¨ªa salido de trabajar y caminaba junto con unos compa?eros por la avenida Corrientes, en pleno centro de Buenos Aires, ser¨ªan las siete y media de la tarde. En ese momento, seg¨²n me contaron despu¨¦s algunos testigos, varias personas de civil que viajaban en un auto Ford Falcon se bajaron y los detuvieron; desde entonces, nunca supe m¨¢s nada. Hice todas las averiguaciones posibles, present¨¦ como veinte recursos de h¨¢beas corpus, pero me los rechazaron diciendo que no lo pod¨ªan aceptar porque no lo ten¨ªan registrado como detenido. Fui al Ministerio del Interior, y lo mismo. Tambi¨¦n estuve en la Embajada espa?ola y consegu¨ª hablar con un se?or que creo era el secretario del embajador me tomaron todos los datos, y tiempo despu¨¦s me mandaron una carta a m¨ª casa en la que me explicaban que hab¨ªan reclamado en todas partes y que todas las gestiones fueron negativas. Cuando vino el rey don Juan Carlos, yo no pude ir a verlo porque trabajaba todo el d¨ªa, pero incluyeron el nombre de mi hijo en una lista que le entregaron. Tampoco tuve nunca ninguna noticia de esto. Ahora voy a ir nuevamente a renovar la denuncia en la Embajada, pero ya no tengo muchas esperanzas, porque la ¨²ltima vez, el secretario me dijo que, para ellos, mi hijo no era espa?ol, por que hab¨ªa nacido en la Argentina. ?Usted cree que estar¨¢ vivo todav¨ªa? Yo soy espa?ola, no me nacionalic¨¦ argentina, el Gobier no espa?ol me tendr¨ªa que ayudar, ?no?".
Un nieto de espa?oles
"Mi pap¨¢ es gallego, de Pontevedra, se llama Enrique Carballeda. Mi madre es asturiana, se llama Engracia Pontarelo. Los dos est¨¢n vivos, o sea, que mi hijo, aunque yo sea argentina, es nieto de espa?oles. Pero en la Embajada espa?ola no lo reconocen, y en cambio en la italiana s¨ª lo incluyeron en la lista que presentaron, porque por v¨ªa paterna tiene sangre italiana. Mi hijo se llama Rub¨¦n Cerrutti Carballeda, desapareci¨® el 10 de mayo de 1976, cuando ten¨ªa veintitr¨¦s a?os. Llegaron cinco hombres de paisano, armados, e irrumpieron violentamente en mi casa; como mi hijo no estaba, revisaron todo y se quedaron a esperarlo. El lleg¨® seis horas m¨¢s tarde, y entonces le detuvieron; ven¨ªa de la facultad, le faltaban cuatro materias para titularse como licenciado en Econom¨ªa; adem¨¢s trabajaba de empleado. A nosotros nos dijeron que nos qued¨¢ramos tranquilos, que se lo llevaban para declarar nada m¨¢s, que al d¨ªa siguiente fu¨¦ramos a preguntar por ¨¦l al comando primero del Ej¨¦rcito, pero cuando fuimos, nadie sab¨ªa nada. Me dijo un testigo que lo vio en las oficinas de Coordinaci¨®n Federal, que es la polic¨ªa pol¨ªtica, que le hab¨ªan pegado y que com¨ªa muy mal, eso fue a los siete d¨ªas, despu¨¦s nunca m¨¢s tuve informaci¨®n. Mi hijo s¨®lo hab¨ªa tenido una actuaci¨®n sindical que no lleg¨® a concretarse, porque el d¨ªa que sus compa?eros lo iban a nombrar delegado de una f¨¢brica, lo despidieron. ?Pero eso acaso justifica algo? Las Madres de Plaza de Mayo fuimos recibidas por el embajador de Espa?a, entonces era el se?or P¨¦rez Hern¨¢ndez, que fue muy cordial, pero evidentemente no hubo ninguna acci¨®n, ni presi¨®n, ni reclamo al Gobierno. Cuando vino el rey don Juan Carlos, s¨®lo atendi¨® a las madres espa?olas de hijos espa?oles, quiz¨¢ estaba en su derecho, pero en estos casos no se pueden hacer esas diferencias, y menos en un pa¨ªs como el nuestro, donde todos somos de ascendencia mitad italiana y mitad espa?ola. Nosotras sabemos que el rey consigui¨® -liberar a algunos detenidos. Le pido por favor, que trate de hacer comprender todo esto en Espa?a. Hay m¨¢s de 30.000 desaparecidos; ahora estamos registrando nuevas denuncias que no se hab¨ªan hecho antes. El reclamo no es s¨®lo por nuestros hijos, sino por todos los hijos. Yo llegu¨¦ a dec¨ªrselo en la cara al general Harguindehy, que era el ministro del Interior de Videla, incluso le dije que por lo menos en Espa?a se sab¨ªa que las sentencias las firmaba Franco, y le dije en la cara que ellos eran unos cobardes, y ¨¦l me contest¨®: 'Por favor, se?ora, nosotros no tenemos a nadie; su hijo se habr¨¢ ido con alguna chica. Se da cuenta, se?or, ?sabe por qu¨¦ vengo todos los d¨ªas aqu¨ª?, porque tengo otro hijo m¨¢s y no quiero que le pase lo mismo, y para no volverme loca, porque cuando llego a casa y veo la foto de mi hijo no lo puedo soportar; si usted lo hubiera conocido, un chico tan bueno, tan estudioso, ?por qu¨¦ se lo llevaron, por qu¨¦ no me dicen d¨®nde est¨¢?".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.