Los 'actores del cambio'
DESDE EL extremo Norte -Finlandia, Suecia- hasta el m¨¢s o menos irredento Sur -Grecia, Espa?a- se extiende un sistema nervioso que se proclama socialista y, sobre todo, protagonista del cambio. Un t¨¦rmino extraordinariamente feliz para amparar una actitud pol¨ªtica y cotidiana que dif¨ªcilmente se abarca con antiguas doctrinas. Los triunfantes socialistas europeos, un americano y un africano, que son jefes de Estado o de Gobierno en los que se practica o se busca el cambio, se re¨²nen en torno a M¨ªtterrand hoy domingo: Felipe Gonz¨¢lez; el canciller de Austria, Bruno Kreisky; el primer ministro sueco, Olof Palme; el de Finlandia, Kalevi Sorsa; el de la Rep¨²blica hel¨¦nica, Papandreu; el presidente de Bolivia, Siles Zuazo, y el de Senegal, Habib Thiam. Falta la baza importante de Alemania Occidental, con la socialdemocracia actualmente fuera del poder por la defecci¨®n de sus aliados liberales, pero con esperanzas de recuperarlo en las elecciones de marzo. No hay que dejar de anotar con una cierta sonrisa el eterno af¨¢n de protagonismo franc¨¦s en lo que se refiere a ideas y culturas -una constante, pero sin dejar de reconocer lo que se debe a los ,socialistas franceses en materia, por lo menos te¨®rica, de cambio. Son ellos los que han suscitado una reuni¨®n amplia, que ha tenido desde el jueves pasado un car¨¢cter nacional, con el t¨ªtulo de Los actores del cambio, y que se corona este domingo con los ilustres visita?tes extranjeros. Dentro de esa sonrisa cabe tambi¨¦n el curioso sentido clasista por el cual dan la primac¨ªa a los partidos socialistas gobernantes y no a los que est¨¢n en la oposici¨®n. Pero se trata de dar una sensaci¨®n triunfalista o de poder; y, efectivamente, los reunidos tienen hoy en sus manos una parte sustancial de Europa y una capacidad de penetraci¨®n en otros continentes.Desde el punto de vista nacional franc¨¦s, las conversaciones de los actores del cambio han estado reuniendo personas no necesariamente de partido, ni siquiera de ideolog¨ªa marcadamente socialista -como puede ser Simone de Beauvoir, que dedic¨® los ¨²ltimos a?os a los marginales junto a Sartre, o Paul Thibau, director de la revista Esprit, de un cierto catolicismo progresista en algunos momentos-: intelectuales, profesionales, sindicalistas, asociacionistas diversos... Los temas: escuela, mujer, comunicaci¨®n, seguridad-libertad, comercio, artesanado, descentralizaci¨®n, comunidades... Se dise?a as¨ª lo que parece ser la gran ambici¨®n socialista europea y su expansi¨®n mundial: asumir, ponerse delante, dirigir, representar; algo que podemos llamar una din¨¢mica de vida que se ha ido produciendo en Europa como consecuencia de unos factores de acumulaci¨®n cient¨ªfica y t¨¦cnica, de aparici¨®n demogr¨¢fica que ha repartido de manera distinta las clases de edad o de reivindicaciones como las de las mujeres. No se puede decir que el cambio lo hayan producido enteramente ellos (aunque en algunos pa¨ªses se les debe enteramente, como en Suecia); pero s¨ª, por lo menos, que han ocupado un terreno que los conservadores, por falta de puntos de vista m¨¢s amplios y por su eterno miedo a la p¨¦rdida de privilegios, no han sabido utilizar o encauzar. Se trata, sobre todo, de difundir o de ampliar los supuestos beneficios de la era electr¨®nica de forma que no conformen una vez m¨¢s sociedades piramidales, sino horizontales. Con un gran sentido del posibilismo que siempre acompa?¨® en Europa -por lo menos en los ¨²ltimos setenta a?os- a socialistas y socialdem¨®cratas (entre los cuales hay cada vez menos distinciones de.fondo). M¨¢s all¨¢ aparecen los ecologistas, o los verdes, con su, ramalazo ut¨®pico.
La oportunidad socialista en esta v¨ªa es trascendental en un momento de crisis. El desaliento -o desencantode la ca¨ªda vertical de las sociedades de opulencia se representa como un fracaso del capitalismo, que vuelve a aparecer como acaparador de bienes; con ¨¦l se emparenta el centrismo, como fen¨®meno alotr¨¢pido de ese capitalismo conservador (por lo menos, incapaz de penetrar las sociedades europeas, hasta ahora, de los beneficios posibles). El desprestigio del comunismo es paralelo, y con ¨¦l, el de los izquierdismos. Queda esta v¨ªa central por la que transita literariamente Mitterrand, sin que los frutos del poder alcanzado el 10 - de mayo de 1981 se hayan manifestado enteramente. Uno de los organizadores de las jornadas de actores para el cambio no tiene inconveniente en reconocer que la mayol- parte de los franceses siguen siendo espectadores en lugar de actores. Est¨¢ pasando en toda Europa, quiz¨¢ con la excepci¨®n sueca, donde el protagonismo ciudadano es mayor, pero que ha tenido en la oposici¨®n a Olof Palme hasta hace unos meses.
La propuesta a Am¨¦rica es extraordinaria (Felipe Gonz¨¢lez, dentro de la Internacional Socialista, tiene alta responsabilidad en ese ¨¢rea) como f¨®rmula para acabar con su eterna tirantez entre golpismo-revolucionarismo y como una v¨ªa nueva. No parece que las circunstancias dram¨¢ticas de muchos de sus pa¨ªses y el peso de Estados Unidos sobre ellos sea muy favorable para la instrumentaci¨®n del cambio.
No todo, de todas maneras, es felicidad en la familia de los gobernantes socialistas. Algunos prueban d¨ªficultades graves en el interior -Finlandia, el boliviano Siles Zuazo, que est¨¢ viendo su coalici¨®n gubernamental rota-; otros -Felipe Gonz¨¢lez- tratan de remontar la herencia; las tienen entre s¨ª: Francia y Espa?a no acaban de resolver sus ¨¢speros problemas de vecindad, y se atribuye a las conversaciones entre Mitterrand y Vogel (candidato socialista en las elecciones alemanas) una tirantez considerable en -torno al atlantismo (es la primera vez en la historia que Francia reprocha a. Alemania su pacifismo).
El problema m¨¢s dif¨ªcil que tienen los socialistas en el poder es el de que no se amparan ya, precisamente, en una ideolog¨ªa m¨¢s o menos elevada y prometedora de para¨ªsos, sino en un cambio inmediato y real: es decir, en algo que cada ciudadano tiene que notar por s¨ª mismo y que est¨¢ en derecho de exigir -derecho que se le ha dado con la papeleta de voto- una me ora inmediata; incluso con cesiones materiales cuando puede comprender que tiene el sentido de hacerlas, pero con ganancias en materia de`costumbres, libertades, convivencia o seguridad. Los socialistas witienen ya derecho de ofrecer un mundo para ma?ana, sino una realidad para hoy mismo: han apostado a eso.
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