Una 'Sinfon¨ªa fant¨¢stica' casi nueva, pero eterna
El binomio Orquesta Sinf¨®nica de Londres-Claudio Abbado es una conjunci¨®n de orquesta y director cuyas caracter¨ªsticas de perfecci¨®n, compenetraci¨®n y autenticidad interpretativa y brillante muy dif¨ªcilmente pueden ser parangonables en la actualidad.El maestro italiano alguna vez se ha referido de la incre¨ªble flexibilidad de la Sinf¨®nica de Londres para pasar de unos autores a otros, claro est¨¢ que siempre dentro de unos m¨¢rgenes caracter¨ªsticos, inconfundibles, de redondez, homogeneidad y empaste.
Si convenimos en que, dada la cantidad de eventos musicales a los que podemos asistir, es l¨®gico que la memoria sea exigente y selectiva y,en consecuencia, se difuminen en ella hasta conciertos muy buenos, se valorar¨¢ lo que el comentarista quiere expresar al decir algo tan simple como que este concierto fue inolvidable. La formidable personalidad interpretativa de Abbado y la Sinf¨®nica londinense lograron que la Fant¨¢stica fuera seguida como una composici¨®n que (?todav¨ªa!) ten¨ªa detalles sonoros que revelar. Concebida con la m¨¢xima carga imaginable de tensi¨®n expresiva, la versi¨®n posey¨® adem¨¢s lo que tantas veces se relega en aras del desbordamiento pasional, es decir, rigor y claridad.
Rapsodia sobre un lema de Pagan¨ªni (Rachmaninof) y Sinfon¨ªa fant¨¢stica (Berlioz)
Cecile Licad, Piano. Orquesta Sinf¨®nica de Londres. Director: Claudio Abbado. Teatro Real, 24 de enero de 1983.
La perfecta planificaci¨®n sonora permiti¨® escuchar, incluso diferenciar, todos y cada uno de los hilos que forman el tupido tejido de la partitura berlioziana. Unas versiones envuelven al oyente; otras le dejan fuera, ya sea admirado o aburrido; con ¨¦sta estuvimos dentro, pero l¨²cidos a la vez. Lo dicho: inolvidable.
Presentaci¨®n de Cecile Licad
En la primera parte asistimos a la presentaci¨®n en Madrid de la joven pianista filipina Cecile Licad, que hizo la Rapsodia de Rachinaninof con total suficiencia t¨¦cnica y excelente l¨ªnea musical, mostrando una finura para el matiz que puede distinguirla entre tantos pianistas como surgen continuamente con capacidad para vencer sin aspavientos las dificultades de ejecuci¨®n de las obras m¨¢s complicadas. Su fulgurante carrera, que le ha llevado ya, a sus veinti¨²n a?os, a colaborar en conciertos sinf¨®nicos con varios de los m¨¢s importantes maestros del presente, parece estar bien justificada. Obvio es decir que goz¨® de un acompa?amiento perfecto.
Las dos partes del concierto tuvieron ap¨¦ndice en sol menor desatados los clamores del p¨²blico, Cecile Licad ofreci¨® la Balada Op. 23, de Chopin, y Abbado, la m¨¢s popular de las Danzas h¨²ngaras de Brahms. Tengo la impresi¨®n de que, despu¨¦s de la Fant¨¢stica, la propina no hizo sino precipitar el final de la sesi¨®n.
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