Enciendo mi vela en el entierro
Ahora que la tempestad ha amainado, los ataques van disminuyendo, los insultos apenas se oyen y hasta las voces sensatas se callan; ahora, con el escenario vac¨ªo y las luces de las candilejas apagadas, quiero decir unas palabras sobre el anticatalanismo de Francisco Umbral. Para evitar equ¨ªvocos o que alguien me llame zapatero y me env¨ªe a mis zapatos, me he hecho, antes de ponerme a escribir, una prueba de sangre. No era, ?ay!, tan azul como esperaba: a trav¨¦s del cristal de la jeringa la he visto roja, de un descarado color rojo.Pero era, eso s¨ª, catalana. Muy catalana. El certificado afirma que los cuatro primeros apellidos de mis cuatro abuelos son catalanes. Como en el Tenorio, aqu¨ª sumo diecis¨¦is. Muchos son, aunque dos de ellos est¨¦n repetidos, por mor de aquella antigua costumbre, entre familias conocidas, de emparentarse con ellas.
Soy, pues, catal¨¢n por los cuatro costados, y catal¨¢n de origen y de ejercicio, aunque no guste, por pudor, de exhibir medallas
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de sufrimiento por la patria. Asumo, y he asumido siempre, mi catalanidad con orgullo y, a veces, con riesgo y hasta con tristeza, como los negros su negritud, como los jud¨ªos su hebra¨ªsmo.
Tras este pre¨¢mbulo, quiz¨¢ no necesario, vamos a los hechos. Umbral, en un art¨ªculo publicado en este peri¨®dico el ¨²ltimo d¨ªa del a?o pasado, con el t¨ªtulo de Jordi Pujol, califica a ¨¦ste con bastante dureza. Opina que "Catalu?a, que est¨¢ en su gran momento paisano de expansi¨®n y difusi¨®n, con las nuevas libertades espa?olas, no ha encontrado el hombre que abandere todo eso con dignidad y la audacia hist¨®rica que su comunidad requiere". Cita m¨¢s adelante seis o siete apellidos de pensadores, arquitectos y ensayistas, en una lista no exhaustiva, que olvida evidentemente muchos nombres (el m¨ªo, Paco, por ejemplo), pero que rezuma amor a los amigos y amor a Catalu?a: "Tengo escrito que, si hoy se piensa en Espa?a, quien piensa es Catalu?a, y me parece dif¨ªcil encontrar fuera de Barcelona pensadores...". Y termina Umbral su escrito sentenciando que "Catalu?a, tan imaginativa, no cabe en un banquero sin imaginaci¨®n".
Por ning¨²n lado aparece en el texto de Umbral ataque alguno a Catalu?a, a no ser que se entienda que criticar al se?or Pujol es insultar a Catalu?a, lo que pondr¨ªa en evidencia una peligrosa megaloman¨ªa, una esquizoide identificaci¨®n de Catalu?a y Pujol. Decir "Catalu?a soy yo" es, quienquiera que lo diga, una solemne majader¨ªa.
Parece que los amigos del actual presidente de la Generalitat, y ¨¦l mismo, soportan mal las cr¨ªticas, carecen del sentido del humor, que es, al fin y al cabo, tener conciencia de la relatividad de las cosas y, desde luego, de las cr¨ªticas.
En varias ocasiones el se?or Pujol intent¨®, sin ¨¦xito, eliminar de EL PA?S a alg¨²n redactor cr¨ªtico e independiente porque "se met¨ªa con ¨¦l", aunque luego no tuvo empacho en ponerlo a su servicio. Segu¨ªa con ello la astuta t¨¢ctica de Franco, expresada en su afirmaci¨®n de que a los tontos los enga?aba y a los listos los compraba. M¨¢s inteligente, desde luego, que la de su alcalde de Sevilla, el marqu¨¦s de Contadero, que, molesto porque alg¨²n concejal le llevaba la contraria, coment¨® que "si se pon¨ªan tontos, les quitaba el pienso".
Sobre alguno de los amigos del se?or Pujol, que, cual nuevo Godofredo de Bouillon del pujolismo, ha partido en cruzada santa, es mejor correr un tupido velo. No se puede caer en la f¨¢cil tentaci¨®n de hacer juegos de palabras con el apellido de Umbral refugi¨¢ndose en la roca de una altaner¨ªa oportunista. Ni tampoco pedir el boicoteo a EL PA?S y a Diario 16 buscando el monopolio de la Prensa.
Catalu?a es mucho m¨¢s que Pujol, la Banca Catalana, Convergencia Democr¨¢tica, el Bar?a de N¨²?ez, Avui, las movilizaciones populares para salvar las desastrosas gestiones o las cuestiones para acabar, equivocadamente, las obras de la Sagrada Familia de Gaud¨ª -por cierto, con el divertido y pornogr¨¢fico esl¨®gan de "entre todos la haremos crecer"-. Y no s¨®lo Catalu?a es mucho m¨¢s que todo eso, sino que, adem¨¢s, no es eso. Catalu?a es desmesura mediterr¨¢nea, es genialidad, es Pau Casais, es Dal¨ª, es Pla, es T¨¢pies, es Gaud¨ª sin retoques ni a?adidos. Porque una cosa es Catalu?a y otra bien distinta es la peseta. Servir a Catalu?a no es servirse de ella.
Ni el mismo Tarradellas, que representaba el restablecimiento y la normalizaci¨®n de la legitimidad hist¨®rica de Catalu?a, os¨® decir que quien a ¨¦l ofend¨ªa, a Catalu?a atacaba. Y nos reir¨ªamos a mand¨ªbula batiente si Su¨¢rez, Calvo Sotelo y, ahora mismo, Felipe Gonz¨¢lez denunciaran como maniobra antiespa?ola las cr¨ªticas que se les formulan constantemente y, a veces, injustamente.
El hecho de que la irritaci¨®n de los partidarios de Pujol sea contra Umbral y EL PA?S a?ade una nota m¨¢s rid¨ªcula a la an¨¦cdota. Umbral es un escritor como la copa de un pino al que le gusta provocar, como a todo buen dandi (bien est¨¢n Alex, Luis del Olmo, Luis G¨®mez, Casado y Giralt, estupendos profesionales todos ellos, pero, Paco, ?por qu¨¦ metes en el infierno, en el mismo infierno, al adorable y fr¨¢gil Loco de la Colina, a Encarna, a Jos¨¦ Mar¨ªa Garc¨ªa? No caigas en un elitismo andr¨®geno, please). Su misma facilidad es ya una provocaci¨®n peligrosa, aunque bien es cierto que en pocas ocasiones le hace cornudo. A veces es tan esperp¨¦ntico como Valle; otras, tan caricaturesco como Peridis; las m¨¢s, intimista, personal e intransferible. No viola el lenguaje, porque sin amor saldr¨ªan hijos feos. Lo acaricia, lo ama, lo mima. Y as¨ª consigue uno de los castellanos m¨¢s hermosos que existen.
Pienso que a Umbral lo que m¨¢s le ha molestado de los ataques recibidos es su sintaxis. Chamfort cuenta que Beauz¨¦e, profesor de gram¨¢tica francesa y pulcro escritor, sorprendi¨® a su mujer encamada con un alem¨¢n. Este, confuso, no atin¨® a decir m¨¢s que: "Ya le dec¨ªa, se?ora, que era tiempo de que me vaya". Beauz¨¦e, lleno de ira por la penosa construcci¨®n de la frase, grit¨®: "Se dice era tiempo de que me fuera, se?or, nunca de que me vaya". Y lo otro ya no ten¨ªa importancia.
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