Walter Cronkite, pionero del periodismo radiotelevisivo y su 'n¨²mero uno' durante casi cuarenta a?os, visita Espa?a
Hace dos a?os se retir¨® como locutor del telediario de la noche Walter Cronkite, se?alado por las encuestas de opini¨®n p¨²blica como "el hombre m¨¢s fiable de Estados Unidos". Desde entonces, "el t¨ªo Walter" ha podido gozar bien poco de su retiro, pero siguesiendo tan fiable como siempre. Cuando lleg¨® ayer al aeropuerto de Barajas, los primeros en fiarse eran tres j¨®venes norteamericanos de la secta Hare Krishma. "Nosotros crecimos con Walter Cronkite", le dijeron. "Me alegro", contest¨® Cronkite con sinceridad. El les estrech¨® la mano. Ellos le regalaron un libro de su profeta.
Cronkite, de 66 a?os, viene a rodar parte de un documental sobre las profec¨ªas y la realidad de 1984, el libro de George Orwell que preve¨ªa un mundo donde el pensamiento y las emociones estar¨ªan controlados por el todopoderoso Estado. Aparte de explicar las experiencias de Orwell en la guerra civil espa?ola, donde se desarrollaron muchas de sus creencias anti-dictatoriales, el programa presentar¨¢ una demostraci¨®n pr¨¢ctica del doctor Jos¨¦ Manuel Rodr¨ªguez Delgado, investigador en el control del comportamiento, quien implanta electrodos en los cerebros de toros bravos para guiar sus movimientos.Aunque ¨¦l ser¨ªa el primero en negarlo, casi igual influencia -para bien- lleg¨® a ejercer Cronkite en los norteamericanos durante veinte a?os como presentador del telediario de la noche de CBS News. Explic¨® las noticias del d¨ªa con tal sinceridad y honestidad que el espacio casi siempre ocup¨® el primer puesto de audiencia entre las tres emisoras comerciales. Goz¨® de tanto prestigio y credibilidad que antes de los ¨²ltimos comicios hasta se le consider¨® como un serio candidato para la presidencia.
"Desde luego, la televisi¨®n ha llegado a ser una influencia muy poderosa en la vida pol¨ªtica", se?al¨® ayer Cronkite. "Es una poderosa arma del presidente que sabe usarla". Pero Cronkite estima que esto siempre ha pasado con los medios de comunicaci¨®n. Lo que s¨ª le preocupan son los breves spots publicitarios de los partidos pol¨ªticos. "Aqu¨ª s¨ª se debe pensar seriamente en abolirlos o en cambiar su uso", explic¨®. "Ser¨ªa dif¨ªcil, porque se podr¨ªa interpretar como una amenaza contra la libertad de expresi¨®n, pero lo que no se puede hacer es vender a un candidato como una marca de jab¨®n".
Cronkite tambi¨¦n ve como natural la feroz competencia entre las tres emisoras privadas en Estados Unidos, competencia que para algunos observadores quita seriedad y calidad a los programas.
"Esta competencia siempre ha existido en la Prensa", afirma. "Hasta es provechosa, estimula a las cadenas para hacer lo mejor posible". Pero avisa contra basarlo todo en cifras de audiencia e ingresos publicitarios. "Tiene que haber cadenas que defiendan la calidad, igual que lo hacen peri¨®dicos como el New York Times". Cronkite no puede aceptar los monopolios estatales de la televisi¨®n europea. "No hay competencia y sin competencia un Gobierno puede suprimir una noticia".
De momento, Cronkite ha dejado esta competencia diaria, o por lo menos as¨ª pensaba cuando en marzo de 1981 present¨® su ¨²ltimo telediario. "Pero desde entonces casi he estado m¨¢s ocupado que nunca", dice. "Ha sido un retiro muy poco retirado". Ha presentado, una irriportante serie sobre temas cient¨ªficos y tecnol¨®gicos y ha hecho varios documentales, este ¨²ltimo sobre Orwell.
No es la primera vez que visita Espa?a. "Vine a entrevistar a Franco", dice Cronkite. "Era a fines de los a?os cincuenta o a principios de los sesenta, no me acuerdo". Tambi¨¦n vino para reportajes sobre las bases americanas, para la visita de Nixon, para una audiencia con el Rey Juan Carlos, "quien me impresion¨® mucho".
Y desde que dej¨® su telediario, Cronkite ha pasado mucho tiempo escribiendo y dando conferencias y recibiendo galardones que muestran su prestigio en los medios de telecomunicaci¨®n. Poco tiempo ha tenido para gozar de su elegante mansi¨®n en Manhattan o su barco o su casa de veraneo en Martha's Vineyard, isla de recreo de los norteamericanos m¨¢s ricos y poderosos.
Pero Cronkite todav¨ªa sigue de cerca la televisi¨®n. Cree detectar un leve declive de calidad, o por lo menos un cambio de orientaci¨®n, de los espacios telediarios: un mayor ¨¦nfasis en reportajes a costa de las noticias "duras". Tampoco parece haberse resignado a estar fuera de esa vida tan ajetreada.
"Es curioso", observa con algo de nostalgia. "Te enteras de las noticias y te parece extra?o no estar redact¨¢ndolas o edit¨¢ndolas o present¨¢ndolas, no tomar esas decisiones. Yo he pasado la mayor parte de mi vida junto a los teletipos".
?Y cu¨¢l fue el secreto de su ¨¦xito?
"No s¨¦", contesta. "Siempre se me pregunta eso y nunca s¨¦ contestar. Tal vez el haber presentado las noticias de una manera directa y sincera, nada rn¨¢s". El hombre, que fue el primer superstar de los telediarios dice estar en contra de este enfoque, pero reconoce que el presentador como figura popular -su longevidad- tal vez ayuda a crear la confianza del espectador.
"Yo fu¨ª como un peri¨®dico que lees todos los d¨ªas: la misma tipograf¨ªa, la misma compaginaci¨®n".
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