Los Aleas eran una hermosura
Musculosos, cuajados, armados, astifinos, c¨¢rdenos, guapos eran los Aleas; bravos y nobles tambi¨¦n. Y uno no es de piedra. De manera que en las primarias de Valdemorillo salimos enamorados de los Aleas, a los cuales anta?o mortificaba la afici¨®n con la apostilla ni los veas, pero estos son otros tiempos, y adem¨¢s de cambio.El ganadero, colmenare?o como sus pupilos, se escond¨ªa por los tendidos de sol, embutido en zamarra guateada y r¨²stica, pero el p¨²blico le descubri¨® cuando arrastraban al quinto toro y le aplaud¨ªa.
Principalmente se lo deben los toreros que participaron en el festejo inaugural de la feria, porque dispuso para ellos materia mollar con la que pod¨ªan lucir sus h¨¢bilidades. T¨¦cnica y arte ten¨ªan, en los Aleas musculosos, cuajados, ar mados, astifinos, c¨¢rdenos, bravos y nobles, el mejor acomodo, y m¨¢s de un torero entre los muchos que asist¨ªan al espect¨¢culo habr¨ª¨¢ dado algo porque le dejaran saltar a la arena.
Plaza de Valdemorillo
30 de enero. Primera de feria. Toros de Manuel Garc¨ªa-Aleas, con trap¨ªo, que dieron juego. Pepe Pastrana. Dos pinchazos y estocada corta (silencio). Estocada corta tendida y once descabellos (silencio). Pepe Luis Vargas. Estocada ca¨ªda (oreja). Estocada corta ca¨ªda (dos orejas). Abelardo Granada, que tom¨® la alternativa. Buena estocada (palmas). Estocada contraria y cinco descabellos (aplausos).
Pues, a salvo Pepe Luis Vargas, donde deb¨ªa haber t¨¦cnica y arte, pon¨ªan baile y vulgaridad. En muchas ocasiones Vargas con el capote, en menos con la muleta, aplic¨® a los bonitos toros la lidia adecuada, acompa?¨¢ndola de valor, variedad, alegr¨ªa y ese sentido de la distancia y del temple que perfeccionan el toreo bueno. Abelardo Granada y Pepe Pastrana, en cambio, empleaban monoton¨ªa e indecisi¨®n, quiz¨¢ acentuados porque este comienzo de temporada en enero les cog¨ªa con el cuerpo a¨²n aterido del g¨¦lido p¨¢ramo que fue para ellos la temporada anterior.
Es lo m¨¢s importante, sin embargo, que en las primarias de Valdemorillo se haya visto el toro en su hermosa plenitud, incluidas cornamentas, que ten¨ªan el desarrollo natural y a casi todas se las advert¨ªa astifinas. Cuando los Aleas derrotaban en las barreras produc¨ªan una inquietante trepidaci¨®n en los tendidos, que alertaba al cotarro, y a todos les dio por hacer la O sobre la O de Oc¨®n, constructor de la placita, que se anunciaba en un buriadero. Las astas taladraban los maderos como si fueran de panderete (a lo mejor lo eran) y aunque alguno de los ejemplares no pudo sustraerse a la perniciosa invalidez, tan habitual ¨²ltimamente en la fiesta, todos mostraron fachada, casta e inequ¨ªvoco comportamiento de toros de lidia, enteros y verdaderos.
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