D. W. Griffith: actualidad de un pionero
En 1929 declaraba Eisenstein, el m¨¢s genial director del cine sovi¨¦tico: "No me gustan mucho los dramas de Griffith, al menos el sentido de su dramaturgia. Todo reposa en ¨¦l en conceptos atrasados. Es la ¨²ltima expresi¨®n de una aristocracia burguesa en su apogeo e iniciando su declive. Pero es el Dios padre. Ha creado todo, ha inventado todo. No hay un cineasta en el mundo que no le deba algo. Lo mejor del cine sovi¨¦tico ha surgido de Intolerancia. En cuanto a m¨ª, yo le debo todo".Treinta y seis a?os m¨¢s tarde, en 1965, Orson Welles escribi¨®: "Nunca he odiado realmente a Hollywood, a no ser por el trato que dio a D. W. Griffith. Ninguna ciudad, ninguna industria, ninguna profesi¨®n ni forma de arte deben tanto a un s¨®lo hombre. Todo director que le ha seguido no ha hecho m¨¢s que eso: seguirle. Hizo el primer primer plano y movi¨® la c¨¢mara por primera vez. Pero fue m¨¢s que un padre fundador y un pionero, ya que sus obras perduran con sus innovaciones. Las pel¨ªculas de Grifrith est¨¢n hoy mucho menos viejas de lo que estaban hace un cuarto de siglo".
La sombra del gran patriarca
A la sombra de este gran patriarca fundador se ha convocado en Par¨ªs a una treintena de historiadores del cine de todo el mundo, desde Eileen Bowser (directora de la filmoteca del Museo de Arte Moderno de Nueva York) hasta los historiadores franceses Jean Mitry y Marc Ferro, para llevar a cabo una reflexi¨®n conjunta y un balance de las aportaciones de un hombre que, si no fue exactamente el inventor del lenguaje del cine, fue por lo menos su sistematizador y su codificador.
Bajo el patrocinio de la Universidad de Par¨ªs I, del Museo de Arte Moderno de Nueva York y de los ministerios franceses de Cultura y de Asuntos Exteriores, los historiadores reunidos en Par¨ªs intentaremos clarificar y evaluar la obra de una personalidad tan rica como David Wark Griffith, quien por su origen sudista y por sus avatares familiares abraz¨® y exalt¨® la causa del racismo antinegro en su epopeya El nacimiento de una naci¨®n(1915), provocando una polvareda a escala nacional, pero que se defendi¨® a continuaci¨®n contra cr¨ªticos con el gigantesco alegato universalista y acronol¨®gico de Intolerancia (1916), obra impregnada del humanismo liberal de la francmasoner¨ªa, a la que Griffith pertenec¨ªa.
Este personaje singular, que debut¨® en el cine como actor avergonzado, ocultando su identidad con un seud¨®nimo, era un producto t¨ªpico de la cultura victoriana y de la sensibilidad melodram¨¢tica finisecular, pese a lo cual Len¨ªn rindi¨® su entusiasmo ante una proyecci¨®n privada del filme Intolerancia, en los duros a?os del bloqueo a la URSS, y la hizo importar y difundir en su pa¨ªs, sin saber que de aquella semilla nacer¨ªa toda la escuela sovi¨¦tica del montaje cinematogr¨¢fico.
Heredero de la tradici¨®n de Dickens, toda la obra de Griffith se construy¨® sobre las estructuras del melodrama, incluidos sus filmes considerados hist¨®ricos o sociales, en los que aparecen puntuali:nente sus fr¨¢giles hero¨ªnas rubias, vestidas de blanco, cuya ?nocencia es perseguida con sa?a por perversos villanos de gesto torvo. En su saga sobre la guerra civil de El nacimiento de una naci¨®n, los malvados fueron negros o mulatos, pero en otras ocasiones fueron bandidos blancos, que eran finalmente vencidos por hombres valerosos relacionados con la heroma en peligro con un v¨ªnculo socialmente legitimado: marido, padre, herinriano o novio. A diferencia de los negros, los indios norteamericanos fueron vistos con simpat¨ªa por Griffith, quien los mostr¨® como personajes nobles y pac¨ªficos, en una perspectiva opuesta a la de los posteriores westems de Hollywood.
Y su imagen tierna y rom¨¢ntica del chino protagonista de El lirio roto (1919), en casta relaci¨®n amorosa con la maltratada Lillian Gish, fue un contrapunto al racismo sexual de El nacimiento de una naci¨®n y una excepci¨®n clamorosa a la imagen colonialista del peligro amarillo, que tan bien representaron los seriales de Pearl White y el perverso doctor Fu Manchu, creado poco antes por el novelista Sax Rohmer (1913).
Inventor del docudrama
En lo que concierne a sus grandes reconstrucciones hist¨®ricas, Grifrith rebas¨® las realizaciones grandilocuentes del cine italiano primitivo, y el rigor escenogr¨¢fico de algunas de sus evocaciones anunci¨¦ las obras maestras de Stroheim. El verismo de los acontecirnientos hist¨®ricos, mostrados por este inventor del docudrama en filmes como El nacimiento de una naci¨®n, proporcionaba a los espectadores un marco realista que serv¨ªa para autentificar las peripecias privadas (e inventadas) de sus h¨¦roes individuales.
Hoy sorprende leer que a sus patronos de la Biograph les disgustaban los atrevimientos expresivos de Griffith, como el uso del primer plano, que hac¨ªa aparecer a los actores sin cuerpo, "como si estuviesen nadando". Pese a tales incomprensiones, con unas cuatrocientas pel¨ªculas a sus espaldas, Griffith vertebr¨® el modelo de una narrativa ?c¨®nica, basado en el dinamismo: en la ubicuidad del punto de vista de la c¨¢mara y en el pancronismo de los acontecimientos mostrados.
El cine narrativo posterior a ¨¦l se ha limitado simplemente a perfeccionar y a pulir aquel modelo cl¨¢sico y aquellos hallazgos del fundador de un arte, que muri¨® en 1948 en Hollywood, s¨®lo y olvidado por la industria que hizo posible: con sus obras.
Babelia
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