Verstryngre
A la hora -tempranera- de escribir esta columna, entre un whisky tostado y unos optalidones cosecha / 75, que fue la del optimismo, uno no est¨¢ seguro de que Jorge Verstrynge haya sido designado por Fraga como candidato a la alcald¨ªa de Madrid. Quienes confunden la semiolog¨ªa con el altruismo s¨ª que est¨¢n seguros.Pero ha pasado por Madrid Umberto Eco y debemos respetar la semiolog¨ªa, la semi¨®tica, los dichos y los hechos, entre otras cosas porque, cuando se cree que la semiolog¨ªa con sangre entra, lo que se hace es un didactismo sangriento. Lo que s¨ª es cierto es que, designado o no, Verstrynge ha tomado en la mente de Fraga, en alg¨²n momento, la figura de candidato a la alcald¨ªa, de oponente hispanobelga y jovenzano a Tierno Galv¨¢n, el hombre que se anticip¨® a su estatua.
He dicho "candidato" y no "alcalde". Porque mis or¨¢culos interiores, que hablan en n¨²meros, como a Jean Cocteau los or¨¢culos griegos, me dicen que don Manuel pretende, o pretend¨ªa, alejar de s¨ª al hermoso segund¨®n o Cara de Plata, sepultarlo en el pante¨®n municipal o, en todo caso, abrasarlo en una campa?a electoral dificil, dura, compleja, cuya improbable gloria no merece la pena. ?Y por qu¨¦ iba a pretender Fraga distanciar o abrasar a su m¨¢s brillante, joven e inmediato seguidor? Por eso, por eso. Fraga sabe que ha pasado su gran momento, que a partir de ahora s¨®lo le esperan distanciados momentos de esplendor, m¨¢s casuales que causales.
Lo admite incluso en las conversaciones: "Estoy dando paso a los que vienen detr¨¢s". Pero dar paso a los Verstrynge / boys hacia una campa?a municipal y espesa de dificultades supone, o un error t¨¢ctico de don Manuel o un impl¨ªcito "tambi¨¦n t¨², Bruto, hijo m¨ªo", en este caso sin interrogaciones.
Se dir¨ªa que quiere otorgar a sus v¨ªrgenes la palma del martirio y verles morir cantando, en respuesta a las Juventudes Socialistas, que levantan el pu?o con Solana (lo cual cabrea a los auspiciadores apocal¨ªpticos e integrados que no han le¨ªdo a Eco y, por tanto, le hacen a los signos una lectura guerracivilista y no civilizada). O en respuesta a las Juventudes Obreras Cat¨®licas, JOC, que en el cuarenta?ismo s¨®lo jugaban al parch¨ªs y que ahora me escriben mucho y acaban de levantar, si no el pu?o, s¨ª la mano de la acusaci¨®n contra los obispos que les trapichean, seg¨²n ellos mismos han denunciado. Se ha dicho mucho, refiri¨¦ndose a los partidos revolucionarios y de izquierda, que est¨¢n gerontocratizados (a ver si un d¨ªa de ¨¦stos; almuerzo con el jovenc¨ªsimo Gerardo Iglesias, hombre, que lo tenemos pendiente), y si eso fuera cierto, hay que pensar que los partidos conservadores y de derecha, AP primero y principal, sufren y ejercen a¨²n mayores resistencias l¨®gicas y biol¨®gicas contra la "llegada de los dioses", que dir¨ªa Buero Vallejo.
Uno apenas es frag¨®logo, o sea, que he estudiado la figura de Fraga s¨®lo relativamente, pero me parece un ganivetiano de derechas, as¨ª como de Su¨¢rez tengo dicho que es balzaciano: el inteligente y agudo Senillosa le llamaba a Su¨¢rez "stendhaliano", el otro d¨ªa, por la tele: viene a ser lo mismo, mejorado. Lo que viene haciendo Fraga en Espa?a son los trabajos de P¨ªo Cid, s¨®lo que contra P¨ªo Baroja y el liberalismo barojiano. Ahora, al le¨®n en invierno le acosan el neolerrouxisino de derechas (no necesariamente catal¨¢n: hay un Lerroux peque?ito en cada loapilla), el izquierdismo ducal de Su¨¢rez y la "reserva espiritual" de Carrillo (con perd¨®n de Gibson). El presidente Gonz¨¢lez ha tenido la sutileza exquisita de consagrar a Fraga como jefe de la leal oposici¨®n. Toda consagraci¨®n es un secuestro. Fraga lo ha advertido tarde y, como salvaci¨®n, recurre a una f¨®rmula que daba el aludido Ganivet: echar uno de sus hijos a los lobos para salvar el trineo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.