Les Luthiers, las m¨¢scaras de Tal¨ªa
Supieron muy bien los griegos cu¨¢l era el papel de la comedia, y no calzaron a su musa con el alto y digno coturno tr¨¢gico, sino con llanas sandalias. Les Luthiers, seis showmen argentinos, que inauguraron espect¨¢culo el jueves por la noche en el Alcal¨¢ Palace de Madrid, son un poco como Tal¨ªa. Impecables y espl¨¦ndidos en la voz y en el gesto, calzan siempre sandalia. Uno los ve con inter¨¦s, pero despu¨¦s de consumido el helado de vainilla se pregunta ?qu¨¦ queda? Bien poco, sin duda. En lo que, a lo mejor, radicaba todo el misterio.Les Luthiers hacen con su nuevo espect¨¢culo, Mastropiero que nunca, una refinada parodia de las actitudes embaradas, muertas, del mundo de la m¨²sica. Los gui?os son cont¨ªnuos. Johan Sebastian Mastropiero es un insigne compositor cuya vida se nos va relatando, con altos para escenificar -los seis componentes del conjunto- sus temas, con alg¨²n a?adido esp¨²reo. Desde la m¨²sica de banda sonora sobre la vidad -rancia- en una protot¨ªpica universidad yanqui, hasta el canto heroico sobre la aventura americana, poema sinf¨®nico de Mastropiero sobre el "adelantado" Rodrigo D¨ªaz de Carreras, que da pie a una espl¨¦ndida recreaci¨®n de los ritmos latinoamericanos, asistimos en un show sin interrupci¨®n, a una parodia de lo "establecido", que ocasionalmente se acerca a la s¨¢tira ben¨¦vola, que nunca es burla genial, y cuya misma perfecci¨®n de forma deja como un cierto vac¨ªo...
S¨®lo en un cuadro presenciamos a un "alter ego" mexicano de Mastropiero, un tal Robirosa, creador de m¨²sica de mariachis, que resulta una cumplida s¨¢tira de la ranchera. Dos "cuates" cantan a Mar¨ªa Lucrecia, y la fogosidad es tal que uno, al acabar, la pega un tiro. "Pues no deb¨ªa valer tanto la chica", concluyen, "cuando se ha muerto".
Bonito es el n¨²mero del music hall americano, o el de la paulatina degradaci¨®n de un aria de gran ¨®pera -Ariadna y Teseo- a la trivialidad de una canciocilla de moda. Notable es asimismo la parodia de Shakespeare (llamado Shakehands)_con su rebete social -rey y juglar- pero sin drama. El laudista traslada las palabras, la canci¨®n del rey a su amada, y en la traslaci¨®n las confunde y pone en solfa...
El show musical de Les Luthiers es evidentemente culterano, y desde luego est¨¢ ejecutado con maestr¨ªa. Pero en lo meramente formal abusan (a mi gusto) de los gags mudos, al modo del cine de los a?os veinte, y su misma impecabilidad, por otra parte, les quita llama. No importa insistir: Hacen una maravillosa parodia, son buenos m¨²sicos y buenos actores, pero falta garra. La parodia no es "nueva cocina". Para que funcione necesita salsas fuertes, mucha especia y alg¨²n picante. Nada de eso hay en Mastropiero que nunca, por lo que s¨®lo podr¨¢n re¨ªrse a gusto (pese a la calidad del espect¨¢culo) los incondicionales de la comedia. Aunque no haya que olvidar que si Tal¨ªa ampara la comedia de sal¨®n, protege tambi¨¦n a Arist¨®fanes. Y que como los g¨¦neros marcan, la parodia -precisamente por el acusado acompa?amiento m¨ªmico- no es cuesti¨®n de buenos modales (siempre tan de agradecer) y s¨ª en tal caso de fuerte color y de vino con clavo. Pero agradezcamos a Les Luthiers su buen hacer, y la elegante mesura.
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