Las dificultades de dise?ar una pol¨ªtica de dise?o
En la geograf¨ªa del dise?o espa?ol Barcelona desempe?a un rol protagonista: aloja a cinco escuelas de dise?o, seis entidades de promoci¨®n y una vasta lista de estudios y empresas profesionales, muchas de ellas centros de una actividad que excede en mucho los l¨ªmites del territorio catal¨¢n.Por otra parte, son los organismos barceloneses (Agrupaci¨®n de Dise?o Industrial y Agrupaci¨®n de Dise?o Gr¨¢fico, ambas dentro del Foment de les Arts Decoratives) los que otorgan los ¨²nicos premios anuales de dise?o en todo el territorio espa?ol (los Delta, al dise?o industrial, y los Laus, al dise?o gr¨¢fico); premios que movilizan un sector cuantitativa y cualitativamente representativo. de la clase profesional, y que incluye a las primeras figuras del dise?o catal¨¢n y espa?ol. Esta realidad local es la que autoriza a considerar el fen¨®meno como un complejo tejido cultural que cubre varios de los niveles b¨¢sicos de funcionamiento de esta disciplina, y sostener sin temor a errores ni injusticias que Barcelona constituye no s¨®lo la cuna, sino la actual sede del dise?o en Espa?a.
No cabe aqu¨ª analizar el porqu¨¦ de este protagonismo ni los or¨ªgenes de este asentamiento -que, por otra parte, no son dif¨ªciles de intuir-; pero s¨ª vale se?alar un hecho esencial para la comprensi¨®n del problema: el dise?o no aparece en Barcelona como efecto de una pol¨ªtica t¨¦cnico-cultural del Estado. Con mucha anterioridad a la instauraci¨®n del Estado democr¨¢tico, y bajo un poder expl¨ªcitamente opuesto a estos desarrollos, el dise?o nace en Barcelona como fruto de la vitalidad y capacidad de autogesti¨®n de la capa intelectual, las minor¨ªas activas, las vanguardias t¨¦cnicas y art¨ªsticas catalanas. Ha sido esa vitalidad la que mantuviera a esta ciudad de alg¨²n modo asociada a las vanguardias europeas, aun apesar de la pol¨ªtica de un Estado eur¨®fobo. Y es precisamente esta marginalidad de origen la que viene a ser madre del conjunto de rasgos, a fortiori leg¨ªtimos, con que quedar¨¢ bautizado el dise?o en Barcelona: improvisaci¨®n, voluntarismo, asistematicidad, escasa base te¨®rica, desconexi¨®n con la ciencia y la tecnolog¨ªa, falta de medios, etc¨¦tera. Estos rasgos se grabaron tanto en su cuerpo institucional como en su base material, econ¨®mico-financiera, testimoniando as¨ª, tanto la situaci¨®n de la pol¨ªtica cultural impl¨ªcita, como el tipo de autoconciencia desarrollado por la propia cultura del dise?o.
Como en la clandestinidad
Ahora las cosas han cambiado Han desaparecido todos los condicionantes externos que forzaron a la clandestinidad y marginaci¨®n de la cultura del dise?o. El Estado mismo avanza en un proceso de sofisticaci¨®n que crea una deman da de servicios de dise?o otrora indeseados, transform¨¢ndose en uno de los principales clientes. No obstante, no se observan modificaciones significativas, ni en la trama organizativa, ni en los mecanismos de financiaci¨®n del desarrollo del dise?o catal¨¢n. No ha existido una pol¨ªtica de modificaci¨®n del estado de cosas, ni una real evoluci¨®n de conciencia de la comunidad del dise?o catalana, que le permita asumir y ejercer el nuevo rol, clave, que le asiste en la reconstrucci¨®n democr¨¢tica del pa¨ªs. Es como si la marginalidad de nacimiento hubiera cristalizado en identidad de sector, marcando para siempre a toda una generaci¨®n. El recambio institucional, de hecho, ha impuesto una alteraci¨®n radical en la significaci¨®n social de este tejido cultural. La misma realidad que bajo el franquismo constituyera un hecho prestigiante, distintivo, un logro de la capacidad innovadora de una capa activa de la sociedad catalana, en el seno de un Estado democr¨¢tico deviene s¨ªntoma de anarqu¨ªa administrativa e irracionalidad de gesti¨®n institucional. Los atributos que otro ra prestigiaran a la cultura de dise?o catalana hoy evidencian lo inerte de su estructura, las r¨¦moras que postergan su adaptaci¨®n a la nueva realidad. No obstante, esta comunidad cultural ha logrado emitir -y defender t¨ªmidamente- al menos un proyecto ambicioso y, al decir de Daniel Giralt-Miracle, "fruto de una mentalidad centroeuropea, sorprendente en un pa¨ªs proclive a la dispersi¨®n": el Ens Catal¨¤ de D¨ªsseny, proyecto colectivo para la confluencia y reciclaje de "la fuerza del dise?o", que, tal vez por ello, duerme, materialmente, en los cajones del despacho del presidente de la Generalitat, Jordi Pujol. Parad¨®jicamente, aquel Estado represor de la cul tura en general y del dise?o en particular motiv¨® y aglutin¨® a los emergentes de su desarrollo; y este Estado que tendr¨ªa que disfrutar de ese desarrollo espont¨¢neo y potenciarlo, por el mecanismo de la negligencia, acelera un proceso de dispersi¨®n y desintegraci¨®n de lo tan costosamente costruido.
Expropiaci¨®n de creatividad
Y este punto debe ser remarcado: en Catalu?a, la institucionalizaci¨®n del dise?o como g¨¦nero cultural integrado en todos sus niveles (t¨¦cnico, econ¨®mico, financiero, pol¨ªtico, profesional, pedag¨®gico, ideol¨®gico) -hoy condici¨®n sine qua non para su subsistencia y desarrollo- es un proceso a¨²n no iniciado. El dise?o sigue siendo una pr¨¢ctica marginada de los planes oficiales, que no prev¨¦n ni organismos de planificaci¨®n, ni pol¨ªticas de financiaci¨®n, ni legislaci¨®n profesional, ni infraestructura pedag¨®gica, ni estrategias y prioridades de desarrollo, ni recursos de investigaci¨®n y reciclaje. La Administraci¨®n a quien tocara protagonizar la transici¨®n no ha sabido comprender la importancia de la revitalizaci¨®n del dise?o en tanto disciplina clave del proceso de aggiornamento. El Gobierno ha invitado a la fiesta de la democracia sin contratar siquiera el servicio de bufete: come, por ende, de las sobras de una ¨¦poca parad¨®jicamente m¨¢s feliz, la franquista. Expropia as¨ª creatividad sin crear condiciones para su reproducci¨®n. El partido de Gobierno catal¨¢n -con mucho, el m¨¢s directamente implicado en la responsabilidad de gestar una pol¨ªtica de dise?o, incluso para Espa?a, dada la hegemon¨ªa catalana- se ha limitado a una pol¨ªtica de seudopromoci¨®n publicitaria del dise?o, de escaparate, sin una pol¨ªtica a largo plazo y con una visi¨®n del futuro puramente ce?ido al ritmo electoral. En nada debe sorprender la t¨¢ctica de campo arrasado de los partidos salientes. Mientras tanto, asfixiados por la ausencia de una planificaci¨®n y financiaci¨®n centralizada y racional, los miembros de la comunidad local del dise?o se ven impelidos a una carrera individualista, competitiva y dispersante. A la pesca del subsidio puntual y efimero, y bajo el solo lema de "el que llega primero gana", acuden -en la lamentable pr¨¢ctica de la mendicidad a que se les condena- a las fuentes tradicionales de financiaci¨®n: la esquiva generosidad de los mecenas privados - tales los supports de la Caixa-, ¨²nicos agentes financieros, tan poderosos como incapacitados para decidir sobre la cultura del pa¨ªs. Es esta pol¨ªtica de gobierno la que desata aquel movimiento centr¨ªfugo y desintegrador dentro de la comunidad del dise?o, bloqueando la necesaria y urgente sinergia que aglutine a las "fuerzas del dise?o" y las relance a asumir eficazmente su nueva funci¨®n.
Ante esta situaci¨®n caben pocasalternativas: o el Gobierno catal¨¢n asume su responsabilidad de planificador, o esta funci¨®n la asume -de modo inevitablemente irregular e incompleta- el capital privado, o el dise?o catal¨¢n continuar¨¢ obrando como mera caja de resonancia, tard¨ªa e imperfecta, de la creatividad de la metr¨®poli.
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