Inteligente comedia agridulce
A los ochenta a?os de edad, con el cuerpo derruido y quiz¨¢ sin esperanzas, George Cukor realiz¨® una de sus pel¨ªculas m¨¢s optimistas, la ¨²ltima de su carrera. Hablar de optimismo cuando Ricas y famosas concluye con una sensaci¨®n de fracaso parece contradictorio, pero puede que Cukor so?ara con acabar sus d¨ªas unido tambi¨¦n a una amistad que se prolonga a pesar de tantas diferencias, de tanta amargura. En el transcurso de la vida se debilitan las ilusiones, cambian los deseos y s¨®lo un brindis ¨ªntimo con una champa?a que ya ha perdido sus burbujas puede ser suficiente para cruzar la frontera de un nuevo a?o; lo dem¨¢s, si lo hay, es menos cierto.En el abrazo final de las dos amigas ("d¨¦jame sentir un poco de calor") se concreta el balance de sus enfrentamientos. No cambian de ideas, no abandonan sus luchas, pero saben que en ese contacto se encuentra lo ¨²nico que volver¨¢n a tener cuando, incluso ancianas, se sienten ante el fuego a descansar de los otros.
Ricas y famosas
Director: George Cukor. Gui¨®n: Gerald Ayres, sobre la obra teatral de John van Drutel. Fotograf¨ªa: Don Peterman. M¨²sica: William Saracino. Int¨¦rpretes: Jacqueline Bisset, Candice Bergen, David Selby, Hart Bosner. Comedia norteamericana, 1981. Local de estreno: Bulevar.
Ricas y famosas es la historia de una amistad, pero tambi¨¦n la cr¨®nica de dos formas de vida: Liz Hamilton (Jacqueline Bisset) es la mujer independiente que busca en sus novelas una forma m¨¢s de entender la vida; Merry Noel (Candice Bergen) es la escritora "de basuras" que no entiende que los seres que la rodean sean m¨¢s complejos que los personajes de sus libros. Casada, sin imaginaci¨®n, s¨®lo quiere el ¨¦xito. Se envidian y se desprecian, pero se reencuentran para compartir peque?as o graves an¨¦cdotas. Liz, las de sus amores fracasados; Merry, las de su inaceptada soledad...
Es espl¨¦ndido el trabajo de ambas actrices. Jacqueline Bisset dispone de m¨¢s tiempo para desarrollar la vida de su personaje y de m¨¢s oportunidades que maticen las contradicciones de esa mujer valerosa que conserva en alg¨²n lugar sus ilusiones antiguas: a¨²n es capaz de enamorarse, de lanzarse al riesgo de necesitar a alguien. La actriz sabe transmitirlo con delicadeza, respetando inteligentemente el tono agridulce de la comedia.
Candice Bergen utiliza con humor los esquemas de su prototipo para construir los adjetivos que dan ternura a tan odioso personaje; con su interpretaci¨®n descubrimos el dolor que oculta, la debilidad que la humaniza.
Es una pel¨ªcula vital que Cukor ha narrado con modestia, recre¨¢ndose en las situaciones hasta su l¨ªmite exacto, sabiendo que no tiene entre manos el gui¨®n de una odisea, sino la recopilaci¨®n de pasajes cotidianos de la vida de dos mujeres ricas, famosas y solas, que sintetizan probablemente la historia de otros seres a los que la pel¨ªcula invita a participar.
Hay espectadores que se dejan enga?ar por el tono ros¨¢ceo y elegante de la vida social de las prota gonistas y protestan cuando aparecen en la pantalla las espl¨¦ndidas secuencias de amor que tanto hablan de los vac¨ªos de estas inu jeres. Incluso hay cr¨ªticos que han manifestado su desagrado por los momentos en que Liz Hamilton hace el amor con desconocidos exigiendo a¨²n que las pantallas se abarroten de disimulos moralista y sin valorar el talento de Cukor para convertirlos en secuencias rodadas con una maestr¨ªa que sorprende en un anciano que no hab¨ªa rodado desnudos en sus m¨¢s de cincuenta pel¨ªculas anteriores.
Ricas y famosas no ha tenido un ¨¦xito clamoroso en otros pa¨ªses y casi es l¨®gico que as¨ª sea, al no contener invitaciones a la carcajada o a la l¨¢grima, sino s¨®lo un sutil recitado de pasiones conocidas, una valoraci¨®n triste de ellas y el humor esperanzado de que ese afecto que une y separa a las amigas permanezca hasta el final.
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