El riesgo de ir a trabajar cada d¨ªa
El Gobierno socialista tiene en proyecto crear equipos b¨¢sicos de salud preventiva que se integrar¨¢n en la red de asistencia primaria. La salud laboral, la planificaci¨®n familiar y la asistencia psicol¨®gica constituir¨¢n la trilog¨ªa sobre la que se asentar¨¢ la medicina preventiva. De los tres proyectos, el de salud laboral es el que est¨¢ m¨¢s en mantillas. La experiencia iniciada por el Ayuntamiento de Barcelona hace dos a?os con la creaci¨®n del Centro de Salud Laboral puede aportar informaci¨®n y criterios de gran valor para la planificaci¨®n futura de esta disciplina en toda Espa?a. La problem¨¢tica de la que este centro es testigo cualificado no es exclusiva de Barcelona.
En marzo cumplir¨¢ los dos a?os de existencia. Durante estos 24 meses, el Centro de Salud Laboral ha asesorado a representantes de un colectivo de 200.000 trabajadores. La cuarta parte de los que tiene la ciudad de Barcelona. Su responsable, el doctor Ignasi Fina, ha corroborado lo que ya se sab¨ªa, que ser obrero no es ninguna ganga tampoco desde el punto de vista de la salud. Pero ha comprobado, y lo puede demostrar, que no es ninguna ganga ni para el que trabaja en la cadena de producci¨®n ni para el el que ha de batallar con las m¨¢s modernas videoterminales de ordenador.
Por el Centro de Salud Laboral han pasado pr¨¢cticamente todos los ramos de la producci¨®n. Algunos de ellos, como el del metal, el de qu¨ªmicas o el de banca, han establecido comisiones permanentes que velan por la salud laboral de sus trabajadores.
Uno de los ramos m¨¢s problem¨¢ticos es el del metal, y su mayor pesadilla, el ruido. "Luchar contra el ruido es casi embestir contra molinos de viento, pues para erradicar esta fuente de patolog¨ªa laboral habr¨ªa que cambiar, no s¨®lo la legislaci¨®n vigente, sino tambi¨¦n el propio sistema de producci¨®n de las m¨¢quinas que lo causan", dice Ignasi Fina. Para empezar, la actual legislaci¨®n no proh¨ªbe el ruido, por excesivo que sea. Se limita a estipular un plus de peligrosidad de 2.400 pesetas cuando sobrepasa los 80 decibelios.
Pensi¨®n de inutilidad
Con estas 2.400 pesetas como consuelo, el trabajador sometido a ruidos excesivos inicia un lento e irreversible proceso que comienza a manifestarse en peque?os detalles. Primero le molesta el llanto de su hijo peque?o o el claxon de un autom¨®vil. Luego le resulta insoportable hasta el timbre de la puerta. Poco a poco va perdiendo sensibilidad auditiva pero le parece que comienza a adaptarse y es entonces cuando inicia el camino sin retorno. Cuando la p¨¦rdida auditiva es tal que ya no puede trabajar, la Seguridad Social le manda a casa y le da una pensi¨®n de inutilidad.A diferencia de los criterios utilizados hasta ahora por las mutuas empresariales, el Centro de Salud Laboral pretende atacar el problema por su ra¨ªz. "S¨®lo hay dos alternativas, oponerle un casco al trabajador de tal calibre que rebaje el ruido a 10 o 15 decib¨¦lios, o penerle el casco a la m¨¢quina" concluye, tajante, Ignasi Fina. "Pero la estructura productiva est¨¢ montada de tal forma, que interesa m¨¢s vender cascos que fabricar m¨¢quinas silenciosas. En las ferias de muestras podemos comprobarlo. La legislaci¨®n espa?ola es tan laxa, que los propios fabricantes ofrecen una rebaja del 40% si compran la m¨¢quina sin protecci¨®n contra el ruido".
Del fuego a las brasas
A veces, la supresi¨®n de un riesgo comporta la aparici¨®n de otro. Al trabajador s¨®lo le queda en este caso la duda nada hamletiana de elegir entre quedarse sordo o acabar con un edema pulmonar. Esta es, precisamente, la cuesti¨®n que han tenido que plantearse los varios cientos de trabajadores de los aparcamientos subterr¨¢neos de la empresa SABA. El comit¨¦ de Seguridad e Higiene acudi¨® al Centro de Salud para asesorarse de cara a la negociaci¨®n del convenio. Su problema era el mon¨®xido de carbono que desprenden los coches.El primer s¨ªntoma es un fuerte dolor de cabeza. La intoxicaci¨®n conduce, en este caso, al edema pulmonar. Las m¨¢s propicias a ella son las empleadas que est¨¢n en la cabina de cobro, porque los coches se detienen para pagar y luego aceleran con fuerza para subir la rampa. En la negociaci¨®n del convenio, la empresa accedi¨® a instalar unos aspiradores para renovar el aire. Pronto se comprob¨® que era peor el remedio que la enfermedad. El ruido era insoportable, Los trabajadores optaron, finalmente, por el mon¨®xido de carbono.
En la mayor¨ªa de los casos, las patolog¨ªas laborales tienen tambi¨¦n un componente psicol¨®gico importante. Los conductores de los autobuses p¨²blicos, por ejemplo, tienen perturbaciones psicol¨®gicas que no provienen solamente de las discopat¨ªas y dem¨¢s anomal¨ªas que las vibraciones, acaban produciendo, al cabo de los a?os, en su columna vertebral. Un factor de angustia que acaba teniendo consecuencias fisiol¨®gicas es el hecho de que no puedan orinar cuando necesitan hacerlo. Muchos conductores de autob¨²s terminan padeciendo dilataci¨®n de la vegiga producida por el h¨¢bito de retener la orina.
Tambi¨¦n es un factor de angustia el hecho de que tengan que hacer un n¨²mero determinado de viajes, independientemente de que el tr¨¢nsito est¨¦ m¨¢s o menos imposible. Tampoco basta con que dispongan de sillones especiales para amortiguar las vibraciones. Ning¨²n modelo las suprimir¨¢ totalmente. La artrosis vertebral es m¨¢s frecuente entre los conductores de una ciudad pavimentada en buena parte con adoquines, como Barcelona, que con asfalto, como Londres. Si el pavimento es de adoquines, la artrosis llegar¨¢, inevitablemente, al cumplir aproximadamente los 15 a?os de servicio.
Tampoco el dise?o del metro es ajeno a la salud. Una de las patolog¨ªas frecuentes entre los conductores es la lesi¨®n que causa en la vista el deslumbramiento, exactamente cada tres minutos, que se produce al salir del t¨²nel y entrar en la estaci¨®n.
La neurosis de la telefonista
Se ha hablado mucho de los automatismos que sufren los trabajadores en determinadas ramas de la producci¨®n. El de apretar un tornillo es el m¨¢s socorrido para referirse a este tipo de patolog¨ªa. Pero hay automatismos m¨¢s sutiles, que penetran en el inconsciente sin dejarse notar.La llamada neurosis de la telefonista es una realidad poco conocida. Las empleadas, siempre mujeres, que atienden servicios fijos son las m¨¢s propensas. A veces, est¨¢n en casa y suena el tel¨¦fono. Al otro lado del hilo, el interlocutor se queda estupefacto: "Informaci¨®n, ?d¨ªgame?", o "?Qu¨¦ Poblaci¨®n desea?". Cuando se dan cuenta, es ya demasiado tarde. El sentimiento de verg¨¹enza, inevitable. Por eso, el comit¨¦ de seguridad laboral de Telef¨®nica reivindica que haya un sistema eficaz de rotaci¨®n para evitar que la misma persona est¨¦ en el mismo servicio durante un tiempo excesivo.
Otro colectivo que visita frecuentemente el Centro de Salud Laboral, seg¨²n el doctor Fina, es el de los t¨¦cnicos de inform¨¢tica. Se trata de una problem¨¢tica m¨¢s reciente, que se extiende a medida que el pa¨ªs se va modernizando. Los primeros afectados que han planteado la cuesti¨®n son los empleado de banca. El trabajo continuado en pantallas videoterminales de ordenador puede provocar lesiones importantes en la vista. "Los estudios realizados en los Estados Unidos", dice Igansi Fina, "demuestran que se produce un microtraumatismo repetido que acaba provocando desprendimiento de retina. Este riesgo es muy probable al cabo de 6 u 8 a?os de exposici¨®n a las pantallas en condiciones no adecuadas. Los mismos estudios concluyen que la ausencia total de riesgo s¨®lo se garantiza cuando la exposici¨®n continuada no supera la media hora. Al cabo del d¨ªa, no debe superar las tres horas".
Hepatitis fulminante
Diferente es la problem¨¢tica del personal sanitario de los hospitales. Su principal enemigo es la hepatitis v¨ªrica, que se transmite por la saliba o por alguna herida. Las unidades de hemodi¨¢lisis son aut¨¦nticos, focos de la hepatitis tipo B. Se trata, en general, de departamentos sobrecargados de trabajo. El riesgo afecta tanto al personal sanitario como al enfermo.Tambi¨¦n el personal de limpieza, cuyas empresas no siempre adoptan las medidas de precauci¨®n necesarias, es un colectivo muy propenso. Entre estos trabajadores se han dado casos de cirrosis e incluso de muertes por hepatitis fulminante. La de una enfermera de Valencia fue el aldabonazo. Los tribunales confirmaron que se trataba de un accidente laboral.
La hepatitis es un riego que corren tambi¨¦n los empleados de la industria farmac¨¦utica por manipulaci¨®n de plasma de donantes llagados. Pero su principal preocupaci¨®n son las sustancias al¨¦rgenas, que producen alerg¨ªas y el denominado asma profesional.
La acci¨®n de los disolventes sobre los trabajadores que los manipulan puode llegar a producir aplasias medulares, en las que dejan de producirse las c¨¦lulas sanguineas, comenzando por los gl¨®bulos rojos. En la industria qu¨ªmica, el riesgo procede de los productos cancer¨ªgenos, como el cloruro de vinilo, el amianto o algunos disolventes muy potentes.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.