Los obispos ante el aborto
EL DOCUMENTO de la Comisi¨®n Permanente de la Conferencia Episcopal sobre la vida y el aborto, cuya posici¨®n de fondo nos parece esencialmente err¨®nea, tiene la virtud de ser un documento pastoral de los obispos cat¨®licos para sus fieles antes que un papel destinado a la manipulaci¨®n pol¨ªtica. Las cr¨ªticas del documento al Gobierno son contundentes, pero el texto, aunque invita a los cat¨®licos a que "expresen su desacuerdo" con el proyecto de ley, se?ala como cauce exclusivo de esas movilizaciones "los recursos legales que autoriza la Constituci¨®n", recomienda que la protesta se realice "con el respeto que imponen el esp¨ªritu c¨ªvico y la ley del evangelio", y se limita a rogar a gobernantes y legisladores que ponderen en conciencia sus decisiones. Sabiendo que en las Cortes existe una amplia mayor¨ªa socialista y que la aprobaci¨®n de la ley no parece dif¨ªcil, aun cuando se deje libertad de voto a los diputados del PSOE, esta apelaci¨®n a la legalidad constitucional por parte de los obispos es, todav¨ªa en este pa¨ªs, un hecho a tener en cuenta.Los obispos subrayan que con la publicaci¨®n del documento no se limitan a cumplir su ministerio pastoral, sino que ejercen el derecho que "como personas y como grupo nos reconoce la Constituci¨®n". La Iglesia cat¨®lica, mencionada expresamente en el art¨ªculo 16 de nuestra norma fundamental, es una instituci¨®n con enorme poder e influencia social en Espa?a. La jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica indica que, aunque su palabra "se dirige especialmente a los creyentes cat¨®licos", tambi¨¦n aspira a que su voz sea "escuchada por todos aquellos que se sienten comprometidos en la defensa del hombre y el futuro de la humanidad". El derecho de los obispos a ampliar su auditorio tiene como corolario el de quienes no comparten -fuera o dentro de la fe cat¨®lica- sus puntos de vista.
En el documento de la Comisi¨®n Permanente: aparece una nueva sensibilidad respecto a las "situaciones angustiosas y a veces dram¨¢ticas en las que se debaten algunas mujeres tentadas de recurrir al aborto". Los obispos mencionan esas situaciones, que "merecen comprensi¨®n y ayuda", y exhortan a la b¨²squeda activa de "soluciones id¨®neas" para estos "casos dolorosos" dentro del respeto "al don supremo de la vida". El documento recomienda que los posibles remedios se aborden "previniendo las causas que desembocan en tan dolorosas situaciones". La negativa posici¨®n de la Iglesia ante el uso de anticonceptivos y las campa?as contra los centros de planificaci¨®n familiar a cargo de los ayuntamientos y del Estado ponen de relieve las flagrantes contradicciones de la jerarqu¨ªa en el terreno de las medidas preventivas para los embarazos no deseados. Aunque el texto exhorta a tomarse en serio "desde la ni?ez y la adolescencia una s¨®lida formaci¨®n de la sexualidad humana", es un hecho que la informaci¨®n en los colegios sobre pr¨¢cticas sexuales y m¨¦todos anticonceptivos ha encontrado hasta ahora invencibles resistencias, cuando no escandalizadas denuncias, por parte de las organizaciones cat¨®licas. El llamamiento a "la sensibilidad cristiana y social ante un embarazo o nacimiento fuera del matrimonio" es tan encomiable en s¨ª mismo como revolucionario respecto a los usos sociales y las normas imperantes durante ¨¦pocas en las que la Iglesia ejerc¨ªa una indiscutida autoridad moral sobre las costumbres y la legislaci¨®n de nuestro pa¨ªs.
El documento solicita "el derecho a obrar en conciencia para los parlamentarios, los funcionarios y los profesionales de la medicina" que est¨¦n en desacuerdo con la despenalizaci¨®n del aborto. Esa petici¨®n es razonable, siempre y cuando la objeci¨®n de conciencia no sea manipulada al servicio de una intolerante estrategia de boicoteo de la aplicaci¨®n de la norma. La pretensi¨®n del portavoz del Grupo Parlamentario Socialista de exigir de forma estricta la disciplina de voto a los diputados de la mayor¨ªa resulta, en este sentido, improcedente.
Ser¨ªa hip¨®crita, por lo dem¨¢s, ocultar algunas notables debilidades de fundamentaci¨®n o de razonamiento en el documento episcopal. Los obispos afirman que "la ciencia moderna ha venido a corroborar, con creciente firmeza y claridad, la afirmaci¨®n de Tertuliano en el siglo III" de que "es ya un hombre aquel que est¨¢ en camino de serlo". Desde la condena de Galileo por la Inquisici¨®n romana hasta el repudio del darwinismo por los medios eclesi¨¢sticos, la historia de las relaciones entre la jerarqu¨ªa cat¨®lica y la comunidad cient¨ªfica han sido lo bastante conflictivas como para aconsejar un poco m¨¢s de prudencia a nuestro episcopado en estas materias. La iglesia es hoy dif¨ªcilmente una instituci¨®n con autoridad cient¨ªfica, aunque la tuviera en el pasado. Tampoco es conciliable con la historia -en la que figuran estampas como las guerras religiosas y los suplicios de la Inquisici¨®n- la presunci¨®n de que la doctrina de la Iglesia haya descansado siempre, sin fisuras ni vacilaciones, sobre "la validez permanente del no matar¨¢s en los mandamientos dados a Mois¨¦s". De otro lado, la tendencia a establecer analog¨ªas entre el ¨¢mbito de la moral y el mundo del derecho lleva a la confusi¨®n. Mientras los ide¨®logos de la derecha m¨¢s fan¨¢tica suelen definir como asesinato, en el sentido fuerte de la expresi¨®n, a la interrupci¨®n voluntaria del embaraz¨®, los obispos, de forma m¨¢s prudente pero igualmente discutible, afirman que "no podr¨¢ escapar a la calificaci¨®n moral de homicidio lo que hoy se llama aborto provocado". Pero el C¨®digo Penal no incluye el aborto en el cap¨ªtulo dedicado al homicidio, y la equiparaci¨®n del feto con la persona va en contra de la tradici¨®n jur¨ªdica de las leyes criminales, lo mismo que del C¨®digo Civil. La antropolog¨ªa y la historia han contribuido a debilitar la creencia en el valor absoluto de ese conjunto de preceptos, usos y costumbres que los europeos consideraron durante siglos como emanaciones de una ley natural (cuya interpretaci¨®n, administraci¨®n y aplicaci¨®n correspond¨ªan, en r¨¦gimen de monopolio, a las instituciones religiosas). Los caminos de la tolerancia quedar¨ªan cerrados para siempre si el relativismo y el pluralismo fueran sustituidos de nuevo por el monolitismo en el ¨¢mbito de la moral.
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