Cuando la pasi¨®n suple a la calidad
Quienes hab¨ªan previsto un paulatino decrecimiento de la afici¨®n, futbol¨ªstica en nuestro pa¨ªs con la llegada de la democracia, estaban equivocados. Tambi¨¦n lo estaban quienes apelaban a la reciente disputa del Mundial y al progresivo af¨¢n de comodidad del p¨²blico en general. Incluso erraron quienes alud¨ªan al descenso de calidad t¨¦cnica.La afici¨®n todav¨ªa quiere f¨²tbol. Este contin¨²a siendo el deporte rey que arrastra masas y desata pasiones, incluso familiarmente. Y a falta de calidad, el requisito de la pasi¨®n puede llevar a galvanizar, hacia uno u otro sentido, toda una ciudad. En este caso, Barcelona. El motivo: la m¨¢xima rivalidad del Espa?ol y el Bar?a.
Fue el encuentro de los t¨®picos y calificativos (derby, choque entre eternos rivales, partido de la m¨¢xima), y lo cierto es que todos son perfectamente aplicables y pueden transportarse a la realidad cuando, al menos dos veces cada temporada, ambos equipos representativos de la Ciudad Condal en Primera Divisi¨®n se enfrentan entre s¨ª.
La rivalidad se renueva anualmente, y ya van con la presente cincuenta oportunidades en terreno espa?olista, por mor de las circunstancias especiales que surgen indefectiblemente en v¨ªsperas de estos lances y que les confieren singularidad.
Se trat¨® una vez m¨¢s de un partido que, recordando el lenguaje cinematogr¨¢fico del boxeador Rocky, se disput¨® con mirada de tigre por ambos lados. Con irrenunciables deseos de victoria, sin reservas e inhibiciones. Los jugadores se convirtieron en aut¨¦nticos carros de fuego en pos del triunfo. Estos factores s¨ª que son permanentes. Permanecen incluso con anterioridad a 1928, cuando comenz¨® la Liga espa?ola. Y dudo que puedan desaparecer alg¨²n d¨ªa. Constituyen el factor troncal de estos partidos.
Dos ganadores: la deportividad y el f¨²tbol
Las cuestiones accesorias var¨ªan y resultan imprevisibles. Y en esta oportunidad no hubo excepci¨®n, porque... ?qui¨¦n pod¨ªa aventurar, a, comienzos de temporada, que en esta confrontaci¨®n partiera, a priori, como favorito el Espa?ol?, o, por lo menos, con tantas posibilidades como el Bar?a para obtener la victoria. ?Qu¨¦ optimista azulgrana hubiera previsto un 0-3?
Y dos seguros ganadores al margen del resultado: la deportividad y el propio f¨²tbol. El lleno del estadio de Sarri¨¢ y el inter¨¦s que el partido despert¨® as¨ª lo indican, al mismo tiempo que han permitido ver la confrontaci¨®n entre dos grandes clubes prota gonistas de bien distinta pol¨ªtica deportiva, aunque, por mor de la clasificaci¨®n, a ambos se les est¨¢ dando bastante bien la presente temporada. La reorientaci¨®n ha cia lajuventud y la cantera, acep tada mayoritariamente por los socios, seg¨²n la encuesta recien temente realizada por los diri gentes blanquiazules, de un equi po en alza: el Espa?ol, que aspira a clasificarse con derecho a pro yecci¨®n internacional y que ha asumido perfectamente el papel de segundo gran equipo de la ciudad. Enfrente, el coloso azulgrana, con las circunstanciales bajas de sus dos extranjeros, pero con plantilla, socios y potencial como para aspirar a todo. A conquistar, incluso, el continente europeo por tercera vez.
Son dos objetivos, dos fines, dos planificaciones que cada temporada cruzan sus respectivos caminos con motivo de sus confrontaciones oficiales para beneficio, por encima de los particulares intereses,-del f¨²tbol Y de su consecuencia ambiental a lo largo y ancho de la Ciudad Condal.
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