Bar?a y M¨¢laga marcaron los goles en once minutos
Hac¨ªa cuatro minutos que Rodr¨ªguez hab¨ªa recibido el pase de la muerte y logrado uno de los tantos m¨¢s bonitos de la temporada y tan s¨®lo dos del oportuno gol de Pichi Alonso. Enrique Castro, Quini, estaba jugando mal, como en sus ¨²ltimas intervenciones. Udo Lattek pens¨® que ten¨ªa que reforzar el ataque y mand¨® que Mor¨¢n saliera del banquillo para hacer ejercicios de calentamiento. La noche no estaba para bromas y el sustituto de El Brujo ten¨ªa que salir en perfectas condiciones. Estaba cantado que Lattek sustituir¨ªa al Pichichi e, incluso, hab¨ªa quien bromeaba en la tribuna diciendo que "ya ver¨¦is c¨®mo se levanta del banquillo y abraza a Quini, nada m¨¢s abandonar el c¨¦sped".De pronto, mientras las gradas viv¨ªan los ¨²nicos minutos de apasionamiento de la noche, Marcos centr¨® desde la izquierda y el joven y fornido Hierro, que hab¨ªa llegado a aburrir a Quini, protagoniz¨® el fallo m¨¢s grave del encuentro. Salt¨® intentando despejar de cabeza, se fi¨® en exceso de su corpach¨®n y permiti¨® que El Brujo, a sus espaldas, mostrara su veteran¨ªa, parando el bal¨®n con el pecho y baj¨¢ndoselo a su pie derecho, para fulminar el gol del triunfo barcelonista, el tanto que mantiene las esperanzas y el liderato. Hac¨ªa tres meses que Quini no met¨ªa un gol, ya que su ¨²ltima diana se remonta al 6 de noviembre ante el Salamanca. Quini dio anoche el triunfo a un Bar?a torp¨®n, triste y desangelado, como siempre que juega en su estadio. Lattek, por supuesto, le dijo a Mor¨¢n que se volviera a sentar en el banquillo y esper¨® al minuto 77 para realizar el cambio deseado.
Y eso fue todo lo que sucedi¨® anoche en un g¨¦lido Camp Nou. El M¨¢laga jug¨® un partido organizado, con gran disciplina en sus filas y aprovechando un contragolpe. El primer tiempo fue sumamente aburrido. Bernd Schuster parec¨ªa re¨ªrse bajo su fino bigote rubio, desde la tribuna, mientras todos comprobaban que el Bar?a jugaba sin conductor, sin orden e intentando profundizar por el centro, donde hab¨ªa siete jugadores por metro cuadrado. Luego, tras el descanso, vinieron los goles y m¨¢s imprecisiones, nerviosismo y aburrimiento.
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