Met¨¢foras comunistas
Tanto el Partido Comunista de Espa?a (PCE) como el Partido Socialista Unificado de Catalu?a (PSUC) han celebrado sendas conferencias nacionales que han sido, en realidad, dos met¨¢foras. As¨ª como la Conferencia Nacional del PCE se convoc¨® bajo la coartada de la municipalizaci¨®n, la del PSUC quiso ser m¨¢s radical (radical viene de ra¨ªz), y escogi¨® el tema de la organizaci¨®n, clave en un partido comunista. La met¨¢fora del PCE era m¨¢s surrealista que la del PSUC, porque se utilizaba la cuesti¨®n municipal para iniciar el descarrilamiento; en cambio, la met¨¢fora suquera era m¨¢s obvia, m¨¢s dentro de las claves est¨¦ticas del realismo socialista: se reorganizaba lo organizado para dar por organizado lo reorganizado con la firme promesa de reorganizarlo todo despu¨¦s de la Conferencia Nacional sobre Organizaci¨®n. En resumen: Guti¨¦rrez D¨ªaz consigui¨® que se le aprobara, casi por unanimidad, un informe pol¨ªtico sincr¨¦tico, prueba evidente de la influencia de la cultura japonesa sobre Catalu?a. Y con esa aprobaci¨®n, Guti¨¦rrez D¨ªaz daba un salto de Mary Poppins sobre cr¨ªticas y autocr¨ªticas derivadas de los resultados electorales del 28 de octubre.Ya est¨¢n los partidos comunistas de las Espa?as con tanta campa?a poselectoral por detr¨¢s como campa?a preelectoral por delante, y tienen ante s¨ª dos opciones clave para su futuro. La primera es de car¨¢cter interno: debatir el porqu¨¦ y el para qu¨¦ de su situaci¨®n actual, y la caricatura de ese debate necesario ser¨ªa reducirlo a un impl¨ªcito o expl¨ªcito ajuste de cuentas al carrillismo. La segunda es de car¨¢cter externo: trabajar por la reinserci¨®n social con el objetivo de crear un poder de masas realmente transformador, y la caricatura de esta estrategia imprescindible ser¨ªa instalarse en la puerta de los locales del partido a la espera de ver pasar el cad¨¢ver del PSOE.
Ya est¨¢n anunciados los congresos del PCE y del PSUC, congresos sobre los que gravitar¨¢n subjetivamente los resultados de las elecciones municipales, pero que deben aprovecharse para resolver un problema de identidad que es b¨¢sicamente un problema de necesidad hist¨®rica. ?Necesitan los sujetos emancipadores en los pa¨ªses capitalistas un partido comunista? ?C¨®mo y para qu¨¦? Si, como parece, se va a ratificar la llamada l¨ªnea eurocomunista, ?la relaci¨®n entre institucionalismo y movilizaci¨®n es dial¨¦ctica o coyuntural, seg¨²n nos vaya la cuantificaci¨®n electoral? Es decir, la f¨®rmula partido de lucha y partido de Gobierno ?se resuelve en luchar cuando no se est¨¢ en el Gobierno y obviar la lucha cuando se est¨¢?
Gerardo Iglesias, en su discurso de salutaci¨®n a los camaradas del PSUC, se dividi¨® a s¨ª mismo en el invitado que saluda protocolariamente a un partido hermano y en el secretario general del PCE, consciente de que se espera de ¨¦l, un acto de sinceraci¨®n hist¨®rica que evite la tentaci¨®n de mantener la alternativa comunista como se mantienen algunos matrimonios, que no saben c¨®mo dividir el frigor¨ªfico o el tresillo. Y, entre otras cosas interesantes, dijo que hay que partir del hecho de la pluralidad cultural interna, que, hoy por hoy, el PCE conserva menos; mal que el PSUC. Esa pluralidad interna no s¨®lo hay que conservarla, sino que hay que reculperarla si el debate sobre funci¨®n y necesidad quiere ser un debate operativo y no una met¨¢fora m¨¢s para justificar la supervivencia de aparatos burocr¨¢ticos tan homog¨¦neos como residuales que se van a dar la raz¨®n o el tir¨®n de orejas a s¨ª mismos en cuantas conferencias nacionales o congresos quieran. La llamada homogeneizaci¨®n de los partidos comunistas espa?oles ha sido un hecho hist¨®ricamente funesto, que ha reunido una siniestra tradici¨®n cultural interna liquidadora, con una programada voluntad de desnaturalizar el partido, reduci¨¦ndolo a un escaparate de notables ratificados por masas electorales enfervorizadas. El balance de cat¨¢strofes es suficiente para sacar conclusiones y probar que la reinserci¨®n social del partido comunista en Espa?a pasa por una recuperaci¨®n plena de ese derecho a la pluralidad interna, que haga real la alianza de sujetos sociales emancipadores unidos por un objetivo de transformaci¨®n de las relaciones de propiedad y de producci¨®n. Un examen fr¨ªo y distanciado de lo ocurrido en los partidos comunistas espa?oles entre la legalizaci¨®n y el desastre electoral del 28-0 conduce a la sorpresa de que inicialmente hab¨ªa mayor¨ªa de elementos cr¨ªticos comunes entre sectores que hoy aparecen real o publicitariamente separados por un foso insalvable. Se ha producido el efecto l¨®gico de que escindidos o expulsados han buscado su propia raz¨®n de ser en los extremos de su esencialidad, y los sectores m¨¢s extremos han encontrado sendas sopas de ajo: el octubrismo prosovi¨¦tico o la socialdemocracia, como si hubieran pasado en balde sesenta a?os de evoluci¨®n de la consciencia comunista y se renunciara a la evidencia de que esa consciencia, y sobre todo en Espa?a, necesita ponerse al d¨ªa y predisponerse de cara a su futuro.
Convocado para que algo cambiara sin que cambiara nada, Gerardo Iglesias tiene que asumir el monstruoso poder que acompa?a el cargo de secretario general, monstruosidad cultural que los partidos comunistas no han sabido corregir y ni siquiera contrarrestar. Hoy por hoy, los partidos comunistas est¨¢n programados para que los cambios vengan de arriba a abajo y no de abajo a arriba, e incluso el cambio de ese despotismo ilustrado debe partir de un acto de despotismo ilustrado.
Por lo que se dice y parece, Gerardo Iglesias asume la situaci¨®n y el reto, y necesita para ello un respaldo moral y sentimental que los comunistas no deben regatearle y una participaci¨®n cr¨ªtica que los comunistas no pueden regatearse a s¨ª mismos. S¨®lo as¨ª la pr¨®xima campa?a electoral podr¨¢ convertirse en una aportaci¨®n al enriquecimiento de la consciencia comunista, y los pr¨®ximos congresos dejar¨¢n de ser met¨¢foras, si no de la Nada, s¨ª de lo poco.
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