Manuel Criado de Val intenta recuperar el carnaval medieval, "el ¨²nico verdadero"
El profesor Manuel Criado de Val ha reconstruido para Madrid lo que, en su opini¨®n, es el ¨²nico carnaval verdadero en Espa?a, el de la Edad Media. De aquellas fiestas medievales apenas han sobrevivido algunas costumbres, conservadas casi milagrosamente. El resto de las expresiones carnavalescas, la mayor¨ªa de las que han llegado hasta nuestros d¨ªas, no nacieron directamente del pueblo. Son producto de influencias italianizantes introducidas en Madrid por la Corte.
Madrid podr¨¢ presenciar el mi¨¦rcoles, d¨ªa 16, una recreaci¨®n del carnaval de la Edad Media basada en El libro del buen amor, del Arcipreste de Hita, y escenificada por el grupo "Taedra". Manuel Criado de Val fue encargado por el ayuntamiento de llevar a cabo esta labor, que hasta ahora, y desde hace veintid¨®s a?os, ten¨ªa su ¨²nico escenario en Hita (Guadalajara) cada mes de junio. "El carnaval medieval", dice el profesor Criado, "es una enorme parodia de todo, ideas religiosas, convenciones sociales... Una burla universal. El carnaval es un modo de locura. La tradici¨®n carnavalesca aut¨¦ntica se basaba en la posibilidad de que en un momento del a?o se autorizara la locura, la huida de la norma y de la reglamentaci¨®n estricta. Era dar licencia para aparentar que se est¨¢ loco. El carnaval es la apariencia de la locura, con la condici¨®n de que, pasada la fecha, los aparentemente locos vuelvan a la cordura, se arrepientan y pasen a la cuaresma. Los protagonistas eran locos sueltos a los que estaba prohibido encerrar en el manicomio. Si no se admite esa raz¨®n de ser, el carnaval no existe".
Las 'carnestolendas'
Criado de Val resalta algunas caracter¨ªsticas de aquellas celebraciones carnavalescas, entonces llamadas carnest¨®lendas (prohibici¨®n de la carne) o antruejo (introito de la cuaresma). "A nadie se le hubiera ocurrido en la Edad Media condenar inquisitorialmente a los que se burlaban de la procesi¨®n, de la misa, de las ¨®rdenes religiosas, de los obispos o de las monjas durante el carnaval. Era una concesi¨®n restringida a un momento".Pero, sobre todo, "el carnaval medieval es explosi¨®n de alegr¨ªa que lleva impl¨ªcito el que todo est¨¦ vinculado a una escena popular y callejera; se trataba de un juego en el que actores y espectadores se burlaban y divert¨ªan unos con otros, un espect¨¢culo en el que puede surgir la sorpresa, la creaci¨®n circunstancial".
El carnaval, tal como se conoce ahora, lleg¨® a Madrid muy tarde, y ya no era el verdadero. Incluso su denominaci¨®n tom¨® la ra¨ªz italiana. "A partir de la expulsi¨®n de los jud¨ªos y de los moriscos", afirma Criado de Val, "se impone en Madrid una vida m¨¢s estricta. En los siglos XVIII y XIX, se recupera parte del carnaval pero en formas italianizantes, como una r¨¦plica de las fiestas y bailes italianos. Madrid era entonces un escenario cortesano de fiestas reales, y sus monarcas eran muy respetuosos con todo lo que pudiera afectar las tradiciones cat¨®licas".
El mi¨¦rcoles, en la Plaza Mayor, los madrile?os podr¨¢n observar el intento del profesor Criado de Val por recuperar para Madrid el carnaval de la Edad Media. Criado dirigir¨¢ la representaci¨®n dram¨¢tica Do?a Endrina, adaptaci¨®n que realiz¨® sobre El libro del buen amor. La representaci¨®n recoge la lucha entre las huestes de don Carnal y do?a Cuaresma, como s¨ªmbolo del enfrentamiento entre el placer y las costumbres cristianas. "El carnaval" dice el profesor Criado, "es siempre la historia de una batalla entre la represi¨®n de los instintos y la penitencia. Al final saldr¨¢ triunfante don Amor, que siembra la concordia y la uni¨®n entre los dos bandos".
Es la misma historia detodo carnaval aut¨¦ntico, que comenz¨® siendo una fiesta pagana ligada al principio de la primavera, se enfrent¨® despu¨¦s con las costumbres cristianas y finalmente se unific¨® con ellas. "La fusi¨®n con la tradici¨®n cat¨®lica es una concesi¨®n de la Iglesia a las fiestas paganas que exist¨ªan antes de que se consolidara la influencia religiosa. No hay cosa m¨¢s espectacular que una especie de faunos, con m¨¢scaras de cerdo y mostrando atributos sexuales, en danza ante el altar mayor en plena misa", hecho que se repite en numerosas fiestas espa?olas y que recuerda al Colacho burgal¨¦s, que interrumpe la ceremonia religiosa con sus burlas.
Como complemento de la escenificaci¨®n, y pieza importante para recuperar aquellas costumbres medievales, estar¨¢n presentes en la Plaza Mayor los escasos ritos que han perdurado de los carnavales de la Edad Media, "conservados casi milagrosamente". Bailar¨¢n entre el p¨²blico los grupos de m¨²sica y danza de Somosierra (Madrid), Malpica de Tajo (Toledo), los Diablos de Almonacid del Marquesado (Cuenca) y el Zanpanzar de Ituren (Navarra).
"Mantener tradiciones"
"Son grupos que coinciden en mantener tradiciones de muy distinta localizaci¨®n", dice Criado. "Los Morraches, de Malpica de Tajo, son gentes del campo, y cuando se ponen las m¨¢scaras act¨²an como toros. El que se pone por delante ti ene que andar con cuidado porque desaparece toda jerarqu¨ªa. Me han rodeado alguna vez, con sus m¨¢scaras, los mismos que antes me hab¨ªan,tratado de 'don Manuel'. El Zanpanzar de Ituren deja como una p¨¢lida sombra la idea de fuerza que podemos tener de un tanque. No hay quien pueda variar su itinerario, su ritmo". Son costumbres que han pervivido y que Criado de Val intenta reavivar. Cree que "hay que recuperar esa tradici¨®n de las camestolendas a trav¨¦s del testimonio m¨¢s vivo, el del Libro del buen amor".
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