El neolerrouxismo
Por fin, hombre, ya est¨¢ bien, que nos van a dar las tantas, el neolerrouxismo se ha aclarado:-Votar a Fraga ser¨ªa de locos.
Claro. La Moncloa conservadora de Fraga la quieren ellos, como un penthouse en Madrid para el ligue pol¨ªtico y, asimismo, para, desde ¨¦l, intentar el asalto a la otra Moncloa, la de verdad, que casi se ve desde la calle G¨¦nova / AP, oyes, si te subes a la terraza con unos prism¨¢ticos. El neolerrouxismo es el fen¨®meno m¨¢s fino, sutil, curioso y recurrente de la ¨²ltima movida pol¨ªtica madrile?a, es el ¨²ltimo asalto a Madrid desde toda la periferia (que, cuando el franquismo l¨ªrico, en las revistas de poes¨ªa llam¨¢bamos litoral). El neolerrouxismo es de derechas, ahora, y no tiene mucho que ver con el Emperador del Paralelo, que com¨ªa bocatas butifarra delante del obrer¨ªo y caviar de los zares cuando no le miraba nadie. El neolerrouxismo, en fin, es la utilizaci¨®n de una nacionalidad o regionalidad espa?ola como palanca con la que hacer girar todo el universo pol¨ªtico nacional, hasta encontrarse uno sentado en la Moncloa, como antes en el Palacio de Oriente (un palacio que s¨®lo han podido entender los reyes, Aza?a y los ujieres: jam¨¢s Franco). Me mandan un cheque del Banco de Barcelona. A m¨ª, mientras no me retiren su amistad los Bancos, me trae flojo que me la retiren los neolerrouxistas. He pasado un d¨ªa feliz con la list¨ªsima Maruja Torres, y se lo digo:
-T¨² sabes, Maruja, que poca gente cree como yo, aqu¨ª en Madrid, en la nacionalidad catalana.
Un hombre que lo ha sido todo en la pol¨ªtica espa?ola de distintas ¨¦pocas, me pide opini¨®n sobre su ¨²ltimo art¨ªculo. Pues excelente, don, y todo lo contrario del neolerrouxismo, don. Montserrat Roig, primera prosista de su generaci¨®n catalana, me escribe desde Glasgow (Escocia). Me felicita por una columna m¨ªa sobre los violadores, me manda un beso "escoc¨¦s" (que pienso ser¨¢ algo as¨ª como un caf¨¦ irland¨¦s), elogia otra columna mia sobre Obiols, y hace inteligentes consideraciones sobre "Pujol y sus botiguers". Me piden colaboraciones literarias y period¨ªsticas de Barcelona. Mart¨ªnez Mediero es trena su esperpento sobre Isabel la Cat¨®lica y Juana la Loca, con Enma Penella y Lola Herrera, don de Espa?a hace autocr¨ªtica de su Historia, como en toda nuestra literatura no hagiogr¨¢fica. El neolerrouxismo (que se da mucho m¨¢s en otros puntos de la rosa peninsular que en el Paralelo) es un halago / exigencia, un juego sucio con Madrid. Hay fiestas tropicales de carnaval en Look y otros sitios. Madrid, ciudad abierta que se viste de samba y daikiri, o de lo que haga falta, sin perder su identidad, quiz¨¢ porque ni siquiera la tiene: es libre. Guido Brunner trae a su Embajada todo el expresionismo alem¨¢n. Madrid lo somatiza todo. Tambi¨¦n veo mascaritas en Up / Down, de madrugada. Madrid, por Barcel¨® / Pach¨¢, tiene una esquina de noche brasileira, y Ferreiro-Alemparte nos habla de aquel eu ropeo euroliberal que fue don Juan Valera. Adri¨¢n Piera vuelve con su macromuestra de arte actual. El Casino de Madrid, muy bien planteado, quiere hacer de Torrelodones un Montecarlo de secarral. Las nietas de Gabriel Mir¨® me env¨ªan in¨¦ditos y p¨®stumos de uno de los m¨¢s grandes escritores del siglo, a quien no quiso entender Madrid. Es uno de los pocos casos, aunque tr¨¢gico, de esta ciudad abierta. Madrid siempre est¨¢ m¨¢s entregado a los Mir¨® del estilismo que a los Lerroux del oportunismo. Aunque me contradiga el cupl¨¦: "Un viejo de Pidoux / amigo de Lerroux".
"Votar Fraga ser¨ªa de locos". A don Manuel le traicionan por dos m¨¢s pecado hab¨ªa. Aunque presi dente Felipe le ponga ch¨®fer, por aliviarle. El, exasperado, sacrifica al berrueco (doncel) o Verstrynge de la tribu.
Lo peor del neolerrouxismo es la sintaxis. Y la sintaxis, ojo, desde Val¨¦ry, es cosa moral.
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