La dif¨ªcil paz en el Pa¨ªs Vasco
La Vanguardia
El historiador Payne lamentaba ayer, y precisamente en Bilbao, el triste espect¨¢culo de un pa¨ªs que est¨¢ destruy¨¦ndose a s¨ª mismo. Alud¨ªa, por supuesto, al Pa¨ªs Vasco. Pon¨ªa Payne tambi¨¦n el dedo en la llaga del ¨²nico punto que acaso pueda provocar un cambio en esa situaci¨®n, que combina el horror del muerto diario que se nos sirve a los espa?oles a la hora de comer con el grotesco subido de esa inexistente mesa de la paz, sobre la que desde el principio nos mostramos en esta columna razonada y rotundamente pesimistas. Ese punto consistir¨ªa, como afirmaba el historiador, en eliminar la ayuda psicol¨®gica y social que una reducida pero significativa parte de la poblaci¨®n est¨¢ -todav¨ªadando a ETA.?Qu¨¦ ha mostrado ese episodio de la mesa de la paz? Que ni siquiera la participaci¨®n de su presunto corresponsal pol¨ªtico, Herri Batasuna, ten¨ªa para ETA inter¨¦s suficiente para suspender las ¨®rdenes de muerte que de un modo habitual y como de tr¨¢mite parece que viene dando. Y si Herri Batasuna no le sirve a ETA, ?a qui¨¦n sirve?
La convicci¨®n m¨¢s generalizada es que esa coalici¨®n electoral a lo ¨²nico que sirve es a la organizaci¨®n terrorista. Por eso desde el presidente de Alianza Popular, Manuel Fraga, hasta el dirigente de la izquierda socialista Pablo Castellano han hablado de ilegalizar a Herri Batasuna.
Las ilegalizaciones de una formaci¨®n pol¨ªtica son siempre armas de dos filos. Si, por una parte, quitan los recursos pol¨ªticos de los que se valen los que la apoyan, por otra, se prestan a que el n¨²mero de simpatizantes no quede debidamente contabilizado. Cuando no se sabe cu¨¢ntos son, pueden pretender que son m¨¢s. Si no la ilegalizaci¨®n, lo que s¨ª parece propio de la dignidad de los dem¨¢s partidos es no entrar en negociaci¨®n ninguna precisamente con Herri Batasuna. ( ... )
, 16 de febrero
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