El crimen y los negocios, en versi¨®n de Charles Chaplin
Monsiesr Verdoux.
Gui¨®n, direcci¨®n y m¨²sica: Charles Chapl¨ªn, sobre una idea argumental de Orson WeIles. Fotograf¨ªa: Curt Courant y Rolland Totheron. Int¨¦rpretes: Charles Chaplin, Mady Correll, Allison Roddan, Robert Lewis, Martha Raye. Norteamericana, 1946. Comedia.
Local de estreno: Luna 2.
Despu¨¦s de filmar El gran dictador, Charles Chaplin tuvo la idea de narrar para el cine la extra?a vida del famoso asesino Landr¨², que, tras el t¨¦rmino de la primera guerra mundial, no encontr¨® mejor forma para alimentar a su familia que la de explotar su en canto f¨ªsico entre adineradas viudas o solteronas, a las que final mente deb¨ªa matar. Hay una tradici¨®n de amantes enamorados: Troppmann, tras la guerra de 1870, o Petiot, tras la de 1939, utilizaron el mismo sistema de supervivencia. En los casos en que pudieron ser detenidos y ajusticiados, la indignaci¨®n despertada entre sus conciuda danos pudo ser utilizada para desprenderse moment¨¢nemente de los desastres de la posguerra mundial.
De ello no habla Charles Chaplin en su imaginario Monsieur Verdoux; prefiere exponer un particular punto de vista sobre la realidad que animaba a estos personajes (al suyo, al menos).
El momento m¨¢s sorprendente de la pel¨ªcula
Y en esa exposici¨®n se encuentra el momento m¨¢s sorprendente de su pel¨ªcula. Para Charles Chaplin, la carrera del se?or Verdoux no es m¨¢s que la que exige la ¨¦poca: "Cuando se mata en masa, se es un h¨¦roe; cuando se mata en peque?a escala, se es un asesino. La cantidad dignifica. Todo es cuesti¨®n de organizarse; yo no he sabido hacerlo, y por eso pago".
De ah¨ª que el se?or Verdoux no sea jam¨¢s un personaje odio
so. Al contrario: su pulcritud, su elegancia, su capacidad para saber decir en cada momento la frase amorosa necesaria, le convierten en artista. Entiende que en la triste situaci¨®n econ¨®mica en que vive tras perder su puesto en el banco en que trabaj¨® durante treinta a?os, no tiene otra alternativa. Porque, por otra parte, el se?or Verdoux es un hombre tierno que se inquieta por la vida de una oruga (al tiempo que de la chimenea de su chal¨¦ vuelan f¨¦tidos humos del cad¨¢ver que quema durante tres d¨ªas), o reprende a su hijo por tirar de la cola al gato, o se emociona ante la vida de una desconocida a la que quer¨ªa matar para ensayar un nuevo veneno.
Tierno, sensible, p¨ªcaro, asesinoTierno, sensible y p¨ªcaro, corre enloquecidamente de un lugar a otro, buscando el dinero que precisa para que el hogar de su mujer leg¨ªtima (una inv¨¢lida que vive con su peque?o hijo) no sea pasto de especuladores. Verdoux no asesina por capricho, no es un vocacional, sino que trata de ir resolviendo sus problemas dom¨¦sticos.
El talento cinematogr¨¢fico de Charles Chaplin para saber interpretar su personaje con matices sorprendentes y no perder por ello el punto objetivo al que obliga la c¨¢mara se muestra con generosidad a lo largo de la proyecci¨®n.
Aunque abandon¨® para esta pel¨ªcula su cl¨¢sico personaje de Charlot (y perdi¨® as¨ª el favor del p¨²blico, que conden¨® la pel¨ªcula Monsieur Verdoux al m¨¢s rotundo fracaso), no perdi¨® el humor.
Intermitente, florece en secuencias geniales: las m¨¢s divertidas se encuentran en sus frustrados intentos por asesinar a la vulgar Anabella: el veneno es uti lizado como tinte para el pelo, y el paseo en barca queda interrumpido por la ins¨®lita aparici¨®n de un tirol¨¦s contento.
Pero ese humor no se circunscribe s¨®lo a momentos precisos, sino que se reparte por toda la pel¨ªcula: humor ciertamente amargo que se concreta en el discurso ¨²ltimo, en el que Verdoux, con tranquilidad, se r¨ªe de sus verdugos porque conoce el secreto de su justicia y sabe que no tiene valor alguno.
Monsieur Verdoux es una pel¨ªcula ¨¢cida, inteligente, revulsiva, que permanece fresca para el espectador de nuestros d¨ªas, a pesar de todos los a?os que han transcurrido desde que fue filmada por Charles Chaplin.
Quiz¨¢ alguna secuencia se prolonga m¨¢s all¨¢ de lo que hoy nos parece necesario o la m¨²sica ilustra con excesiva fuerza pasajes de poca intensidad. En todo caso carecen de importancia.
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