La p¨¦rdida de calidad de vida
Durante el proceso que desencaden¨® la revoluci¨®n industrial, tanto sobre la vida material como sobre el pensamiento, cundi¨® la confianza en los efectos benefactores del progreso econ¨®mico. La idea, sin embargo, de que el desarrollo industrial sea sin¨®nimo de progreso humano y conduzca por s¨ª solo a una mejora general en las condiciones de vida ha entrado bruscamente en crisis. Los diagn¨®sticos sobre la gravedad del deterioro ambiental y las numerosas alarmas sobre el impertinente modelo de crecimiento han sido sucesivamente desestimadas o atendidas muy parcialmente hasta el momento. En este art¨ªculo, el prestigioso bi¨®logo Edward Kormondy hace un balance de las trascendentes degeneraciones que ya se han producido y alerta sobre la urgencia de una acci¨®n internacional acorde con la magnitud de la amenaza. Porque es la humanidad entera -dice el autor- la que est¨¢ en juego si no se corrigen, sea cual sea el coste econ¨®mico, las actuales relaciones del hombre y la naturaleza.
La mejora de la calidad de vida depende de las perspectivas de cada uno. Para un pueblo hambriento, m¨¢s comida mejorar¨ªa la calidad de su vida; para un pueblo plagado por las enfermedades, ser¨ªa la eliminaci¨®n o incluso la atemperaci¨®n de ¨¦stas; para un pueblo cansado de la guerra, ser¨ªa la paz; para los parados, la oportunidad de poder trabajar. Una relaci¨®n de los diversos factores que constituir¨ªan una mejora podr¨ªa ampliarse f¨¢cilmente incluyendo una diversidad de condiciones sociales, econ¨®micas y pol¨ªticas. La mejora del medio ambiente en que vivimos, el aire, el agua y, el suelo contribuir¨ªa a la mejora de la calidad de vida. Sin embargo, todas las mejoras tienen puntos positivos, pero tambi¨¦n costes. Todas presentan una serie de dilemas fundamentales que exigen el ejercicio de la libre elecci¨®n basada en valores ¨¦ticos.
La atm¨®sfera terrestre
El aire es uno de los varios componentes de nuestro medio ambiente que damos por hecho. Nos rodea, lo respiramos, pero tambi¨¦n lo modificamos. El mismo acto de respirar le priva de ox¨ªgeno y le a?ade di¨®xido de carbono. El di¨®xido de carbono es producto del metabolismo, o combusti¨®n, de mol¨¦culas por portadoras de carbono, principalmente hidrocarburos. Este intercambio de ox¨ªgeno y di¨®xido de carbono est¨¢ m¨¢s o menos equilibrado, de ah¨ª que no afecte adversamente a nuestro medio ambiente.
Pero no es as¨ª en el caso del di¨®xido de carbono producido por la combusti¨®n de los combustibles f¨®siles: petr¨®leo, carb¨®n, gas. En este caso, el carbono eliminado hace tiempo est¨¢ regresando a la atm¨®sfera a unos niveles cada vez mayores desde 1850. Desde esa fecha, el aumento de di¨®xido de carbono en la atm¨®sfera ha sido de entre 290 a 335 partes por mill¨®n, o de cerca de un 15%.
En la atm¨®sfera, el di¨®xido de carbono absorbe y despide la radiaci¨®n infrarroja de la superficie de la Tierra, atrapando calor de esta forma. Cuanto mayor sea la cantidad de di¨®xido de carbono, mayor ser¨¢ el calor atrapado. Es b¨¢sicamente el mismo fen¨®meno que se produce en un coche al sol con las ventanas cerradas. Es tambi¨¦n el mismo efecto que se produce en un invernadero, por lo que se le denomina efecto invernadero.
La Academia de Ciencias norteamericana ha predicho que, si siguen las tendencias actuales, el nivel de di¨®xido de carbono de la atm¨®sfera se doblar¨¢ en unos cincuenta a?os. Esto dar¨ªa como resultado un aumento global de las temperaturas de entre 1,5? C y 4,5? C. Este cambio, aparentemente m¨ªnimo, de la temperatura producir¨ªa, no obstante, zonas de sequ¨ªa en ¨¢reas, agr¨ªcolamente productivas en la actualidad, de Am¨¦rica del Norte y Asia. Provocar¨ªa, asimismo, la erosi¨®n de la capa de hielo del oeste de la Ant¨¢rtida, con la consiguiente elevaci¨®n del nivel del mar, inundando e incluso sumergiendo completamente muchas ciudades costeras del mundo.
Intimamente conectado con el efecto invernadero est¨¢ el fen¨®meno de la lluvia ¨¢cida. La lluvia ¨¢cida es una precipitaci¨®n, en cualquiera de sus formas -lluvia, nieve, aguanieve, niebla-, que contiene soluciones de dos ¨¢cidos fuertes, sulf¨²rico y n¨ªtrico. El azufre y el nitr¨®geno de estos ¨¢cidos provienen principalmente de la combusti¨®n de los combustibles f¨®siles y, como en el caso del di¨®xido de carbono, su aumento ha tenido lugar, sobre todo, en los ¨²ltimos 150 a?os. A causa de su naturaleza como aerosoles, los ¨®xidos de azufre y nitr¨®geno pueden desplazarse a considerables distancias antes de combinarse con el agua y precipitarse en forma de ¨¢cidos. En Estados Unidos, por ejemplo, la fuente principal de la contaminaci¨®n atmosf¨¦rica de azufre y nitr¨®geno se encuentra en el ¨¢rea industrial del Medio Oeste, pero la lluvia ¨¢cida se produce en el Noreste, a unos 750 kil¨®metros de distancias del Medio Oeste.
La lluvia ¨¢cida es la responsable de la acidificaci¨®n de muchos lagos y r¨ªos. En Noruega, por ejemplo, todos los lagos dentro ,de una zona de 13.000 kil¨®metros cuadrados han perdido toda su fauna pisc¨ªcola a causa de la acidificaci¨®n. A pesar de que no se ha atribuido ning¨²n efecto adverso sobre la salud a las aguas ¨¢cidas, se sabe que pueden desprender el cobre de las tuber¨ªas. Los ni?os del suroeste de Suecia han contra¨ªdo la diarrea por los altos niveles de contenido de cobre en el agua acidificada empleada para el consumo. Adem¨¢s, la lluvia ¨¢cida ha causado da?os directos a estructuras arquitect¨®nicas, causando la corrosi¨®n de monumentos tan famosos como las seis Cari¨¢tides de la Acr¨®polis, el Parten¨®n, el Taj Mahal, el Coliseo, el monumento a Lincoln y el monumento a Washington.
No hay duda de que todos coincidir¨ªamos en afirmar que el efecto invernadero y la lluvia ¨¢cida degradan antes que mejoran el medio ambiente y, consecuentemente, menguan la calidad de vida.
Y, sin embargo, las causas de estos fen¨®menos degradantes van aparejadas al desarrollo industrial. Probablemente, todos estar¨ªamos de acuerdo en que el desarrollo industrial es un medio de mejorar fa calidad de vida. Aqu¨ª reside el dilema, un dilema que podr¨ªa resolverse mediante aplicaciones tecnol¨®gicas para reducir los niveles de contaminantes atmosf¨¦ricos. Pero ?qui¨¦n pagar¨ªa estos correctores? En ¨²ltima instancia, ser¨ªamos todos nosotros.
El medio del agua
En condiciones naturales, un lago o un estanque sufre un proceso de envejecimiento. Es decir, la invasi¨®n de vegetaci¨®n de las orillas y la sedimentaci¨®n, producida por la muerte de las plantas y animales, va recubriendo el fondo; estos dos procesos trans-
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