Duras cr¨ªticas de Estados Unidos al contenido de la reuni¨®n de intelectuales y artistas en Par¨ªs
La ¨®pera cultural, o el baile de los cerebros, o el guateque de fin de semana de los ni?os bien del socialismo a la francesa, razones sociales todas ellas con las que se ha bautizado a la reuni¨®n de la semana pasada de cerca de cuatrocientos intelectuales o artistas invitados por el ministro galo de Cultura, Jack Lang ha desencadenado las hostilidades franco-americanas. La Prensa de Estados Unidos denuncia la nulidad francesa en la cultura mundial contempor¨¢nea.
Los franceses no es que todos aplaudan, ni mucho menos, la fiesta cultural clausurada por el presidente de la Rep¨²blica, Fra?ois Mitterrand, pero les duele la embestida. El arquitecto catal¨¢n Ricardo Bofill, participante en el coloquio, considera este ¨²ltimo "impresionantemente positivo" y, a su vez, denuncia la nulidad de la contribuci¨®n espa?ola al mismo.Es oportuno recordar que en el coloquio de los pasados d¨ªas 12 y 13, en la universidad parisiense de la Sorbona, sobre la cultura y la crisis econ¨®mica, algunos de los participantes arremetieron Contra Dallas, la serie americana de televisi¨®n que ha recorrido el mundo. A partir de este detalle s¨ªmbolo para el ministro Lang del "imperialismo cultural americano", el diario Wall Street Journal, biblia de los hombres de negocios de Estados Unidos, se despach¨® a gusto con el ministro antedicho, con sus invitados y con el presidente Mitterrand.
El redactor jefe de ese peri¨®dico escribi¨®: "En vez de preocuparse a prop¨®sito de Dallas, Jack Lang podr¨ªa preguntarse por qu¨¦ Francia es una nulidad en la cultura mundial contempor¨¢nea activa. En lugar de ofrecerse como salvador de la cultura planetaria, deber¨ªa preguatarse por qu¨¦ Franc¨ªa no ha producido ninguna novela de real importancia en veinte a?os, excepci¨®n hecha de Michel Tournier, y por qu¨¦ Francia ha desaparecido en el terren¨® de las artes pl¨¢sticas, y por qu¨¦ el mundo entero se r¨ªe del ¨¦nfasis de la ret¨®rica francesa tradicional tal como se ense?a, a¨²n, en las escuelas francesas arca¨ªcas, y tal como se escribe en el Ministerio franc¨¦s de la Cultura. El Washington Post no se queda atr¨¢s al estimar que el presidente de la Rep¨²blica francesa con el sensacional are¨®pago de la inteligencia convocado en Par¨ªs, "lo que pretend¨ªa era enmascararles a los. ciudadanos franceses el fracaso de la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno socialista".
El New York Times, por el contrario, vio en la fiesta "la importancia que le concede el Gobierno a la reconquista, para Francia, del papel de l¨ªder cultural intemacional din¨¢mico". Pero otros peri¨®dicos se ensa?aron con Lang, "el prototipo perfecto del bur¨®crata de la cultura", y palificaron la reuni¨®n de "p¨¦rdida de tiempo", de .una nsi¨®n para el mundo entero", de "una verg¨¹enza para la inteligencia", etc¨¦tera. Y no olvidaron banderillear a los artistas e intelectuales americanos, "que no pod¨ªan pedir m¨¢s, en estos tiempos de crisis, al ser invitados a viajar gratis en Concorde y a comer y a dormir como reyes".
En Francia, algunos peri¨®dicos influyentes como el independiente Le Monde, se han limitado a recoger las cr¨ªticas, americanas. Y otros han embestido con argumentos defensivos o con ataques no menos virulentos que los americanos "idiotas y desagradecidos", seg¨²n sentencia de uno de ellos.
Los artistas y hombres de letras franceses no han entrado al trapo rojo como posiblemente lo hubiesen deseado las autoridades. Muchos de ellos, como lo ha patentizado la Prensa americana, denuncian el dirigismo cultural que se desprende del lema repetido por Mitterrand y por su ministro de Cultura, Lang, y que reza: El socialismo es, sobre todo, un proyecto cultural. Por ello, soci¨®logos y fil¨®sofos, como Gluksmann, Morin, Bourdieu, Foucault, Cioran, etc¨¦tera, no estuvieron presentes en La Sorbona, porque no se les invit¨® o porque no quisieron asistir. La participaci¨®n espa?ola fue representada por el m¨²sico Luis de Pablo, por el arquitecto Ricardo Bofill, por el economista Jos¨¦ Luis S ampedro y por el pintor Eduardo Arroyo. En opini¨®n de Bofill, la reuni¨®n del otro d¨ªa fue muy interesante si se toma como, en su opini¨®n, hay que tomarla, es decir, " como algo m¨¢s simb¨®lico que real". Dice el arquitecto catal¨¢n que "nunca se hab¨ªa visto tanta inteligencia por metro cuadrado reunida y protagonizando un acto. Por lo dem¨¢s, al final de las discusiones y discursos se concluyeron postulados indiscutibles de nuestro tiempo: que no hay modelos prefabricados, que ni el dirigismo de Estado, ni el liberalismo, ni la socialdemocracia, sirven. En consecuencia, que hay que crear constantemente, y que el arte ha dejado de ser un valor a?adido para convertirse en tin quehacer cotidiano. Y, por fin, que no hay retorno al pasado; es decir, que la tercera revoluci¨®n industrial es el instrumento creador del futuro".
Bofill se refiri¨® a los participantes espa?oles para anotar su "desorganizaci¨®n. Todos aportaron algo, menos nosotros. El mundo hisp¨¢nico no existi¨®".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.