Consideraciones en torno a la motivaci¨®n deportiva
Dec¨ªa Mara?¨®n que "el hombre hace deporte para que la naturaleza le perdone el pecado mortal de no trabajar". Quiz¨¢ nada tan exacto se ha dicho acerca de las motivaciones profundas que a partir de los tiempos modernos han llevado a todas las sociedades a la pr¨¢ctica de actividades deportivas.
La relaci¨®n del hombre con su entorno ha ido adquiriendo crecientes interferencias y complicaciones, a medida que el desarrollo t¨¦cnico y las exigencias de la divisi¨®n del trabajo han creado, poco a poco, una segunda naturaleza, en donde el ser humano actual est¨¢ inmerso, y de la que ya no puede prescindir. La ciudad moderna, con sus grandes edificios, donde calefacciones y aparatos de aire acondicionado hacen que no se perciban los cambios de temperatura; donde los ascensores, escaleras mec¨¢nicas y transportes p¨²blicos evitan los esfuerzos de la deambulaci¨®n, y donde cualquier trabajo muscular o fatiga corporal van siendo sustituidos por la m¨¢quina, ha creado un tipo de hombre que, si bien no puede prescindir ya de las comodidades que le rodean, a?ora al mismo tiempo el contacto perdido con la naturaleza y sabe, desde el fondo de su instinto, que ha de reconciliarse con ella si no quiere incurrir en ese pecado mortal del que hablaba Mara?¨®n y que trae como castigo la p¨¦rdida de la salud y de la alegr¨ªa de vivir.Por eso hace deporte, porque sabe que cuando recupere el tono de sus m¨²sculos, la adaptaci¨®n a los climas y la capacidad a vencer obst¨¢culos y a soportar la fatiga habr¨¢ podido evitar la obesidad, la depresi¨®n y el gran n¨²mero de enfermedades que crecen y se desarrollan sobre los ¨®rganos y los tejidos atrofiados por las comodidades y el sedentarismo.
Derecho
La palabra motivaci¨®n, al igual que otras que se ponen de moda, ha sido objeto de ciertas desfiguraciones y utilizaciones abusivas. Se ha hecho uso de ella para designar ciertos m¨¦todos de propaganda mediante los cuales se pretende convencer a personas o grupos para que realicen algo que nos conviene o nos produce beneficios. En su aut¨¦ntico sentido s¨®lo podr¨ªa hablarse de motivaci¨®n cuando los beneficios recayeran sobre las personas a quienes se motiva. Habr¨ªa la misma diferencia que entre el amor verdadero y el trato mercenario. Debemos, pues, recobrar la puridad del concepto al aplicarlo a un plan deportivo. Para los profesionales de la educaci¨®n deportiva, la motivaci¨®n no debe ser otra cosa que la exposici¨®n cient¨ªfica y objetiva de los beneficios que el ciudadano o el alumno puede y debe obtener a trav¨¦s del deporte y el ejercicio f¨ªsico.
Establecidos estos principios generales asentados sobre la base doctrinal de la verdad y el inter¨¦s p¨²blico, nos puede quedar el an¨¢lisis general de la comunidad en donde han de desarrollarse los planes deportivos y los programas espec¨ªficos.
Un plan de ejercicios y deportes que se establezca para una comunidad no puede constituir un hecho aislado. Tiene que tener una necesaria relaci¨®n, por una parte, con las caracter¨ªsticas espec¨ªficas de dicha comunidad y, por otra parte, con proyectos amplios y globales organizados por el Estado en favor del desarrollo y bienestar colectivos. Si, como est¨¢ fuera de toda duda, el deporte y el ejercicio son importantes factores en la prevenci¨®n de enfermedades f¨ªsicas y mentales, el derecho a su pr¨¢ctica ser¨¢ un aspecto parcial del derecho a la salud y, por tanto, uno de los m¨¢s b¨¢sicos y principales derechos humanos. Es, por tanto, a los poderes p¨²blicos a quienes compete garantizar, no s¨®lo su pr¨¢ctica, sino contribuir a su difusi¨®n y est¨ªmulo.
Es ocioso decir que un plan de actividades deportivas ha de ir precedido de un estudio sociol¨®gico de la comunidad en sus caracter¨ªsticas m¨¢s significativas. Y s¨®lo ser¨ªa pertinente subrayar los aspectos de orientaci¨®n antropol¨®gico-cultural, que deben estar contenidos en dicho estudio.
La recuperaci¨®n de juegos y deportes populares que tanto abundaban hasta un pasado relativamente pr¨®ximo es esencial. Habr¨ªa que propiciar la instalaci¨®n de frontones p¨²blicos, que tan caracter¨ªsticos eran no s¨®lo del Pa¨ªs Vasco, sino tambi¨¦n de Castilla. Los juegos de bolos y petanca. Lanzamientos de barra y toda clase de pruebas de fuerza y habilidad deben volver a formar parte, en la medida de lo posible, de las costumbres y del vivir cotidiano, porque constituyen aspectos importantes de nuestra rica tradici¨®n, que est¨¢n a¨²n presentes en la memoria colectiva. En ellos hay elementos l¨²dicos e imaginativos necesarios para que la, a veces, mon¨®tona disciplina deportiva tenga contrapuntos amenos y gozosos. Esta ser¨ªa una de las m¨¢s nobles formas de motivaci¨®n: devolver al pueblo lo que es m¨¢s esencialmente suyo: sus tradiciones, sus derechos y, quiz¨¢ lo m¨¢s importante, su protagonismo.
Esto nos lleva a una revisi¨®n fundamental sobre lo que ha constituido el concepto y el ambiente de los deportes en las ¨²ltimas d¨¦cadas. Se ha favorecido de manera p¨²blica el crecimiento de masas inmensas de espectadores, constituidas, parad¨®jicamente, en su mayor¨ªa, por gentes sedentarias que no practicaban habitualmente deporte ni ejercicio alguno.
Para ellos, el deporte era s¨®lo el espect¨¢culo o simplemente la noticia. El comentario, la discusi¨®n y aun la disputa sustitu¨ªan a cualquier pr¨¢ctica realmente deportiva. Eran y son a¨²n grandes masas pasivas de consumidores de espect¨¢culos, c¨ªrculos y noticias deportivas, que generaban con su enorme aportaci¨®n econ¨®mica unos negocios de extraordinaria envergadura.
El caso del f¨²tbol es el verdaderamente representativo de este fen¨®meno. Su pr¨¢ctica es casi exclusivamente profesional y en ella alcanzan el estrellato y aun el divismo un escaso n¨²mero de jugadores, en cuyos contratos y transacciones se invierten cifras de dinero que contrastan pat¨¦ticamente con las que se destinan a nuestro desarrollo cient¨ªfico, cultural y de educaci¨®n general y deportiva. Maradona, por ejemplo.
Propaganda
Una propaganda inmensa invade las ondas de la radio, los canales de televisi¨®n, las p¨¢ginas de peri¨®dicos y revistas, y desborda en anuncios, signos y emblemas todos los lugares p¨²blicos. Los bares y casinos son las verdaderas bases para su multiplicaci¨®n. Las apuestas o quinielas difunden la afici¨®n con los est¨ªmulos, siempre dudosos, de los juegos de azar.
Historiadores, soci¨®logos y pol¨ªticos que han analizado estos fen¨®menos han visto en ellos una forma de alienaci¨®n colectiva. Nada tan alejado del esp¨ªritu ol¨ªmpico como esa atm¨®sfera pseudodeportiva, ni nada tan contrario a la motivaci¨®n como esa propaganda desmesurada y deforme. La propaganda es importante para conseguir fines totalmente contrarios a los de calentar un sill¨®n con un buen puro habano delante de un partido televisado, crey¨¦ndose deportista por estas actitudes.
Cabr¨ªa citar numerosos ejemplos de organizaciones y programas mediante los cuales el Estado motiva a sus ciudadanos a la pr¨¢ctica deportiva. En Estados Unidos, pese a los muchos criticables excesos del libre cambio, hay unos magn¨ªficos programas de formaci¨®n deportiva, en los que tanto el Estado como todo tipo de instituciones invierten crecidas sumas. Son de admirar tanto la infraestructura como la organizaci¨®n. El n¨²mero y la calidad de los educadores deportivos es tambi¨¦n muy alto. Esto es sobradamente conocido. Lo que no es tan conocido es la construcci¨®n, a cargo de los Estados federales, de ¨¢reas de recreo. All¨ª se llaman recreation. Su objetivo es facilitar a los ciudadanos el contacto con la naturaleza y propiciar toda clase de ejercicios y expansiones. Se acotan zonas escogidas por su belleza e inter¨¦s bot¨¢nico o geol¨®gico. Se protegen las especies geol¨®gicas y se cuidan y replantan las bot¨¢nicas.
Se instalan, adem¨¢s, pistas y circuitos para carreras, ¨¢reas de camping con sus correspondientes servicios, caminos entre los bosques se?alizados en distancia para la pr¨¢ctica de marchas y zonas de pic-nic con mesas y parrillas. Todo esto lo hace el Estado federal como compensaci¨®n al ciudadano que paga sus tasas y en la creencia de que el ejercicio y el deporte son un bien por el que deben velar.
Volviendo a los aspectos de la motivaci¨®n aplicados a nivel de la psicolog¨ªa individual, aunque poco conocidos en nuestro pa¨ªs, tienen un cierto desarrollo en otras latitudes, como refleja muy bien la bibliograf¨ªa anglosajona. Jensen, de la Universidad de Utah, cree que entre las causas principales que motivan al joven a la competici¨®n deportiva figuran:
1. Exceso de energ¨ªa, deseo de competir.
2. Deseo de prestigio, experiencia de ¨¦xito.
3. Deseo de demostrar a los dem¨¢s y a s¨ª mismo sus capacidades.
4. Escape de la monoton¨ªa, la ansiedad y los complejos de inferioridad.
5. Canalizar la agresividad por v¨ªas permitidas socialmente.
6. Atrae la atenci¨®n del sexo opuesto.
Este mismo autor hace referencia a investigaciones de psicolog¨ªa deportiva en las que se estudian los est¨ªmulos id¨®neos para atletas introvertidos y los que resultar¨ªan m¨¢s adecuados para extrovertidos. Trata tambi¨¦n de las actitudes que debe adoptar el profesor / entrenador y de los rasgos psicol¨®gicos que debe poseer.
Relaciones
Otros autores se ocupan de las relaciones entre el ejercicio y las perturbaciones psicomentales. As¨ª, Murphy y colaboradores, que dan cuenta de la mejor¨ªa por medio del deporte de grupos de alcoh¨®licos, tanto en su h¨¢bito como en su estado de depresi¨®n y ansiedad. Dowel, que constata con pruebas psicol¨®gicas la mayor autoaceptaci¨®n de grupos sometidos a programas de ejercicios. Y podr¨ªa a?adirse un largo etc¨¦tera de nombres y publicaciones.
Creo que estos estudios, de gran valor en sus ¨¢mbitos respectivos, sin embargo, lo tendr¨ªan s¨®lo relativo en el nuestro y no podr¨ªan sustituir en modo alguno a los que se hicieron tomando como base los elementos de nuestra realidad social. Se abrir¨ªa as¨ª otro importante campo de colaboraci¨®n entre profesionales de la psicolog¨ªa y psiquiatr¨ªa y los educadores.
Durante las ¨²ltimas d¨¦cadas se han producido en nuestro pa¨ªs importantes cambios demogr¨¢ficos y sociales, que un deficiente servicio de estad¨ªstica no ha valorado ni registrado en forma debida. Contingentes numerosos de procedencia agraria se han transformado en subproletariado industrial, que se hacina en los cinturones y suburbios de las grandes ciudades. Negligencias, desajustes, ignorancias o intereses consumistas mantienen a esas gentes privadas de servicios tan elementales como hospitales, escuelas, bibliotecas, centros de cultura y deportes.
La marginaci¨®n que esto supone ha creado formas de subcultura, grupos de j¨®venes paradelincuentes y proclives al alcoholismo y la drogadicci¨®n, que pueden cruzar en cualquier momento la borrosa barrera que les situar¨¢ dentro del c¨®digo penal. La nueva sociedad que la Constituci¨®n inspira tiene que conocer y remediar esto. Nosotros, como educadores, proponemos la dignificaci¨®n por el ejercicio f¨ªsico como motivaci¨®n para el establecimiento de una sociedad m¨¢s justa y arm¨®nica.
es profesor de Educaci¨®n F¨ªsica y coordinador t¨¦cnico del Servicio Municipal de Deportes de Legan¨¦s.
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