El aborto contin¨²a penalizado en Portugal, salvo casos de peligro para la vida de la madre
En Portugal, el a?o de 1982 fue el de la primera batalla (perdida) en favor de la despenalizaci¨®n del aborto. Los gabinetes de izquierda que gobernaron el pa¨ªs hasta 1978 no supieron -o no quisieron- encarar el problema de la interrupci¨®n voluntaria del embarazo, incluida en sus programas con la misma decisi¨®n que llev¨® a la legalizaci¨®n del divorcio. Portugal permanece en materia de aborto en la misma situaci¨®n legal que se encontraba antes de la revoluci¨®n de 1974.
La revisi¨®n del C¨®digo Penal, recientemente concluida, confirma el car¨¢cter criminal del aborto y mantiene penas de hasta dos a?os de prisi¨®n mayor para los autore, activos o pasivos, de este delito. Queda, sin embargo, a la conciencia de los tribunales la apreciaci¨®n de eventuales situaciones de necesidad exculpantes, que autoriza a los jueces a absolver a quien practic¨® el aborto como ¨²nico medio a su alcance para evitar un mal mayor.Se trata de un concepto bastante vago y subjetivo, fuertemente atacado por los extremistas adversarios de la legalizaci¨®n del aborlo, que ven en ¨¦l una brecha abierta en el principio del derecho inviolable a la vida, por la que pueden escapar a la justicia el m¨¦dico que practica el llamado aborto terap¨¦utico o eugen¨¦sico o la mujer,quiere salvarse de la deshonra de ser madre soltera.
El debate parlamentario sobre la despenalizaci¨®n, suscitado por el Partido Comunista de Portugal, se sald¨® con una derrota pol¨ªtica; pero afianz¨® entre los diputados que la defendieron -y sobre todo entre las diputadas- la convicci¨®n de que la victoria moral y social les pertenece, y que la ley, tarde o temprano, tendr¨¢ q¨²e adaptarse a la realidad.
La diputada comunista Zita Seabra, m¨¦dica, que defendi¨® en el Parlamento el proyecto de despenalizaci¨®n del PCP, se comprometi¨® a volver a suscitar el debate en cada futura sesi¨®n legislativa, y es probable que el Parlamento que resulte de las pr¨®ximas elecciones anticipadas permita ya la existencia de una mayor¨ªa favorable.
Para muchos, la victoria hubiese sido posible en 1982 de no ser por las presiones ejercidas por los democristianos sobre sus aliados socialdem¨®cratas en el Gobierno, que obligaron al PSD a imponera su grupo parlamenta no una disciplina de voto violentamente contestada por algunos de sus miembros y, soportada por otros con grandes reticenc¨ªas.
Para evitar en lo posible el enfrentamiento radical con la influyente Iglesia cat¨®lica portuguesa, los defensores, de la despenalizaci¨®n centraron el debate en la necesidad de luchar contra la plaga social del aborto clandestino, y el proyecto del partido comunista se inspiraba en esta preocupaci¨®n.
Proyecto moderado
Seg¨²n el proyecto, fuera de los casos de aborto terap¨¦utico, por peligro grave para la salud de la embarazada, el per¨ªodo durante el cual una mujer pod¨ªa solicitar la voluntaria se restringe a las seis primeras semanas de la gestaci¨®n; deb¨ªa ser autorizado por dos m¨¦dicos especialistas y la interrupci¨®n del embarazo deb¨ªa ser realizada en establecimientos hospitalarios del Estado o autorizados a practicar este tipo de intervenci¨®n de manera gratuita. Las mujeres de m¨¢s de 45 a?os o con un n¨²mero elevado de hijos pod¨ªan beneficiarse de la autorizaci¨®n por simple manifestaci¨®n de su voluntad de interrumpir el embarazo, mientras en los dem¨¢s casos hab¨ªa que considerar, adem¨¢s de la edad, estado de salud f¨ªsica y ps¨ªquica, numero de hijos, situaci¨®n econ¨®mica y familiar, condiciones de vida (trabajo, alojamiento) de la embarazada y de su familia. Los m¨¦dicos y el personal sanitario ten¨ªan reconocido el derecho de negarse a pr¨¢cticar la interrupci¨®n voluntaria del embarazo por motivos de conciencia.
El Partido Socialista, sin hacer total¨ªnente suya la argumentaci¨®n del PCP, consider¨® que "nadie est¨¢ obligado a abortar porque exista una ley de despenalizaci¨®n, de la "misma manera que nadie est¨¢ obligado a divorciarse porque exista una ley sobre el divorcio". El diputado socialista Almeida Santos interpel¨® a sus colegas masculinos acerca del derecho que asiste a una asamblea, compuesta en su casi totalidad por hombres, de decidir sobre una materia que tan ¨ªntimamente afecta a las mujeres, dejando en el aire la necesidad de proceder a una mejor investigaci¨®n y, tal vez, un refer¨¦ndum.
Mayor¨ªa favorable
Las estad¨ªsticas conocidas muestran que el n¨²mero de portugueses que siguen oponi¨¦ndose a cualquier tipo de aborto legal" es reducido, y que una mayor¨ªa es ya favorable a la interrupci¨®n "en ciertos casos". El mayor porcentaje de personas que se pronuncian en favor del aborto se sit¨²a entre los 25 y 35 a?os, y hombres y mujeres tienen, aproximadamente la misma opini¨®n. El hecho de que las familias portuguesas tengan actualmente una media de menos de tres hijos, a pesar de un consumo de contraceptivos que se situa entre los m¨¢s bajos de Europa occidental, es el m¨¢s seguro ¨ªndice de la importancia del aborto clandestino, que sigue siendo, un negocio lucrativo para muchos. Aunque los m¨¦dicos admitan una n¨ªtida disminuci¨®n del n¨²mero anual de muertes como consecuencia de pr¨¢cticas abortivas, recientemente se han valorado en 2.000.
Hace unas semanas, un peri¨®dico relataba el caso de una mujer de treinta a?os, madre de dos hijos, muerta, por s¨ªncope cardiaco cuando se somet¨ªa a un aborto, probablemente por un choque provocado por la anestesia.
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