Terremoto en las finanzas
La campanada del Consejo de Ministros de expropiar los bancos y las sociedades del holding Rumasa, despu¨¦s de una larga cadena de rumores, desmentidos y r¨¦plicas entre el presidente del grupo y la Administraci¨®n, ha significado un terremoto en el mercado financiero espa?ol. Las reacciones, como era de esperar, han sido pol¨¦micas. Pero, en contra de lo que ciertas opiniones quieran hacer creer, en ning¨²n caso el Gobierno -ni siquiera la actual izquierda espa?ola en su conjunto- ha postulado jam¨¢s la supresi¨®n de la econom¨ªa de mercado ni la estatalizaci¨®n de la actividad productiva. El Estado est¨¢ obligado a ser no s¨®lo un buen administrador de servicios y simple orquestador de pol¨ªticas econ¨®micas, como sostienen ciertos sectores, sino que debe actuar con un fin social, por encima del simple af¨¢n de leg¨ªtimo lucro de la empresa privada, protegiendo los intereses nacionales, mucho m¨¢s generales y amplios que los estrictamente empresariales.Si el Ejecutivo ten¨ªa sobrados y comprobados motivos para pensar que el grupo Rumasa estaba pisando sobre un pantano de arenas movedizas -y el ministro Boyer dio ayer razones contundentes-, a nadie puede extra?ar que se decidiera la expropiaci¨®n de un colectivo de empresas, industrias y sociedades por cuyas manos pasa casi el 2% de la riqueza nacional. Lo contrario hubiera supuesto una dejaci¨®n de la acci¨®n p¨²blica y un grave riesgo para la econom¨ªa espa?ola, para quienes pusieron sus capitales en los bancos o sociedades del grupo y para los propios empleados que trabajaban en el holding.
, 25 de febrero.
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