Peseta - SME: Condenados a entenderse
La peseta no tiene otra posibilidad que seguir a las monedas de la Comunidad Econ¨®mica Europea, y muy especialmente, al franco franc¨¦s. El volumen de intercambio comercial con Francia as¨ª lo justifica y, adem¨¢s, por las similares condiciones econ¨®micas. b¨¢sicas entre ambos pa¨ªses. En definitiva, la necesidad de garantizar m¨ªnimamente la competividad de las exportaciones espa?olas hace prever que la peseta acent¨²e su tendencia a la baja.
Tras una jornada de violaci¨®n de la disciplina cambiaria y de aparente relajaci¨®n en las obligaciones interventoras de los ocho bancos centrales vinculados al Sistema Monetario Europeo (SME), se ha impuesto el buen sentido y, refrescando la memoria hist¨®rica, franceses y alemanes han evitado el destripamiento violento del m¨¢s apreciado reptil de la fauna continental.Cuatro a?os de dif¨ªcil rodaje para un esquema de disciplina monetaria animado con m¨¢s voluntad pol¨ªtica que posibilidades efectivas de coordinaci¨®n en las pol¨ªticas econ¨®micas. Precondici¨®n, esta ¨²ltima, para el funcionamiento sin sobresaltos de cualquier proyecto, medianamente vinculante, de cooperaci¨®n monetaria.
Preciosa ocasi¨®n tambi¨¦n para desarchivar las tres razones fundamentales en que el Banco de Espa?a fundament¨® su negativa a la solicitud de incorporaci¨®n al reci¨¦n nacido sistema en 1979. A la desconfianza original sobre la viabilidad del SME, se a?adir¨ªa el hecho de que Espa?a iniciaba entonces una pol¨ªtica de flotaci¨®n de la peseta cuyos aceptables resultados iniciales desaconsejaba un retorno a un marco disciplinario m¨¢s estricto. Con todo, el argumento de mayor peso radicaba en las profundas diferencias en tasas de inflaci¨®n existentes entre nuestro pa¨ªs y la CEE que, en el caso de incorporaci¨®n, obligar¨ªan a un fuerte ajuste estabilizador con escaso predicamento en las autoridades econ¨®micas.
Desde entonces, la moneda espa?ola ha mantenido una tendencia a la baja de su tipo de cambio al contado, medido por su valor medio ponderado. Durante 1982, hasta la devaluaci¨®n de diciembre, el precio de la peseta en relaci¨®n con las monedas comunitarias se depreci¨® en un 13%, un 22,5% respecto al d¨®lar y en casi un 15% frente al conjunto de las monedas cotizadas en nuestro pa¨ªs. Por su parte, el tipo de cambio efectivo real de la peseta dio en los dos ¨²ltimos meses del pasado a?o una depreciaci¨®n de casi un 10%. Un comportamiento tal de nuestra moneda habr¨ªa exigido, caso de que se hubiera incorporado al SME, de varias intervenciones del Banco de Espa?a en defensa de la peseta, junto al estrechamiento en la capacidad de maniobra de la pol¨ªtica cambiaria.
En cualquier caso, no existen muchos factores objetivos para celebrar hoy el apartamiento espa?ol del marco disciplinario comunitario. La autonom¨ªa de la pol¨ªtica econ¨®mica reclamada entonces como principal argumento, y tambi¨¦n en estos d¨ªas esgrimida por los miembros del Gobierno franc¨¦s partidarios de la fuga del franco, no deja de ser un enunciado m¨¢s program¨¢tico que una posibilidad real.
La peseta est¨¢ abocada a seguir de cerca las turbulencias del paquete de monedas de la CEE y, muy especialmente, el comportamiento espec¨ªfico del franco franc¨¦s. La importancia del volumen de comercio con ese pa¨ªs lo justifica por s¨ª mismo.
En definitiva, la necesidad de garantizar m¨ªnimamente la competitividad de nuestras exportaciones y la dificultad de aproximar nuestra tasa de inflaci¨®n a las vigentes en la CEE hacen prever que nuestro signo monetario acent¨²e la tendencia depreciadora.
es vicerrector de Estudiantes de la Universidad Aut¨®noma de Madrid.
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