La peseta y el sistema monetario europeo
LAS REPERCUSIONES de la tormenta monetaria en Europa no se han hecho esperar en nuestro pa¨ªs. La necesidad de un acoplamiento monetario entre Francia y Alemania Occidental, los dos grandes pa¨ªses miembros de la CEE y del sistema monetario europeo, ven¨ªa justificada por una serie de acontecimientos de muy diverso orden. De un lado, la victoria de los democristianos en las elecciones de la RFA reafirm¨® una l¨ªnea de ortodoxia econ¨®mica capaz de armonizar un crecimiento razonable con un control estricto de la inflaci¨®n. De otro, los comicios municipales franceses pusieron fin a la luna de miel entre la mayor¨ªa electoral y el Gobierno socialista. Pero el factor decisivo de esta crisis ha sido que las econom¨ªas de ambos pa¨ªses presentaban indicadores notablemente divergentes. El ritmo de crecimiento de los precios ofrec¨ªa una diferencia de cinco puntos en contra de Francia. Y mientras la RFA presenta un saldo positivo en sus intercambios con el exterior, el d¨¦ficit comercial franc¨¦s puede llegar en 1983 a unos 14.000 millones de d¨®lares. En definitiva, la escisi¨®n de una Europa que marcha a dos velocidades no se produc¨ªa entre el norte y el sur, sino entre las dos orillas del Rin.Despu¨¦s de las grandes nacionalizaciones realizadas por Mitterrand, la industria francesa estaba teniendo dificultades en los mercados internacionales. A los problemas de organizaci¨®n de las nuevas empresas estatales se a?ad¨ªa que la ¨¦poca dorada de los contratos apoyados desde el Estado para grandes proyectos industriales (armamento, obras p¨²blicas, etc¨¦tera) estaba entrando en el ocaso como consecuencia de la situaci¨®n financiera de los pa¨ªses importadores en v¨ªas de desarrollo. La lucha comercial se iba desplazando hacia mercados competitivos, en los que la RFA llevaba la mejor parte. As¨ª pues, el reajuste asomaba por todas las esquinas y resultaba inevitable. El problema estribaba en que la tercera devaluaci¨®n de los socialistas franceses, que llevaban ya otras dos sobre sus espaldas, resultaba pol¨ªticamente incosteable para el Gobierno de Mitterrand. El primer ministro Mauroy hab¨ªa proclamado que no la aceptar¨ªa. Las presiones francesas colocaban a Alemania en eldisparadero de tener que cargar con todo el peso del ajuste mediante la revaluaci¨®n del marco. Pero esta decisi¨®n resultaba dificil, tanto para el Gobierno de Bonn, apoyado por los medios empresariales, como para la econom¨ªa alemana, que ha visto crecer tambi¨¦n el paro en los ¨²ltimos meses, mientras sufr¨ªa una dura competencia de los productos japoneses.
La discusi¨®n del fin de semana sobre qui¨¦n revaluaba o devaluaba ha debido ser muy violenta: acusaciones francesas de que la RFA vive dentro de una campana de cristal olvid¨¢ndose de sus compromisos europeos; contrataques alemanes occidentales basados en que los problemas de Francia son consecuencia tanto de una pol¨ªtica social inadecuada en ¨¦pocas de crisis como de un protagonismo estatal que se traduc¨ªa en ineficacias y gastos suplementarios. Finalmente, la amenaza formal de Francia de abandonar el SME, el temor a la dimisi¨®n del ministro de Hacienda franc¨¦s y el peligro del neoproteccionisino han debido contribuir a que los alemanes arrojen sobre sus costillas la parte fundamental del ajuste. As¨ª, el marco se reval¨²a un 5,5%, y el franco se deval¨²a un 2,5%. En definitiva, una diferencia de ocho puntos.
Las restantes monedas europeas se han acoplado a estas variaciones. Como novedades destacables hay que anotar la corta apreciaci¨®n del flor¨ªn holand¨¦s (un 3,5%) y la revaluaci¨®n del franco belga, s¨®lo explicable por motivos pol¨ªticos, de un 1,5%. El ajuste final no parece haber hecho demasiado feliz a los operadores, que pronostican nuevos movimientos monetarios a la altura del mes de septiembre. El d¨®lar se ha apreciado frente a todas las monedas de la comunidad. Ha fallado el pron¨®stico de una depreciaci¨®n del d¨®lar frente al marco, quiz¨¢ porque la econom¨ªa norteamericana mantiene una tasa de inflaci¨®n inferior a la demanda y unos tipos de inter¨¦s altos, que siguen siendo atractivos para quienes desean cobijar su dinero de las vicisitudes de la crisis.
Las autoridades espa?olas han sabido por los. teletipos lo que ocurr¨ªa en Bruselas, pese a que de las decisiones all¨ª tomadas depende sobremanera el futuro econ¨®mico de nuestros ciudadanos. Seguimos siendo un pa¨ªs al que la CEE no s¨®lo no consulta -no tiene por qu¨¦ hacerlo-, sino que ni siquiera informa. La peseta se ha encontrado, de hoz y de coz, en el peor de los rriundos posibles: apreciada frente al franco franc¨¦s, que es la moneda de nuestro principal mercado de exportaci¨®n, y depreciada a¨²n m¨¢s frente al d¨®lar, lo que encarece nuestra factura de importaci¨®n y puede agudizar la inflaci¨®n interna. Desde la devaluaci¨®n de comienzos de diciembre, la peseta se ha depreciado frente al d¨®lar un 6% suplementario, lo que no es un indicio de buena salud. El futuro de la peseta depender¨¢ de la pol¨ªtica que el Gobierno aplique en los pr¨®ximos meses y de las circunstancias exteriores. La cuant¨ªa del d¨¦ficit p¨²blico, el coste de las reconversiones industriales, la expropiaci¨®n de Rumasa, la intervenci¨®n de los bancos en crisis y la pol¨ªtica salarial del sector p¨²blico ser¨¢n algunos de los factores que determinen, junto a los acontecimientos internacionales (que incluyen tanto la eventual reactivaci¨®n norteamericana como la posible estabilizaci¨®n de la econom¨ªa, gala), el mantenimiento de la cotizaci¨®n actual de la peseta o nuevos reajustes. Dada la importancia que desempe?an en ese panorama variables exteriores que el Gobierno no puede controlar, y dada tambi¨¦n la dificultad para calcular las nuevas partidas de las que tendr¨¢ que hacerse cargo el gasto p¨²blico como consecuencia de decisiones pol¨ªticas de diverso g¨¦nero, cabe concluir que Felipe Gonz¨¢lez fue imprudentemente asesorado por quienes le indujeron a afirmar, en su reciente rueda de Prensa, que el futuro inmediato de la peseta no planteaba problemas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.