Espa?a y la transici¨®n a la democracia en Am¨¦rica Latina / 1
En un momento en que el papel de Espa?a en Am¨¦rica Latina puede ser algo m¨¢s que ret¨®rica, el autor de este art¨ªculo, el primero de una serie de tres, propone un primer m¨¦todo de aproximaci¨®n a las realidades del continente latinoamericano. En esta primera entrega, pues, estudia, desde la premisa de la no presencia de las viejas metr¨®polis ib¨¦ricas tras la independencia, la diferencia en los procesos de modernizaci¨®n entre la Pen¨ªnsula y el continente y entre los propios pa¨ªses continentales.
A partir de la invasi¨®n de Napole¨®n a la Pen¨ªnsula Ib¨¦rica, las relaciones entre Am¨¦rica Latina y las antiguas metr¨®polis coloniales -Espa?a y Portugal- entraron en crisis. Ya sea por la lejan¨ªa geogr¨¢fica, las convulsiones pol¨ªticas o la injerencia de Francia, el Reino Unido o Estados Unidos en los nacientes pa¨ªses iberoamericanos, el hecho fue que, salvo andanadas de ret¨®rica, no existi¨® mayor vinculaci¨®n entre Espa?a o Portugal y los Estados de Am¨¦rica Latina.Sin embargo, la evoluci¨®n pol¨ªtica tiene gran parecido. El siglo XIX estuvo marcado por pugnas ideol¨®gicas entre los defensores del sistema tradicional, basado en la propiedad agraria, las relaciones de tipo se?orial y los problemas derivados de los intentos de delimitar el poder temporal de la Iglesia.
Los liberales, tanto en Europa como en Am¨¦rica, preconizaban la difusi¨®n de los valores del racionalismo y de la soberan¨ªa popular. Y en materia econ¨®mica se produjeron intentos de transformaci¨®n de la sociedad agraria en una caracterizada por la industria. Sin embargo, la falta de una burgues¨ªa econ¨®mica, tanto en la Pen¨ªnsula Ib¨¦rica como en los pa¨ªses latinoamericanos, conspir¨® contra el desarrollo de una sociedad estable y progresista, de acuerdo con los c¨¢nones del siglo XIX.
En estas condiciones, el enfrentamiento ideol¨®gico origin¨® guerras civiles, la emergencia del poder de los caudillos militares y un permanente conflicto entre cat¨®licos ultramontanos y los grupos racionalistas. En algunos casos existieron intervenciones de potencias extranjeras para respaldar a alguno de los bandos en pugna. Fue, por ejemplo, la invasi¨®n de los Cien mil hijos de San Luis, que puso fin a la experiencia de Riego, en Espa?a, o el frustrado intento del impprio de Maxiliano, en M¨¦xico, respaldado por las bayonetas francesas, y cuyo origen inicial era respaldar a los grupos conservadores mexicanos, derrotados por los liberales de Benito Ju¨¢rez.
La ¨²ltima intervenci¨®n fue la realizada por Estados Unidos en Santo Domingo, en 1965, para ?inpedir el establecimiento de un r¨¦gimen considerado demasiado izquierdista por los sectores de poder norteamericanos.
Las diferencias entre Espa?a y Am¨¦rica
Es indudable que existen diferencias entre el caso espa?ol y el latinoamericano. Las distancias enormes delcontinente americano dan otra dimensi¨®n a la pol¨ªtica, y sus riquezas naturales han atra¨ªdo, desde hace siglos, la voracidad de las potencias extranjeras. En este sentido, en Am¨¦rica Latina hay que analizar con m¨¢s detalle el fen¨®merno de la injerencia externa dentro de los asuntos internos que en el caso espa?ol. Y en la medida en que mas cercano est¨¢ un pa¨ªs de Estados Unidos hay que considerar la gravitaci¨®n de ese gigantesco polo de poder. Ya, a principios de siglo, Porfirio D¨ªaz, un dictador mexicano, exclamaba angustiado: "Pobre M¨¦xico, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos".
Y, por otra parte, en la medida en que un pa¨ªs est¨¦ alejado de Esatados Unidos y tenga una extensi¨®n geogr¨¢fica de consideraci¨®n podr¨¢ alcanzar una mayor autonom¨ªa frente a la Casa Blanca. Buenos Aires est¨¢ m¨¢s lejos de Washington que Madrid de Nueva York; como consecuencia, Argentina jam¨¢s ha sido invadida por tropas norteamericanas y, por el contrario, ha sido tradicional la rivalidad diplom¨¢tica entre Buenos Aires y Washington durante la mayor parte del siglo XIX y el actual.
Pa¨ªses como Per¨² han tenido un margen de movilidad diplom¨¢tica muy superior al de Santo Domingo o los Estados centroamericanos. La enorme geograf¨ªa latinoamericana implica que el grado de influencia norteamericana es muy variable dentro del continente. Y ¨¦ste es un factor de fundamental importancia para entender las relaciones internacionales de los pa¨ªses latinoamericanos.
No existe, tampoco, una com¨²n evoluci¨®n pol¨ªtica en Am¨¦rica Latina. Es as¨ª, por ejemplo, que en el siglo pasado Chile tuvo una marcada estabilidad, que se tradujo en la vigencia de una Constituci¨®n entre 1833 y 1925, y el ordenado cambio de presidentep por medio de elecciones. M¨¦xico, por su parte, durante el siglo XIX, sufri¨® invasiones, estuvo sometido a caudillos militares y a diversas guerras. civiles. Sin embargo, a partir de 1920 ha tenido un larga per¨ªodo de estabilidad, situaci¨®n que contrasta con la inestabilidad chilena, que comienza por la misma fecha.
A partir de la d¨¦cada de los setenta comienza a producirse un fen¨®meno nuevo: la progresiva similitud entre la situaci¨®n imperante en la Pen¨ªnsula Ib¨¦rica y en Latinoam¨¦rica. Durante la d¨¦cada rese?ada, tanto en Portugal como en Espa?a desaparecen los reg¨ªmenes autoritarios que, por decenios, hab¨ªan dominado. Y en Portugal como en Espa?a se establecen Gobiernos sustentados en la votaci¨®n popular'y se adoptan constituciones democr¨¢ticas. En ambos pa¨ªses el desarrollo econ¨®mico anterior hab¨ªa creado un profundo cambio social, que gener¨® una importante clase media, la masificaci¨®n de la ense?anza y la transformaci¨®n de la sociedad agraria en una de tipo urbano-industrial.
La modernizaci¨®n de los pa¨ªses ib¨¦ricos
En Am¨¦rica Latina, entre 1960 y 1980, el producto nacional bruto se ha triplicado, alcanzando en la actualidad -y pese a la crisis financiera- un nivel similar al de Europa en la d¨¦cada de los cincuenta, La urbanizaci¨®n ha sido tan brusca que han surgido ciudades gigantescas, como M¨¦xico, con 16 millones de habitantes; S?o Paulo, con 12; Bogot¨¢ y Lima, con m¨¢s de 15, y Santiago de Chile, con m¨¢s de 4. Y no hay que olvidar a Buenos Aires, que bordea la decena de millones. Las mayores ciudades de Am¨¦rica se encuentran ahora al sur de R¨ªo Bravo, y tanto Nueva York como Chicago han sido superadas por los centros urbanos latinoamericanos. A fines de siglo las mayores ciudades del mundo ser¨¢n M¨¦xico, con 30 millones, y S¨¢o Paulo, con 25.
El desarrollo latinoamericano ha llevado a la formaci¨®n de grandes n¨²cleos industriales, a un incremento del ingreso per c¨¢pita y a una modernizaci¨®n muy importante. Baste se?alar que, en nuestros d¨ªas, Brasil es la novena econom¨ªa del mundo en t¨¦rminos de producto nacional bruto. Hoy se fabrican en Am¨¦rica Latina aviones de guerra, barcos y todo tipo de. bienes de la industria pesada y liviana. Se ha comenzado la exportaci¨®n de material b¨¦lico y, en nuestros d¨ªas, los blindados brasile?os son parte importante del material de combate de Irak en su guerra contra Ir¨¢n. Hace semanas la Prensa madrile?a inform¨® del decomiso, en Barajas, de un importante env¨ªo de armas de fabricaci¨®n argentina, que se exportaban, en forma clandestina, a Ir¨¢n.
Y, de nuevo, no podemos se?alar que la situaci¨®n es igual en toda Am¨¦rica Latina. Hoy est¨¢ estallando Centroam¨¦rica, que ha tenido un grado de transformaci¨®n social menor. Todav¨ªa subsisten muchos elementos de la sociedad agraria tradicional y un grado de dependencia, con respecto a Estados Unidos, que es considerable. En Brasil, el nordeste es una regi¨®n subdesarrollada, en la cual se mantienen esquemas sociales tradicionales. Y as¨ª, mientras'e1 sur moderno manifiesta su oposici¨®n al r¨¦gimen militar, el nordeste es, todav¨ªa, un s¨®lido basti¨®n conservador, donde a¨²n existen caciques electorales. No existe, pues, una realidad latinoamericana, sino una situaci¨®n que se caracteriza por su complejidad. Y es necesaria su comprensi¨®n para elaborar una pol¨ªtica exterior espa?ola eficiente.
Alberto Sep¨²lveda Almarza es chileno, profesor de Relaciones Internacionales y ex columnista de la revista Hoy, de Santiago de Chile.
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