Las consecuencias del di¨¢logo Mosc¨²-Pek¨ªn
SE HA desarrollado este mes en Mosc¨² una nueva tanda de las negociaciones entre China y la URSS, representadas por Quan Qichen e Ilichev, viceministros de Asuntos Exteriores. Poco se ha traslucido de lo tratado; Quan Qichen se entrevist¨® con Gromiko antes de su retorno a Pek¨ªn; se sabe que las conversaciones continuar¨¢n en esta capital, en una fecha a¨²n no precisada.Rusia y China han realizado las dos mayores revoluciones de este siglo, en nombre de un mismo ideal de emancipaci¨®n e igualdad; juntas representan una parte considerable de la Humanidad. Ahora est¨¢n intentando normalizar sus relaciones, como dos potencias m¨¢s del juego diplom¨¢tico internacional, y despertando escaso inter¨¦s... Ello indica hasta qu¨¦ punto el aliento revolucionario engendrado por esas dos revoluciones se ha agotado.
China y la Uni¨®n Sovi¨¦tica acaban de firmar un nuevo acuerdo comercial para 1983-1984, que supone un incremento sustancial de los intercambios de unos 300 a 800 millones de d¨®lares.
En el terreno pol¨ªtico ser¨ªa exagerado hablar de una neta mejor¨ªa de las relaciones. Los sovi¨¦ticos, por razones obvias, desean dar una impresi¨®n optimista de las conversaciones en curso. La URSS ha propuesto a China la firma de un pacto de no agresi¨®n, pero la acogida china ha sido reservada. Es la tercera vez que los sovi¨¦ticos hacen propuestas de este g¨¦nero: tratan de mejorar de manera oficial y a efectos propagand¨ªsticos sus relaciones con China a un costo baj¨ªsimo, mediante un compromiso general de no agresi¨®n y declaraciones apaciguadoras. China considera que hay tres puntos en los que la URSS ha da?ado gravemente sus intereses: la ocupaci¨®n de Afganist¨¢n, el apoyo a la ocupaci¨®n de Camboya por Vietnam y la concentraci¨®n de tropas sovi¨¦ticas en la frontera con China. Si la URSS no modifica su actitud en estas cuestiones, vitales para Pek¨ªn, de poco servir¨¢n declaraciones de buena intenci¨®n.
Afganist¨¢n y Camboya han sido precisamente los dos puntos en los cuales la conferencia de Nueva Delhi de los no alineados ha criticado la pol¨ªtica de la URSS. No se trata de una casualidad: en la medida en que China afirma su propia pol¨ªtica en los problemas mundiales, se perfila una convergencia con las posiciones del no alineamiento. Por lo dem¨¢s, no hay s¨ªntomas de una disposici¨®n de la URSS a retirar sus tropas de Afganist¨¢n; ni a presionar sobre Vietnam para que se retire de Camboya y permita una soluci¨®n pol¨ªtica. Al contrario, la reuni¨®n que los vietnamitas han celebrado en Vientian con sus aliados de Laos y Camboya ha servido para afirmar su hegemon¨ªa en la regi¨®n, en confrontaci¨®n directa con la pol¨ªtica china.
Sobre el tercer punto (concentraciones militares en la frontera chino-sovi¨¦tica) s¨ª parecen probables ciertos progresos. Someter a China a una amenaza militar carece en la actualidad de sentido para la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
Por otro lado, hace falta indicar otro factor que indiscutiblemente est¨¢ empujando a Pek¨ªn a proseguir sus negociaciones con la URSS, aunque sea a peque?os pasos: el deterioro de sus relaciones con EE UU. El viaje de Shulz a Pek¨ªn result¨® por lo menos est¨¦ril. Las cosas han empeorado despu¨¦s. En lo econ¨®mico, han descendido las exportaciones de textiles chinos a Norteam¨¦rica. En el terreno pol¨ªtico, Reagan ha decidido aumentar las ventas de armas a Taiwan. China considera que eso significa una violaci¨®n del compromiso de EE UU de disminuir en un tercio dichas ventas. El lobby que defiende a los llamados nacionalistas de Taiwan tiene enorme poder sobre la Administraci¨®n Reagan, hasta al punto de obstruir una apertura (lograda anta?o por Kissinger y Nixon) cuyo alcance estrat¨¦gico parec¨ªa obvio.
Nada indica, en la actual situaci¨®n, que las negociaciones entre la URSS y China vayan a dar resultados sensacionales. Afganist¨¢n y Camboya son, hoy por hoy, obst¨¢culos muy serios. Pero, de cara al futuro, esas negociaciones pueden deparar serios cambios en la escena mundial.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Qian Qichen
- Guerra fr¨ªa
- Opini¨®n
- Vietnam
- URSS
- Camboya
- Sudeste asi¨¢tico
- Bloques pol¨ªticos
- Afganist¨¢n
- Acci¨®n militar
- Bloques internacionales
- Estados Unidos
- China
- Partidos pol¨ªticos
- Pol¨ªtica exterior
- Conflictos pol¨ªticos
- Asia oriental
- Asia
- Guerra
- Historia contempor¨¢nea
- Conflictos
- Eventos
- Historia
- Leonid Ilichev
- Oriente pr¨®ximo