Los Presupuestos de nunca acabar
LA APROBACI?N de los Presupuestos por los representantes del pueblo no s¨®lo se halla hist¨®ricamente vinculada a los or¨ªgenes del sistema parlamentario, cuyo nacimiento es indisociable de la autorizaci¨®n de los impuestos por quienes ten¨ªan que pagarlos, sino que contin¨²a siendo una de las competencias fundamentales de los parlamentos. Seg¨²n establecen los art¨ªculos 66 y 134 de la Constituci¨®n espa?ola, las Cortes tienen a su cargo el examen, enmienda y aprobaci¨®n de los Presupuestos del Estado, previamente elaborados por el Gobierno de la naci¨®n. Los Presupuestos tienen car¨¢cter anual y deben recoger, en un ¨²nico balance consolidado, todos los ingresos y gastos del sector p¨²blico, incluidos los presupuestos de la Seguridad Social y de los organismos aut¨®nomos.Nuestra norma fundamental tambi¨¦n determina que el Poder Ejecutivo deber¨¢ presentar los Presupuestos Generales del Estado ante el Congreso de los Diputados, al menos tres meses antes de la expiraci¨®n de los del a?o anterior". En el supuesto de que la ley no quedara aprobada antes del primer d¨ªa del ejercicio econ¨®mico correspondiente, los Presupuestos del a?o anterior quedan prorrogados autom¨¢ticamente hasta la aprobaci¨®n de los nuevos. Las elecciones anticipadas impidieron la aprobaci¨®n, antes del 1 de enero de 1983, de los Presupuestos para el a?o en curso. El Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez, investido a comienzos de diciembre, sigue operando, en lo que concierne a los gastos e ingresos del sector p¨²blico estatal, con un plan contable de la Hacienda P¨²blica realizado por el Gobierno de Calvo Sotelo.
La campa?a electoral del PSOE hizo creer a los ciudadanos que el nuevo Gobierno ganar¨ªa parte del tiempo perdido por la disoluci¨®n anticipada de las Cortes y que los Presupuestos para 1983 ser¨ªan elaborados r¨¢pidamente por el Ejecutivo y enviados al Congreso. Se supon¨ªa que los socialistas hab¨ªan trabajado a fondo, antes de las elecciones, en la preparaci¨®n del plan econ¨®mico de la Hacienda P¨²blica para el a?o en curso, y que la demora en su presentaci¨®n ante las Cortes tendr¨ªa como ¨²nica causa la necesidad de realizar los ajustes correspondientes tras hacer el inventario de la herencia recibida de sus predecesores. El debate de investidura y algunas intervenciones parlamentar¨ªas del Ministro de Econom¨ªa dejaron en claro que la aut¨¦ntica discusi¨®n parlamentaria sobre la pol¨ªtica econ¨®mica de los socialistas se producir¨ªa con ocasi¨®n del examen, en breve plazo, de los nuevos Presupuestos del Estado. Esas expectativas han quedado casi truncadas, y en cualquier caso, rebajadas por la excesiva tardanza del Gobierno para elaborar los Presupuestos y enviarlos al Congreso.
El Consejo de Ministros del viernes 25 de marzo aplaz¨® la aprobaci¨®n de un proyecto de ley al respecto hasta el mi¨¦rcoles siguiente, fecha en la que oficialmente se dio el visto bueno a la expresi¨®n contable del plan econ¨®mico para 1983. Sin embargo, la anunciada transparencia informativa del Ejecutivo -un compromiso electoral que el portavoz del Gobierno se ha encargado repetidas veces de que no se cumpliera- ha brillado, en este terreno, por su ausencia. En estos momentos, los rumores y las especulaciones sobre cifras han ocupado, por derecho propio, el espacio que ha dejado vac¨ªo el silencio oficial. Se dice que quedan por ajustar partidas presupuestarias de diversos departamentos, a fin de que los sumandos parciales cuadren con las grandes cifras de gastos e ingresos aprobadas. Y ni siquiera es seguro que la documentaci¨®n adicional sobre las aplicaciones del gasto de inversi¨®n y los presupuestos por programas se halle lista para ser enviada al Congreso. A las tensiones entre unos gastos disparados hacia arriba, pese: a la reducci¨®n de la factura petrolera y unos ingresos, en trance de estabilizarse, se a?ade la decisi¨®n gubernamental de detener el d¨¦ficit en los umbrales del 6% del Producto Interior Bruto y las perspectivas poco halag¨¹e?as de crecimiento a lo largo de 1983. El enorme peso de los gastos de personal en nuestra Administraci¨®n, la impopularidad de las medidas para contener las transferencias y la imprevisibilidad del costo de la expropiaci¨®n de Rumasa hacen temer que los recortes ahora exigidos elijan como blanco preferente a los gastos de inversi¨®n del sector p¨²blico.
Pero lo m¨¢s preocupante de la demora es la demora misma. Resulta que casi medio a?o despu¨¦s de las elecciones, el Gobierno socialista, que tuvo gran celeridad para aumentar la presi¨®n fiscal, no ha presentado a¨²n a la opini¨®n los datos sobre c¨®mo piensa gastar ese dinero. Todo indica que el debate parlamentario sobre los Presupuestos, discusi¨®n crucial que condicionar¨¢ el comportamiento del conjunto de nuestra econom¨ªa en el inmediato futuro, tendr¨¢ lugar bien entrado el mes de mayo. No es grato admitir la hip¨®tesis de que el (Gobierno haya preparado ese calendario para poder acudir a las elecciones municipales sin un debate previo en profundidad sobre la pol¨ªtica econ¨®mica. El aterrizaje en la Administraci¨®n del nuevo Gobierno y la infravaloraci¨®n previa de los socialistas respecto a los problemas inherentes a la elaboraci¨®n de los programas, la discusi¨®n entre los ministerios, el ajuste de las partidas de gastos y la contenci¨®n del d¨¦ficit pueden, quiz¨¢, ayudar a explicar un retraso que no habla nada bien a favor de la eficacia del Ejecutivo y arroja una luz ir¨®nica sobre la displicencia con que algunos portavoces del PSOE criticaron otros proyectos presupuestarios cuando formaban parte de la oposici¨®n.
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