La torre de Babel
En Zarauz, en la calle de San Francisco, est¨¢ la casa de mi abuelo, Alejandro Etcheverry. Un franc¨¦s de Urugne, vasco, que no quiso ir a la primera guerra mundial y se cas¨® con Mar¨ªa Aguirresarobe, mi abuela materna, pelirroja. Por eso all¨ª, en Zarauz, mi hermano Alberto y todos mis incontables primos carnales somos nietos de Alejandro el Franc¨¦s. Durante nuestra ¨²ltima guerra civil, en esa casa se puso, por miedo y en af¨¢n de neutralidad, en el balc¨®n principal, la bandera francesa.En el primer piso de San Francisco, 3, vive mi madre, ?ay!, ya anciana, que habla el elegante vascuence de Guip¨²zcoa y tambi¨¦n habla castellano, el que suelenlablar los j¨®venes vascongados emigrados j¨®venes a Madrid. Por ejemplo, mi madre te dice: "?M¨¦telo por ah¨ª, poliki, poliki por el tarte!". ?Vaya Babel!
Mi padre es asturiano, de Ballota (Cudillero), hijo de un notario honrado. (?l, mi padre, se mantiene en sus trece afirmaciones ¨²nicas y primeras: "El vascuence es como el pijama; s¨®lo sirve para andar por casa".) A ese notario, mi abuelo paterno, lo tengo fotografiado al lado y por debajo de Leopoldo Alas y Ure?a (Clar¨ªn) y otros ilustres de la universidad Literaria de Oviedo, curso de 1888 a 1889, en un diploma que encabeza el medall¨®n del doctor don F¨¦lix de Aramburu y Zuloaga.
En el segundo piso de esa querida casa, con estructura y cimientos de madera y arena de playa limpia en la bodega, viven mis t¨ªos Victoria e Inocencio Epelde, vascongados, que prefieren y se sueltan mejor en vasco y comprenden las dificultades de esa cultura para un sobrino que naci¨® triling¨¹e, que vive en Madrid y es nieto tambi¨¦n de, ya lo he dicho, Virgilio Mart¨ªnez Su¨¢rez (Ballota, Asturias) y tambi¨¦n de Mar¨ªa Rodr¨ªguez, y que ¨¦ste, yo, nace porque era febrero, en Madrid, en 1931, a?o de la II Rep¨²blica.
All¨ª, en el segundo piso, habita mi prima Magdalena, y su marido, Ram¨®n, y sus hijos. Pod¨¦is llamar; ella contesta por tel¨¦fono a todo el orbe en vascuence: "?Zein da?" (?Qui¨¦n es?), aunque en esa casa nunca se ha impuesto el vasco como exigencia, sino como cultura y complacencia; dado que mi padre, el asturiano, no lo habla, y mi t¨ªo, franc¨¦s, Marcel Giraud, casado con Mar¨ªa Etcheverry, hermana de mi padre, emigrada a Par¨ªs ella joven, habla franc¨¦s, que es su lengua nacional, y espa?ol ella, y adem¨¢s vascuence. Mis t¨ªos Marcel y Mar¨ªa viven en el tercer piso de esa casa de Zarauz, a la izquierda de mi primo Alejandro Epelde Etcheverry.
Seg¨²n se quiera considerar, del tercero al primer piso, por ejemplo, somos franceses-vascos, con una lengua para entenderse con el segundo y primero com¨²n, que es el espa?ol; en el segundo somos vasco-castellanos hablantes, para entenderse con mi t¨ªo el franc¨¦s y con mi padre el asturiano, y en mi piso primero hablamos espa?ol, vascuence y franc¨¦s, y mi madre es vasco-castellana hablante y francesa de o¨ªdas, aunque por la edad est¨¢ sorda, como una tapia.
As¨ª es que, desde ni?os, la mayor¨ªa de nosotros somos triling¨¹es: espa?ol, vasco y franc¨¦s, seg¨²n el orden de los pisos de la casa de la calle de San Francisco, 3, de abajo arriba, y por eso me apellido Mart¨ªnez Etcheverry, "Fernando madrikua" (el de Madrid), y no quiero hablar de la ley del catal¨¢n ni del vascuence, intentando entenderlo todo con este triste titular: La Torre de Babel.
"Ahora pues, descendamos y confundamos all¨ª su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compa?ero" (G¨¦nesis, 11.7). / Periodista.
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