202
La insolencia est¨¢ en el capic¨²a, claro; los psocialistas es que no tienen clase, estilo, maneras, cuna, cosa. Ganaron mediante la furia espa?ola (furia que, bendecida por Garaicoechea, ha llevado al Atl¨¦tico de Bilbao o Bilbo a perder). La furia espa?ola era un hombre, Zarraonaind¨ªa, como la Granderecha y la Mayor¨ªa Natural no eran m¨¢s que un se?or: Fraga.Ah¨ª quer¨ªa yo llegar. Lo que a Fraga y a toda la Oposici¨®n off / off / Fraga, que ya va siendo mucha, ay, les tiene en un grito es el capic¨²a insolente: 202.
Se puedan copar en las Cortes 199 esca?os o 207, pero precisamente doscientos dos, con esa cosa chispera de ir de ¨²nicos, con esa agresividad y fortuna lotaria del capic¨²a, eso es lo que es ya recochineo, hombre; o sea, que siempre que habla uno con un pol¨ªtico conservador o con un creador-de-riqueza, tipo don Zoilo, le recuerdan a uno lo de los 202 esca?os, que es que uno ni se acuerda, hombre, que uno tiene poca retentiva para los n¨²meros; otra cosa es para las met¨¢foras, eso s¨ª, las met¨¢foras, de Homero hasta Jos¨¦ Hierro, aunque ni uno ni otro han abusado en exceso de las met¨¢foras. Estamos gobernados por un capic¨²a, y esto le duele al conservatismo supersticioso que cree en los capic¨²as, los besapi¨¦s, la hermana de do?a Manolita y hasta la propia do?a Manolita, que en paz descanse
Comprendo ahora, por la insistencia del capic¨²a en las cenas -?para cu¨¢ndo Mis cenas con gente importante?- que en esos doscientos esca?os est¨¢n comprendidos los progres de derechas, los dem¨®cratas de izquierdas, la juventud, los greenpace espa?oles (en una camiseta que am¨¦ mucho pon¨ªa "Salvad las ballenas"), los sindicatos, el voto ¨²til, el voto in¨²til, loapas y loapillas, liberales de la revoluci¨®n y mencheviques de la paz. Doscientos justos. En cuanto a los dos esca?os que hacen el capic¨²a, est¨¢ claro que son G¨®mez-Llorente y Pablo Castellano.
Pablo Castellano estaba la otra noche delante de m¨ª, en el estreno de Tadeusz Kantor. Emparedado entre Castellano y Garrigues estaba yo, como entre las dos Espa?as, y temiendo morir de la otra media, o sea la tercera, que ¨¦stos que digo son pac¨ªficos. Castellano ha movido lo de los preventivos de Carabanchel y toda Espa?a (que ya me planteaban su justa reivindicaci¨®n cuando yo iba al trullo a verles, con Ramonc¨ªn). El ministro Ledesma lo ha explicado en un discurso que Ra¨²l del Pozo me define como digno de Jovellanos (somos un regeneracionismo jovellanista y de peluca, ay, si no fuera por el capic¨²a). Lo cual que dentro de unos meses salen a la calle cinco mil troncos preventivos y sin pruebas en contra, como cinco mil novios j¨®venes y valientes de do?a Concepci¨®n Arenal, con lo formal que era aquella se?ora. 202, ya digo. Eso no se perdona.
En Espa?a se ha matado por un capic¨²a, y hasta por o¨ªr la radio (ver colecci¨®n de El Caso, consultar Eugenio Su¨¢rez). Porque los dos sobrantes, encima, son finos, y los finos ya se sabe que son los m¨¢s da?inos.
Un capic¨²a es una rima en cifras. Se pega y halaga el o¨ªdo. El capic¨²a es pegadizo como una tonadilla de cualquiera de las tres grandes principonas de la revista que ha habido en Espa?a: Celia G¨¢mez, Carmen de Lirio, Addy Ventura. No ha habido otras. En Espa?a se perdonan unos cuernos mejor que un capic¨²a (v¨¦ase Valle-Incl¨¢n, Luces de bohemia). En el capic¨²a est¨¢n comprendidos los se?ores Arzallus y Roca, los se?ores Esenredo y Pablo Iglesias.
En esos doscientos esca?os, ya digo, se sienta toda la pen¨ªnsula, m¨¢s los dos transportines o bigoteras para Llorente / Castellano, o sea el utillaje / avituallamiento cr¨ªtico. Y el capic¨²a, que siempre molesta. Cuando mis propias luces de bohemia, Pepote Altabella, gran patache del periodismo, me dio un premio por un art¨ªculo sobre la loter¨ªa. Aparte esto, jam¨¢s me ha interesado la se?orita lotaria, que la pintan como la chica para todo de la Fortuna.
Creo con el pueblo que la mejor loter¨ªa es el trabajo. Pero 202 esca?os no es s¨®lo que sean mayor¨ªa absoluta. Es que son capic¨²a.
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