Lydie Schmidt, presidenta de la Internacional Socialista de Mujeres
Lydie Schmidt, una luxemburguesa de 44 a?os, ha sido reelegida recientemente como presidenta de la Internacional Socialista de Mujeres. Licenciada en Filosof¨ªa e Historia, procede de una familia de obreros metal¨²rgicos. Es partidaria de que no existan dos organizaciones -una masculina y otra femenina- que agrupen a los socialistas de los cinco continentes.
Esta idea de reunir el congreso de la Internacional Socialista de Mujeres (ISM) una semana antes de congreso de la Internacional Socialista a secas -o sea, la de lo hombres- puede ser visto como una concesi¨®n al machismo o un reconocimiento del largo camino que los partidos pol¨ªticos deben a¨²n recorrer para llevar a la pr¨¢ctica la igualdad entre los sexos, inscrita en sus programas. Lyd¨ªe Schmidt, la presidenta de la ISM, reelegida el pasado 31 de marzo por un nuevo mandato de dos a?os en Montechoro (Portugal) opta resueltamente por la segunda interpretaci¨®n."Nuestro objetivo final es llegar a hacer desaparecer la necesidad de una organizaci¨®n femenina en el interior de los partidos, pero esto requiere un nivel de madurez que los hombres y las mujeres no han alcanzado tadav¨ªa, debido sobre todo, a la educaci¨®n recibida", dice esta luxemburguesa de 44 a?os, escogida por primera vez hace dos a?os, en el congreso de Madrid, para ostentar la representaci¨®n de las mujeres socialistas de los cinco continentes.
No desconoce que las discusiones entre mujeres no se deben si quiera al reconocimiento de la necesidad de un foro internacional para tratar de los problemas que afectan especialmente -o de manera diferente y particular- a las mujeres: el congreso de Montechoro se dedic¨® fundamentalmente a los temas que ser¨¢n aborda dos a partir de ma?ana d¨ªa 7 por la IS: la paz y el desarme, el di¨¢logo Este-Oeste, el nuevo orden econ¨®mico y social mundial, el medio ambiente, un plan mundial de empleo...
Pero admite que, por circunstancias varias -y a pesar de ser mayor¨ªa en pr¨¢cticamente todo los pa¨ªses del mundo"-, las mujeres, e incluso las mujeres socialistas, son a¨²n reducidas a funcionar como grupo depresi¨®n en el interior de sus partidos para, por ejemplo convencer a los hombres de no dejarse caer otra vez en la guerra fr¨ªa".
Porque las grandes decisiones, de las que depende el futuro de la humanidad, son privilegio exclusivo de los hombres, y cuando se reconoce que el problema del momento es el desarme, "demostrar lo absurdo de la pol¨ªtica de las superpotencias" es m¨¢s imperioso y urgente que la denuncia de la hegemon¨ªa patriarcal en el interior de los partidos socialistas.
Pero Lydie Schmidt no esconde el que no entr¨® a¨²n en los h¨¢bitos de la clase pol¨ªtica ver mujeres en lugares de direcci¨®n, y refiere, con humor, su propia experiencia de ex presidenta del Partido Socialista Obrero Luxemburgu¨¦s (PSOL).
Carrera mete¨®rica
Entr¨® en el partido en 1970 y, despu¨¦s de una carrera mete¨®rica, ascendi¨® al m¨¢s alto cargo en 1974. Sin embargo, Lydie recuerda que en la primera reuni¨®n a la que asisti¨® despu¨¦s de su elecci¨®n uno de los presentes dijo que le gustar¨ªa tomar un caf¨¦, "y todos los hombres presentes se pusieron a mirar para m¨ª, esperando que me levantara para hacer el caf¨¦".No dice qui¨¦n acab¨® por hacer ese trabajo de ama de casa, pero usa otra vez la iron¨ªa para explicar por qu¨¦ seis a?os m¨¢s tarde renunci¨® a presentarse otra vez a la presidencia del PSOL: "Era necesario dar una oportunidad a un hombre".
Para ella, lo realmente importante es que las mujeres est¨¦n conscientes de que, "entre los pobres del mundo, las mujeres son las m¨¢s pobres". Pero la toma de conciencia resulta de la educaci¨®n y de la experiencia, m¨¢s que de las invitaciones, como las que se oyeron en Montechoro a las mujeres para una mayor participaci¨®n en las actividades sindicales.
Lydie Schmidt considera que es su propia experiencia familiar la que le llev¨® a la militancia pol¨ªtica. Naci¨® en una familia de metal¨²rgicos, de origen campesino, en una peque?a localidad obrera, y sus abuelos y padres tuvieron que hacer muchos sacrificios para que la joven Lydie pudiera estudiar Filosof¨ªa e Historia en Luxemburgo, y luego en Francia y en Alemania Occidental. La segunda guerra mundial marc¨® profundamente su infancia: su padre fue apresado y torturado por la Gestapo.
Por todo esto, Lydie Schmidt se siente muy pr¨®xima a los problemas de las mujeres trabajadoras; de los que sufren en el mundo la guerra, la represi¨®n, el hambre, el miedo.
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