Las fuerzas de seguridad intensificaron los controles en la zona norte de Madrid
Los 600 agentes que el mi¨¦rcoles peinaron la populosa barriada del Pilar en busca del comando etarra autor del secuestro de Diego Prado y posibles miembros de los GRAPO extendieron ayer la operaci¨®n de rastreo a los edificios de los lugares situados en las zonas aleda?as al norte de la misma (Ciudad de los Periodistas, colonia Virgen de Bego?a, Pe?a Grande, Valdehierro, Vicente Jim¨¦nez y Herrera Oria), con lo que el ¨¢rea cubierta super¨® las 349 hect¨¢reas. En la zona examinada ayer por las fuerzas de seguridad residen 49.000 habitantes.La intensificaci¨®n de los controles de salida del ¨¢rea rastreada, que el d¨ªa anterior se limitaba a un mero control visual, colaps¨® el tr¨¢fico a primera hora de la ma?ana, produciendo considerables retrasos entre los automovilistas. Seg¨²n fuentes policiales, no hubo incidentes y la colaboraci¨®n ciudadana fue m¨¢xima, por lo que no fue necesario recurrir a mandamientos judiciales para efectuar los registros. Las facilidades informativas del d¨ªa anterior disminuyeron en la tarde de ayer -hubo comentarios de disgusto por el tratamiento dado por los medios informativos a esta operaci¨®n-, pese a lo cual se facilitaron a los periodistas algunas noticias conforme avanzaban las investigaciones.
Las operaciones de rastreo de ayer no tuvieron la espectacularidad del registro de los inmuebles del barrio del Pilar de la v¨ªspera, al no producirse las concentraciones de agentes en espera de destinos, quiz¨¢ porque, como afirmaba ?ngel Garc¨ªa Torres, uno de los comisarios que coordinaba la operaci¨®n, "lo hemos organizado un poquito mejor que ayer" (por el mi¨¦rcoles).
Los controles de salida, que el pasado mi¨¦rcoles se limitaban a un mero vistazo, por parte de un miembro de la Brigada de Informaci¨®n, del rostro de quienes sal¨ªan, se convirti¨® ayer en la sistem¨¢tica detenci¨®n de la mayor parte de los veh¨ªculos, comprobaci¨®n de identidades y del interior de los veh¨ªculos, lo que colaps¨® el tr¨¢fico de salida de la misma. En un autocar que transportaba a unos escolares a un colegio de las carmelitas en la Nacional I, tras dos horas de espera por el atasco en el control de la calle de Ginzo de Limia se opt¨® por tomar el d¨ªa libre y regresar a sus hogares. Otros hubieron de optar por dejar el coche en casa y abandonar el barrio a pie. Hubo una an¨¦cdota curiosa en uno de los controles: el conductor de una Vespa se vio agraciado con cuatro multas: una por no llevar casco, otra por circular por la izquierda -intent¨® adelantar a los autom¨®viles atascados-, otra por no llevar el carn¨¦ de conducir firmado y la ¨²ltima por no llevar la ficha de inspecci¨®n t¨¦cnica.
Unos obreros en huelga porque, seg¨²n manifestaron, la constructora les adeudaba una quincena, asist¨ªan divertidos a la mortificaci¨®n de los automovilistas en los controles e ironizaban sobre el celo de los agentes. En cualquier caso, los retrasos y las colas de coches embotellados a primeras horas de la ma?ana llegaron a adquirir una considerable dimensi¨®n.
El control en la colonia Virgen de Bego?a, realizado tras peinar la Ciudad de los Periodistas, fue realizado en tiempo r¨¦cord. En ninguna de ambas zonas fue necesario recurrir al mandamiento judicial para proceder al registro de las casas. S¨®lo en contad¨ªsimas ocasiones los agentes emplearon la exhibici¨®n de un extracto de la ley Antiterrorista para que los moradores venciesen su resistencia. No obstante, seg¨²n manifest¨® un portavoz policial, "est¨¢ previsto que, en caso de que alguien se niegue a colaborar, se llama a la Audiencia Nacional, y ¨¦sta facilita los medios legales para tener acceso a la vivienda. Hay alg¨²n mandamiento, pero a la espera de que se consulte telef¨®nicamente con la Audiencia Nacional".
Registran a los suegros del ministro del Interior
El domicilio de los suegros del ministro del Interior, Jos¨¦ Barrionuevo, situado en la avenida de Santiago de Compostela, recibi¨® tambi¨¦n la visita de los agentes, pese a que ¨¦stos conoc¨ªan previamente su identidad merced al portero, para que, seg¨²n afirm¨® un inspector, experimentasen "los mismos problemas que va a tener el se?or del cuarto". La visi¨®n de las colmenas, de nueve o 15 pisos, de la colonia Virgen de Bego?a, desde cuyos balcones y ventanas se asomaban los vecinos para contemplar el despliegue policial, produjo sudores fr¨ªos a m¨¢s de un agente. "Aqu¨ª nos chupamos 15 d¨ªas, t¨ªo". Sin embargo, la decisiva informaci¨®n de los porteros sobre los moradores de las viviendas agilizaba la actuaci¨®n policial, pues daban un informe completo sobre la situaci¨®n de cada ocupante.
Las preguntas invariables a unos y a otros era si hab¨ªa pisos en alquiler, hu¨¦spedes, casas donde se recib¨ªan muchas visitas o se hubieran realizado obras recientemente, aunque, por el reducido espacio de algunas viviendas, un agente manifest¨® que "aqu¨ª, para hacer una c¨¢rcel del pueblo, hay que pedir permiso al vecino". La presentaci¨®n de los agentes era, sistem¨¢ticamente: "Buenos d¨ªas, se?ora. Somos polic¨ªas que estamos efectuando un registro por lo del secuestrado ¨¦se. ?A usted le importar¨ªa que pas¨¢semos?", a lo que el ama del casa, esbozando una sonrisa nerviosa, replicaba: "No, claro que no; pasen ustedes". Algunos vecinos invitaban a los agentes a entrar en su piso o les recordaban que hab¨ªan olvidado registrar una pieza, mientras que algunas amas de casa: sufr¨ªan por la comida que se les quemaba en la cocina o se excusaban por el desorden de la casa.
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