La incomunicaci¨®n entre las ciencias
Los cient¨ªficos, ?ay!, son especialistas. Aprenden m¨¢s y m¨¢s sobre menos y menos, hasta dar la impresi¨®n de que lo saben todo sobre... nada. Este viejo comentario humor¨ªstico no es m¨¢s que una ligera exageraci¨®n. Tomemos, por ejemplo, una importante disciplina cient¨ªfica como la f¨ªsica, y divid¨¢mosla en, digamos, 10 ramas: f¨ªsica nuclear, f¨ªsica de estado s¨®lido, f¨ªsica de la atm¨®sfera, etc¨¦tera. A continuaci¨®n dividamos cada una de estas 10 ramas en otros 10 campos; por ejemplo, las investigaciones sobre la f¨ªsica de estado s¨®lido podr¨ªan subdividirse en una serie de campos relacionados con diferentes propiedades: magnetismo, conducci¨®n el¨¦ctrica o fuerza mec¨¢nica. Cada uno de estos cientos de campos constituyen el campo de especializaci¨®n de un grupo internacional de f¨ªsicos: la mayor parte de los f¨ªsicos dedican toda su vida a investigar en tan s¨®lo una especialidad. Se mantienen plenamente ocupados intentando descubrir todo lo que puedan sobre un tema que cubre algo menos del 1% de su disciplina. Puede que incluso ignoren completamente los descubrimientos realizados en campos vecinos. Preg¨²ntele a un especialista en el magnetismo de los metales sobre, por ejemplo, c¨®mo se forman los huracanes, o, incluso, sobre algo mucho m¨¢s pr¨®ximo a su campo, cu¨¢l es la causa de que el cristal se rompa, y lo m¨¢s seguro es que confiese que le dieron algunas clases sobre esos temas cuando estudiaba, pero que lo ha olvidado completamente, y que desde entonces no se ha molestado en leer nada sobre esos temas.La estrechez de miras y la ignorancia resultan, sin duda alguna, terriblemente deplorables. Pero no se deben simplemente al enorme crecimiento de los conocimientos acumulados a lo largo de los siglos. Los cient¨ªficos podr¨ªan, con poco esfuerzo, mantenerse informados de los descubrimientos significativos realizados en sus disciplinas. Pero en la pr¨¢ctica de la investigaci¨®n no existe una vocaci¨®n al respecto. La empresa cient¨ªfica trabaja con una cuidados¨ªsima divisi¨®n de trabajo. Va acumulando conocimientos de igual manera que se construye una casa, ladrillo a ladrillo. Cada cient¨ªfico trabaja con m¨¦todos e ideas creadas por otros cient¨ªficos y con la suficiente firmeza para seguir levantando sobre ellas, cada vez un poco m¨¢s alto. En todas las especialidades existe un cuerpo de conocimientos y de t¨¦cnicas que se pueden aplicar a problemas nuevos, con la relativa seguridad de poder resolverlos. Einstein no se sac¨® la relatividad de la manga; hab¨ªa le¨ªdo, hab¨ªa asistido a conferencias sobre el trabajo de muchos f¨ªsicos anteriores sobre los que se basaron sus teor¨ªas. De manera similar, el descubrimiento biol¨®gico m¨¢s importante de nuestro siglo, el de la estructura y funci¨®n del ¨¢cido desoxirribonucleico (ADN), fue el resultado de los esfuerzos conjuntos de decenas de cient¨ªficos de primera fila, contribuyendo cada uno con una de las piezas del rompecabezas hasta que, por fin, pudo verse la imagen en su totalidad.
El extraordinario avance de la ciencia se debe simplemente a este procedimiento, mediante el cual una cuesti¨®n que estar¨ªa m¨¢s all¨¢ del entendimiento de una sola persona es dividida en un amplio n¨²mero de subproblemas interrelacionados que pueden ser resueltos independientemente, paso a paso. En realidad, cada uno de estos subproblemas suele resultar suficientemente arduo por s¨ª mismo para acaparar todos los esfuerzos de un investigador altamente inteligente y creativo. Es s¨®lo gracias a la extrema especializaci¨®n, a la concentraci¨®n de la atenci¨®n de todos, a la experiencia y a los conocimientos profesionales de todos, a todos los recursos de aparatos y colegas, sobre una, ¨²nica desconcertante cuesti¨®n, a un tiempo que se puede esperar conseguir una respuesta convincente. Einstein era un genio y descubri¨® el principio de la relatividad a los 25 a?os, pero llevaba d¨¢ndole vueltas al problema de la propagaci¨®n de la luz por el espacio desde los 15. El 99,99% de cient¨ªficos que no son genios se ven obligados a especializarse a¨²n m¨¢s, durante un mayor tiempo de sus vidas, para avanzar en la resoluci¨®n de los mucho m¨¢s modestos problemas que tienen frente a s¨ª. Es f¨¢cil despreciar la aparente trivialidad de muchos proyectos de investigaci¨®n, hasta que uno descubre por su propia experiencia lo extraordinariamente dif¨ªcil que puede ser hacer avanzar las fronteras del conocimiento en cualquier direcci¨®n, si uno no se limita a un frente muy estrecho.
?Teor¨ªa general?
A pesar de todo, la divisi¨®n de los cient¨ªficos en tant¨ªsimas especialidades de investigaci¨®n tiene ciertas desventajas importantes. Una de ¨¦stas resulta obvia: ?c¨®mo es posible trazar jam¨¢s una teor¨ªa general que revolucione toda una disciplina, cuando todo el mundo est¨¢ pendiente de aspectos muy detallados? No hay duda de que la tradicional concepci¨®n acad¨¦mica de la ciencia como una facultad de disciplinas diferentes, cada una con sus departamentos y especialidades permanentes, es demasiado precisa y est¨¢tica. En realidad, los campos de inter¨¦s cient¨ªfico se interrelacionan y se superponen de una forma harto complicada, y est¨¢n continuamente alterando sus l¨ªmites a medida que se van realizando nuevos descubrimientos. Un concepto nuevo como el del c¨®digo gen¨¦tico, transmitido por las mol¨¦culas del ADN, puede r¨¢pidamente convertirse en la base de campos de estudio totalmente nuevos, o esparcirse tan ampliamente por los campos ya existentes que hay que reconocer pronto que se ha creado una disciplina totalmente nueva, la biolog¨ªa molecular. No obstante, no se fomenta en los cient¨ªficos la dedicaci¨®n a la laboriosa tarea de reunir los conocimientos de una amplia gama de especialidades a fin de plasmarlas coherentemente. Profesionalmente, resulta m¨¢s segura la investigaci¨®n en numerosos problemas triviales que el pasar a?os estudiando lo ya realizado para poder dar respuesta a alguna cuesti¨®n cient¨ªfica realmente importante y dejarla claramente definida para beneficio de los futuros estudiantes e investigadores. Algunos de los mejores cient¨ªficos, con una influencia inmensa sobre estudiantes y profesores, no han sido jam¨¢s considerados para el Premio Nobel por ser generalizadores cient¨ªficos, sin tener en su haber ning¨²n descubrimiento determinado.
Algunos especialistas investigadores pueden, en ocasiones, resultar de nula utilidad cuando hay que aplicar tecnol¨®gicamente la ciencia, o cuando hay que pasar a considerar aspectos pr¨¢cticos. "D¨ªgame, profesor, ?deber¨ªamos guardar los residuos nucleares en el fondo de las minas de sal?". "Es una pregunta interesante, se?or ministro. En base a mis investigaciones, le puedo decir todo lo que haga falta sobre la historia geol¨®gica y la composici¨®n qu¨ªmica de estos dep¨®sitos, pero me temo que no tengo la menor idea de si podr¨¢ entrar agua, o de lo que le suceder¨ªa a los contenedores si eso ocurriera, o de cu¨¢nto tardar¨ªa en disolverse el material radiactivo, o de si resultar¨ªa perjudicial para los seres humanos. Tendr¨¢ que preguntar a otra persona". De esta manera, el ministro tendr¨ªa que consultar a hidr¨®logos, electroqu¨ªmicos , radiobi¨®logos y otros muchos especialistas, y no encontrar¨ªa a un solo cient¨ªfico que pudiera comprender toda la informaci¨®n recibida y unirla coherentemente, a fin de dar respuesta a la pregunta. Y, lo que es peor, todas las respuestas se har¨ªan en una terminolog¨ªa exclusivamente t¨¦cnica, sin prestar atenci¨®n a sus consecuencias sociales y econ¨®micas. Esta fue la causa por la que se tard¨® bastante tiempo en darse cuenta de los problemas administrativos y pol¨ªticos que implica la protecci¨®n de Ls dep¨®sitos de residuos nucleares.
?D¨®nde se pueden encontrar todos los generalizadores cient¨ªficos que necesitamos, los hombres que pueden tocar la variedad de fuentes del conocimiento actual y unificarlas de forma significativa? Los profesores de ciencias necesitan contar con tal capacidad, a fin de poder dar a sus alumnos una idea del lugar que ocupa la ciencia en la vida diaria. Pol¨ªticos y funcionarios p¨²blicos, directores y administradores de empresas t¨¦cnicas, periodistas y vendedores, todos ellos necesitan una amplia experiencia y consejos que no est¨¢n encerrados dentro de una especialidad cient¨ªfica.
?C¨®mo educar?
La cuesti¨®n no es nueva. Se habla desde hace tiempo de ensanchar la educaci¨®n, mediante la inclusi¨®n de m¨¢s asignaturas cient¨ªficas en el programa general de estudios, as¨ª como no permitiendo que los cient¨ªficos se especialicen demasiado j¨®venes. Tambi¨¦n se est¨¢ generalmente de acuerdo en que deber¨ªa buscarse m¨¢s gente con una educaci¨®n cient¨ªfica para los puestos ejecutivos en la administraci¨®n p¨²blica y en la industria. Puede que en Espa?a esta pol¨ªtica se lleve a cabo mejor que en el Reino Unido, aunque no creo probable que satisfaga todas las necesidades de esta ¨¦poca tecnol¨®gica.
D¨¦mosle, pues, la vuelta a la pregunta. ?Es preferible que los investigadores cient¨ªficos se mantengan dentro de los l¨ªmites de su especialidad durante toda su vida de trabajo? En muchos laboratorios de investigaci¨®n industrial tan s¨®lo una peque?a proporci¨®n de los que ingresan como investigadores se quedan junto a la mesa de laboratorio o a la terminal del ordenador. A medida que avanzan en sus carreras profesionales pasan a puestos de direcci¨®n, o pasan a desarrollar actividades operativas o comerciales en la empresa. En el mundo universitario es frecuente encontrar catedr¨¢ticos y profesores que han abandonado sus investigaciones al llegar a los 40 a?os y que est¨¢n dedicados por entero a la docencia. E incluso, entre quienes no generalizan sus interesas a mitad de sus vidas profesionales, hay muchos que insisten indebidamente en llevar adelante un estrecho campo de investigaci¨®n que los avances de la ciencia han hecho obsoleto. Al fin y al cabo, no es tan f¨¢cil adquirir las nuevas destrezas e instalaciones realmente necesarias para mantenerse al d¨ªa con la frontera, siempre en movimiento. ?Cu¨¢ntos ge¨®logos de campo, por ejemplo, pueden aprender a hacer un programa de ordenador del paso del petr¨®leo por una roca porosa, o a dise?ar un aparato electr¨®nico para estudiar las capas perforadas por un pozo de petr¨®leo? Puede que resultaran m¨¢s ¨²tiles si emplearan sus conocimientos geol¨®gicos generales, obtenidos mediante la experiencia pr¨¢ctica, en un puesto de consejero de empresas de construcci¨®n o de agencias de protecci¨®n del medio ambiente antes que insistiendo en continuar realizando investigaciones originales.
Cambios de trabajo
Pero nadie desear¨ªa que todos los cient¨ªficos se convirtieran en fil¨®sofos, que se supone que aprenden cada vez menos y menos sobre m¨¢s y m¨¢s, hasta que no saben nada de todo. De lo que los cient¨ªficos no logran a veces darse cuenta es de su propia versatilidad y adaptabilidad dentro de grandes ¨¢reas de trabajo cient¨ªfico. Esto queda claramente demostrado en ciertos estudios que he estado realizando sobre la especializaci¨®n y el cambio en las profesiones cient¨ªficas. Presiones econ¨®micas y pol¨ªticas han obligado a muchos competentes cient¨ªficos a realizar importantes cambios en sus trabajos. En ocasiones puede suponer simplemente un cambio a un campo nuevo, aunque tambi¨¦n puede suponer el cambio de la investigaci¨®n te¨®rica a la aplicada, o de la ciencia aplicada a la creaci¨®n de tecnolog¨ªa. En algunos casos han tenido incluso que echarse al mundo y competir por contratos de investigaci¨®n, a fin de conseguir fondos para sus institutos. A pesar de que estos cambios parezcan est¨²pidos, desde el punto de vista de la pol¨ªtica p¨²blica no han resultado siempre desastrosos para quienes han tenido que sufrirlos. Puede que al principio el cambio pareciera arriesgado, pero con frecuencia se ve con perspectiva, con gran satisfacci¨®n. No hay duda de que requiere una organizaci¨®n muy flexible, con una direcci¨®n muy h¨¢bil, para poder mantener la confianza en s¨ª mismo de una persona que ha trabajado durante 20 a?os para lograr cierta reputaci¨®n en una cierta especialidad, y a la que se le pide que se dedique a un campo desconocido. El secreto reside en descubrir los talentos, las destrezas o los conocimientos ocultos que pueden hacer que tal paso parezca razonable. De esta manera, por ejemplo, la inform¨¢tica constituye una destreza t¨¦cnica general que puede hacerle pasar a un buen cient¨ªfico de la investigaci¨®n sobre la seguridad de los reactores nucleares a la teor¨ªa de las tormentas, o incluso al dise?o de un sistema de defensa a¨¦rea casi sin necesidad de levantarse del teclado del ordenador.
Resulta un disparate confundir a la persona con su especialidad, de por vida. Es una tr¨¢gica trampa que vuelve anticuados a muchos cient¨ªficos. Pero los cient¨ªficos maduros no son ladrillos o piedras: son alba?iles o canteros. Su trabajo les ha ense?ado una de las destrezas m¨¢s preciadas, el arte de investigar. Son los generalizadores pr¨¢cticos de nuestra ¨¦poca, porque saben c¨®mo resolver al menos parte de los problemas que les pueden surgir. Es una destreza que no desaparece con los a?os, y que resulta potencialmente aplicable a cualquier arte u oficio pr¨¢ctico. Actualmente nuestras instituciones cient¨ªficas est¨¢n, por lo general, organizadas con tal rigidez, financiadas con tal miseria y dirigidas con tan poca sensibilidad, que se permite que se desperdicie esta inmensa reserva de talento en desiertos de apat¨ªa y frustraci¨®n. Hay que motivarles, ponerles a prueba, darles nuevas tareas, nuevas responsabilidades, nuevos objetivos, y dejar que todos nos beneficiemos de su trabajo.
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