Nuevo obst¨¢culo para la v¨ªa negociadora
Un nuevo obst¨¢culo se eleva en el camino hacia la paz en Oriente Pr¨®ximo. No es que la paz estuviera cerca pero, cuando menos, la v¨ªa negociadora estaba alcanzando un protagonismo que permit¨ªa confiar en que, por alg¨²n tiempo, se oir¨ªa la voz de los diplom¨¢ticos y no la de las armas.El asesinato del observador de la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina (OLP) en el congreso de la Internacional Socialista retrotrae peligrosamente el proceso.
Las entrevistas entre Hussein de Jordania y el l¨ªder de la OLP, Yasir Arafat, mantenidas durante la pasada semana en Aminan, a pesar de no culminar con acuerdo, dieron un nuevo impulso a la v¨ªa diplom¨¢tica. Con el cad¨¢ver de Isam Sartaui a la vista, la negociaci¨®n ha quedado en entredicho, si bien no definitivamente descartada. Coincidiendo con el atentado, Hussein se desmarca del proceso negociador y deja a la OLP "la responsabilidad" de decidir "la forma de liberar su territorio". Otra vez el lenguaje de la guerra.
Sea la que sea la identidad y militancia del terrorista que apret¨® el gatillo y la de los que dieron la orden (la reivindicaci¨®n de Abu Nidal resulta plausible), est¨¢ claro que su objetivo era torpedear el proceso de paz y evitar el compromiso. Pero, ?acaso el compromiso estaba tan cerca? Hab¨ªa algunos s¨ªntomas esperanzadores.
El papel de Hussein (verdugo de los palestinos en el septiembre negro de 1970, no hay que olvidarlo) se hab¨ªa reforzado. En el monarca jordano pod¨ªa encontrarse la convergencia entre los dos planes de paz actualmente en el tapete, ambos moderados.
Los dos planes de paz
El plan de Fez, con origen en una propuesta saud¨ª y consensuado por los pa¨ªses ¨¢rabes, reconoc¨ªa el derecho a un Estado palestino en CisJordania y Gaza, consideraba a la OLP como ¨²nica representante leg¨ªtima del pueblo palestino y ofrec¨ªa veladamente, como contrapartida, el reconocimiento de Israel y de su derecho a fronteras seguras.
El plan del presidente norteamericano, Ronald Reagan, tan s¨®lo permit¨ªa un cierto reconocimiento de los derechos nacionales palestinos en el seno de una federaci¨®n con Jordania y rechazaba rotundamente la representaci¨®n de la OLP.
Hussein se convert¨ªa en la pieza clave de un proceso negociador que Reagan so?aba como un segundo Camp David. Para Israel, ninguna de las dos f¨®rmulas era v¨¢lida, dado que ambas, fieles total o parcialmente al esp¨ªritu de la resoluci¨®n 242 del Consejo de Seguridad de la ONU, exig¨ªan la retirada de los territorios ocupados en la guerra de 1967.
Pero, con negativa israel¨ª y todo, aun con el mantenimiento de la pol¨ªtica agresiva en los territorios ocupados (represi¨®n y creaci¨®n de nuevos asentamientos), incluso con la intransigencia que no cede en L¨ªbano, se vislumbraba una cierta esperanza.
El nuevo protagonismo de Hussein -al que ahora parece renunciar-, la posibilidad de una soluci¨®n intermedia entre ambos planes de paz y las intenciones de Reagan de presionar a Israel si el monarca jordano entraba en el juego negociador, pod¨ªan abrir un nuevo camino.
La iniciativa de Hassan II de convocar una nueva cumbre en Fez (ya fuera extendida a todos los pa¨ªses ¨¢rabes o tan s¨®lo a los del comit¨¦ de los siete) era un nuevo elemento de la misma estrateg¨ªa de conciliaci¨®n a la que la OLP, con Arafat al frente, consideraba muy en serio.
De Fez puede salir todav¨ªa -aunque ya parece casi imposible-, un consenso que dejar¨ªa fuera de juego a los sectores m¨¢s radicales de la resistencia palestina, a algunos pa¨ªses ¨¢rabes como la Libia de Gadafi y a los duros del Gabinete israel¨ª, que siguen siendo mayor¨ªa. No es de extra?ar que las sospechas sobre la autor¨ªa del atentado fueran en un principio por esos caminos.
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