La Delegaci¨®n de Seguridad sirvi¨® de brega y trampol¨ªn pol¨ªtico para Jos¨¦ Barrionuevo y Rafael Vera

La importante inversi¨®n en material y medios humanos de la Delegaci¨®n de Seguridad y Polic¨ªa Municipal del Ayuntamiento de Madrid refleja el considerable esfuerzo de los primeros cuatro a?os de gobierno socialista en esta corporaci¨®n por dignificar la desprestigiada imagen de la Polic¨ªa Municipal. Los socialistas pusieron en marcha la polic¨ªa de barrio, en un intento de aproximar la imagen del tradicional guardia de la porra al casi m¨ªtico bobbie brit¨¢nico, y crearon una academia de polic¨ªa para reciclar tambi¨¦n a los miembros de este antiguo cuerpo. A pesar de ello, la falta de coordinaci¨®n entre los agentes municipales, la Polic¨ªa Nacional y el Cuerpo Superior de Polic¨ªa cre¨® desagradables situaciones en Madrid en este per¨ªodo.

El departamento ha servido, adem¨¢s, de importante trampol¨ªn pol¨ªtico. Jos¨¦ Barrionuevo y Rafael Vera se bregaron como concejal y delegado de esta secci¨®n hasta las elecciones legislativas y alcanzaron de un certero salto la cartera del Ministerio del Interior y la Direcci¨®n de la Seguridad del Estado, respectivamente.Los socialistas llegaron al Ayuntamiento de Madrid cuando ciertos sectores contrarios al cambio pol¨ªtico que se estaba produciendo en Espa?a se hab¨ªan ocupado de extender una inexistente psicosis de miedo e inseguridad en las calles. Jos¨¦ Barrionuevo, hombre de dr¨¢sticas decisiones, cre¨® entonces la Unidad de Vigilancia Nocturna, los llamados Harrelson, que tuvo que ser posteriormente suprimida ante su evidente falta de eficacia. Sus actuaciones no fueron muy afortunadas.

En esos momentos el PSOE estaba calentando la idea de montar un cuerpo estatal de polic¨ªas locales que colaborasen estrechamente con la polic¨ªa gubernativa. El primer paso de este experimento se plante¨® en Madrid. Jos¨¦ Barrionuevo puso en marcha la denominada polic¨ªa de barrio, que supuso llevar a la pr¨¢ctica el fallido intento de Rodolfo Mart¨ªn Villa de montar un cuerpo, a imagen de la Polic¨ªa Nacional, que colabara efectivamente con la polic¨ªa gubernativa.

Los 800 polic¨ªas de barrio que han salido en las dos primeras promociones de este cuerpo vienen a prestar un servicio basado en el trato directo con el ciudadano. La intenci¨®n es que vivan en el distrito donde trabajan, conozcan a los vecinos, congenien con ellos y, por esta v¨ªa, presten las ayudas, necesarias.

La polic¨ªa de barrio est¨¢ aun en per¨ªodo de formaci¨®n, aunque, tras sus dos primeros a?os de funcionamiento, la imagen de los municipales ha sido dulcificada considerablemente. En opini¨®n del actual delegado de Seguridad y Polic¨ªa Municipal, Enrique Mezquita, se busca "al polic¨ªa polivalente, que pueda regular el tr¨¢fico, conocer prefectamente su distrito, prestar primeros auxilios, instruir diligencias, perseguir a un delincuente, etc¨¦tera".

El empe?o del Gobierno socialista por la creaci¨®n de este cuerpo abri¨® una pol¨¦mica sobre la conveniencia o no de que los polic¨ªas llevaran armas. Esta discusi¨®n comenz¨® en la ¨¦poca de Juan de Arespacochaga, cuando sectores del cuerpo manifestaron p¨²blicamente que eran funcionarios municipales y no agentes militarizados.

Sin embargo, esta l¨ªnea de desarme se fren¨® meses despu¨¦s, a ra¨ªz de los asesinatos de Benjam¨ªn D¨ªez y Bienvenido Romero. En enero de 1979, representantes sindicales reclamaron la renovaci¨®n del armamento y de la munici¨®n para una mejor defensa de los agentes. La llegada de los socialistas supuso el mantenimiento de las pistolas, decisi¨®n que cont¨® con el firme apoyo del actual ministro del Interior, Jos¨¦ Barrionuevo, que siendo consciente del riesgo que entra?aba la presencia del arma, estaba convencido de su utilidad. "Polic¨ªa y desarme son conceptos antit¨¦ticos", dijo.

Profesionalizaci¨®n de la polic¨ªa

Actualmente la Polic¨ªa Municipal est¨¢ obligada a llevar el arma reglamentaria y, para evitar riesgos si hubiera que devolverlas tras el servicio a alg¨²n departamento, se ha regulado que el polic¨ªa sea responsable de su pistola.

Esta decisi¨®n acarrear¨ªa algunos problemas subsiguientes, dado el escaso nivel de profesionalidad con que contaba entonces la Polic¨ªa Municipal. Antonio L¨®pez Ovejero, de 13 a?os de edad, result¨® muerto por el disparo de un polic¨ªa municipal cuando, al parecer, se encontraba robando, en compa?¨ªa de otros tres j¨®venes, en el interior de un polideportivo del barrio de Aluche.

La ense?anza impartida a los polic¨ªas ha variado considerablemente y su conducta se va notando en la calle, aunque esta educaci¨®n todav¨ªa no se encuentre a los ni eles adecuados. La academia de la Polic¨ªa Municipal, donde tambi¨¦n se imparten ense?anzas de reciclaje y adaptaci¨®n a los mandos, ha servido para convertir a los antiguos municipales en un eficaz y aut¨¦ntico cuerpo de seguridad local.

La actuaci¨®n de la Polic¨ªa Municipal mejor¨® considerablemente. con la llegada de los socialistas, pero ciertas barreras no han sido superadas todav¨ªa, tales como la descoordinaci¨®n con la polic¨ªa gubernativa y la exagerada contundencia en determinadas acciones.

Los violentos incidentes protagonizados recientemente por la Polic¨ªa Nacional en el barrio de Malasa?a lograron mostrar al actual gobernador civil de Madrid, Jos¨¦ Mar¨ªa Rodr¨ªguez Colorado, la descoordinaci¨®n entre el cuerpo local y la polic¨ªa gubernativa.

En Madrid nadie se ha preocupado hasta ahora por unificar las centralitas del 091 y 092 (Polic¨ªa Nacional y Polic¨ªa Municipal), cuya desconexi¨®n ha provocado serios incidentes y una falta de efectividad en las actuaciones policiales, como reconoci¨® p¨²blicamente el gobernador civil.,

Los socialistas argumentan que ahora el Gobierno lograr¨¢ solucionar este problema cuando sea aprobada la ley de unificaci¨®n de la Polic¨ªa Nacional y el Cuerpo Superior de Polic¨ªa, que regular¨¢ y establecer¨¢ los l¨ªmites del campo de acci¨®n de los cuerpos locales, pero ello no es ¨®bice para que, hasta el momento, se haya mantenido esta il¨®gica estructura.

La Polic¨ªa Municipal se ha quejado, y con raz¨®n, en los ¨²ltimos a?os de la discriminaci¨®n de que eran objeto con respecto al resto de la polic¨ªa. Sectores sindicales de las fuerzas del orden municipales denunciaron p¨²blicamente en numerosas ocasiones que su servicio conclu¨ªa en las comisar¨ªas, donde eran tratados despectivamente, y que este cuerpo gozaba de poca credibilidad Ante el estamento judicial.

La Polic¨ªa Municipal siempre ha sido considerada como un cuerpo de segunda fila, a la altura de los serenos, y esto ha provocado enfrentamientos entre este cuerpo y la polic¨ªa gubernativa. En este sentido, la gesti¨®n socialista ha sido positiva, y esa imagen ha ido variando hasta el punto de conseguir que los municipales no sean considerados exclusivamente guardias