El miurita licenciado en tauromaquia
Nada m¨¢s verlo, el p¨²blico ovacion¨® al toro que abr¨ªa plaza porque estaba en el tipo de la hist¨®rica ganader¨ªa y m¨¢s a¨²n por su capa bell¨ªsima, le dir¨ªamos berrenda en c¨¢rdena; pero luego su comportamiento no ser¨ªa el que di¨® fama a la ascendencia. Miura-Miura lo fue el segundo, miurita chico que no habr¨ªa pasado el reconocimiento de veterinarios exigentes (por ejemplo los de Madrid) y que, sin embargo, se hab¨ªa licenciado en tauromaqu¨ªa. Lo sab¨ªa todo.Un experto miurista como Ruiz Miguel no pod¨ªa con ese torito y hubo de recurrir a los regates, a librar derrotes con el pie ligero, procurando salir lo m¨¢s a?roso posible del compromiso Para s¨ª habr¨ªa querido g¨¦nero como el berrendo en c¨¢rdeno del turno anterior, cornal¨®n, acaramelado de pitones y guapo, cuya nobleza desaprovech¨® Joaqu¨ªn Bernad¨®. El No? de la Riereta, en su despedida de la afici¨®n sevillana, anduvo compuestito, sin complicarse la vida, y con retrasar los enga?os, tanto a ese noble toro como al cuarto, que era muy tardo de suyo, ten¨ªa suficiente para evitar, m¨¢s que menos, el agobio de las embestidas. El p¨²blico estuvo respetuoso con el veterano diestro, y el veterano diestro con el p¨²blico. As¨ª que empate.
Plaza de Sevilla
24 de abril.D¨¦cima corrida de feria. Toros de Eduardo Miura, desiguales de presencia, flojos, de poca bravura y manejables. Joaqu¨ªn Bernad¨®. Dos pinchazos bajos y bajonazo descarado; la presidencia le perdon¨® un aviso (silencio). Dos pinchazos -aviso con retraso-, otro pinchazo y bajonazo (silencio). Ruiz Miguel. Cuatro pinchazos, estocada atravesada y descabello (silencio). Dos pinchazos y estocada (oreja protestada). Manili. Estocada ca¨ªda (oreja). Media estocada (oreja).
M¨¢s Miura-Miura hubo en la tarde, de esos que sugieren estudios de expertos, y los iniciados en la materia se complacen al oirles, porque les ratifican en sus sesudos conocimientos miuristas. En realidad la corrida entera sali¨® flojucha y aburrida. No hubo ni un derribo, los toros no se empleaban en las segundas varas, se arrepuchaban en las terceras, se iban arriba en el segundo tercio y al tercero llegaban manejables. Llegaban manejables, m¨¢s con la referencia permanente de las caracter¨ªsticas propias del hierro; es decir, que era preciso no dudarles nada, templarles mucho, mandarles todo. Manili di¨® m¨²ltiples mantazos destemplados a su primero, que el Miura rechazaba a testarazos, pues le importunaba el trapo en los ojos, y s¨®lo mand¨® al ligar el redondo con el de pecho. Siempre que combin¨® estas suertes, con el mando dicho, el toro le embest¨ªa humillado, entregadito, con nobleza de santo var¨®n.
Lo mismo ocurr¨ªa con el sexto, en el que Manili amalgam¨® voluntad y torpeza, al que pas¨® de faena. Y con el quinto, que correspondi¨® a un Ruiz Miguel sin ideas, el cual nuevamente volvi¨® a recurrir a los regates m¨²ltiples, las vueltas y revueltas; ese toreo fren¨¦tico es t¨ªpico en su trayectoria profesional pero que constituye la parte negativa.
Ambos espadas fueron obsequiados con orejas. Nadie se ha cre¨ªdo que fueran justas, ni siquiera l¨®gicas. La presidencia de la Maestranza, un caso de incompetencia absoluta para la importante funci¨®n que tiene encomendada, es muy reacia a sacar el pa?uelo de los avisos o de los toros al corral, pero pr¨®diga para el de los premios, en beneficio de toreros y a despecho de aficionados que reclaman para el hist¨®rico coso la dignidad debida.
Llovi¨® torrencialmente durante todo el d¨ªa y d¨¢bamos por supuesto que la corrida se suspender¨ªa, pero cuando son¨® el clar¨ªn el ruedo estaba enjuto y el sol arriba. Mediada la tarde aparecieron nubarrones en lontananza, se oscureci¨® el cielo y sobre la Giralda se aproximaba entre celajes una luna garabateada y tristona. La feria de farolillos ha llegado a su fin, con triunfalismo pero sin brillo. Queda la llamada "corrida de resaca", que no cuenta. La Feria de Sevilla 1983 ya es historia.
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