Guerra
Alfonso Guerra, vicepresidente del Gobierno, es el hombre/inc¨®gnita que tiene a la Oposici¨®n m¨¢s pr¨¦ocupada. Ay si la derecha no fue-se tan de derecha. Me lo dijo Woody Allen, el hombre m¨¢s parecido de Am¨¦rica al europeo Guerra (como Poe se parec¨ªa a Baudelaire, sin saberlo), aquella vez que le entrevist¨¦ en Manhattan: Mire usted, Umbral (¨¦l pronunciaba ?mbrol), lo que a mi me pasa es que percibo la existencia en exceso.Lo mismo que le pasa al vicepresidente, que tiene el alma de nardo latigante/fustigante del ¨¢rabe espa?ol. Que percibe la pol¨ªtica en exceso, o sea que se entera de todo. Como Guerra no se sabe bien lo que hace, piensan que no hace nada. Son como los ni?os que, no sabiendo por qu¨¦ rinc¨®n del dormitorio anda el coco, se autoconvencen de que no hay coco, y se duermen. No sabemos qu¨¦ medidas, qu¨¦ decisiones -de las m¨¢s audaces, de las m¨¢s venideras, de las m¨¢s psocialistas- nacen de Guerra. A m¨¢s de su funci¨®n, Guerra ha elegido el silencio y la inactividad como un valor a?adido. ?Qu¨¦ hace este hombre que nada hace y sabemos que no puede estarse sin hacer nada? Aprendeflauta, como S¨®crates la ¨²ltima noche de su vida o el citado Allen la noche d e su ¨®scar. Guerra ha elegido ser el no/Felipe, que es todo lo contrario de no ser Felipe. ?Radical o coyuntural? Los tiene en un grito. Voy a por los an¨¢lisis del doctor Cotarelo (con el apellido ya est¨¢ dicho todo) y estoy corriendo total, o sea normal¨ªsimo. Me lo dijo una vez el doctor De Felipe en la Fundaci¨®n Jim¨¦nez D¨ªaz:
-Da usted un electro de libro. Nunca he visto un cerebro m¨¢s equilibrado, aparte el de Carlos Saura, que se me cabre¨® mucho, porque quer¨ªa un gramo de locura.
Lo que a m¨ª tambi¨¦n me falta, querido Carlos, grande y entra?abil¨ªsimo Carlos. Damos unos electros cartesianos sin ser Descartes. Imagino que los electros del vicepresidente tambi¨¦n son as¨ª. Tan equilibrados que les desequilibran. En la Joven C¨¢mara de Comercio me dan vinos semifmalistas, que parece una cosa de Blaise Cendrars: "Un vino semifinal". Gin¨¦s Li¨¦bana el ¨²ltimo manierista (manierismo en la consagraci¨®n a un detalle, con olvido del resto de la obra), el gran retratista, me guisa unas lentejas de hierro y hogar que nos tomamos como dos viudos, entre primores de pintura. "Y ya sin los miedos pol¨ªticos de anta?o, Gin¨¦s". "Eso". "Cu¨¢nto hemos pasado, Gin¨¦s". "Eso". Y lloramos sobre las lentejas. Iosette expone su moda en Seat (Castellana, n¨²meros altos). Lita Trujillo me da toda su cordialidad esbelt¨ªsima. Jaime Ostos se me entrega de brazos abiertos a la nostalgia de los cincuenta, siempre cantando bajo la lluvia. Carey se lo monta de Feria de Abril en Sevilla, en su discoteca, y me obsequian con un co?ac de 1866, un co?ac isabel¨ªno como para Valle-Incl¨¢n, que el otro d¨ªa pude abrazar al Marqu¨¦s de Bradom¨ªn, en La Zarzu, como dice Blanca Andreu, passando de todo. (Si Alfonso Sastre hubiera conocido a "las musas bestiales y profundas" del cheli, incluso la Louchette de Baudelaire, jud¨ªa y leprosa, quiz¨¢ no escribiese que el cheli no existe). Todos vivimos, siempre, en el pensamiento de un hombre, pensador o pol¨ªtico, somos el sue?o de su raz¨®n, y yo s¨¦ que todo esto me ocurre en el silencio pensante d¨¦ Alfonso Guerra. La derecha de derechas tambi¨¦n lo sabe, y se cabrea, a ver qu¨¦ vida. Yo es que les entiendo. A Guerra le basta con decir una cosa: "Terrorismo/gangsterismo". M¨¢ximo ya ha pintado en este peri¨®dico a los enpapuchados con su Consejo de Administraci¨®n. Guerra tiene el don del laconismo, del fragmento lapidario, que fascinaran a Her¨¢clito de ?feso, Voltaire, Nietzsche, Cioran, Gide y Barthes. No es segundo ni primero, no es Serrano S¨²ber ni Olivares. Es el que manda otros a las bodas tard¨ªas con la Historia de algunas reporteras. TVE me invita a una fiesta electoral el 8/M. Del silencio de Guerra vive hoy tanto psocialista palabr¨®n. Y Soares ganando en Portugal.
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