Gerardo, el nuevo
"?l representa la unidad y la recuperaci¨®n de nuestro partido". "No lleva mucho tiempo en el cargo, pero da la talla de un gran secretario general, que es lo que necesita el partido. Un hombre, salido del pueblo trabajador y, hoy por hoy, el mejor secretario general". Estas dos afirmaciones sirvieron a los secretarios generales del PCE en Badajoz y en C¨®rdoba para presentar a Gerardo Iglesias en los actos en los que ha participado en su gira por Extremadura y Andaluc¨ªa.Algo chocaba, sin embargo, en toda la parafernalia montada en torno a los m¨ªtines del Partido Comunista de Espa?a. En los carteles, octavillas, en las tiras publicitarias, en las pancartas, no aparec¨ªa esta vez ni el nombre ni la imagen del secretario general de siempre, Santiago Carrillo. Despu¨¦s de ver durante a?os en televisi¨®n, en los peri¨®dicos y en toda la propaganda del partido la personificaci¨®n del PCE en el l¨ªder carism¨¢tico, el camarada Santiago, los militantes y simpatizantes del PCE de M¨¦rida, de Granada, de C¨®rdoba o de J¨®dar (Ja¨¦n), campesinos, trabajadores de edad media, quer¨ªan conocer a ese chico que es ahora el secretario general. Ten¨ªan curiosidad por ver de cerca, escuchar la voz y empaparse de los detalles que rodean al nuevo. "?Que retiren ese foco, que no podemos verlo!", se gritaba en un teatro. "Que nos dejen saludarle", protestaban quienes peleaban con el aparato de seguridad para estrechar la mano de Gerardo Iglesias.
En el teatro Alcazaba de M¨¦rida, 2.000 personas esperaban impacientes la novedad. Entre atronadores aplausos y gritos de "?Aqu¨ª se ve la fuerza del Pec¨¦!", Gerardo Iglesias, lleg¨® a trompicones hasta el escenario, sin sortear apretones de manos ni esquivar palmadas en la espalda.
Parec¨ªa algo ausente, como si en ocasiones no se creyera d¨®nde est¨¢ o le pesara el presagio de la posible provisionalidad de su cargo. Una actitud que contrastaba con la de los militantes comunistas que, sin esfuerzo, crey¨¦ndole su l¨ªder, le gritaban: "Gerardo, amigo, el pueblo est¨¢ contigo" o "Se ve, se siente, Gerardo est¨¢ presente" (frases que hasta hace poco ten¨ªan un ¨²nico e inconfundible destinatario).
En la mesa presidencial del acto recibi¨® una impresionante ovaci¨®n. ?l, que reconoce sin rubor que es rematadamente t¨ªmido, entre sus camaradas-candidatos que saludaban pu?o izquierdo en alto, agradec¨ªa el afecto, casi deportivamente, con los brazos en alto y las manos engarzadas por las palmas. Ante un p¨²blico caliente, que le interrump¨ªa con gritos como "?Viva el comunismo cerrado!", Iglesias, con tono monocorde y de escasos matices, les record¨® que ¨¦l es joven, un minero, un trabajador del pueblo, y arreciaron los aplausos.
Usando permanentemente el latiguillo "Amigas, amigos, camaradas" (se le ha aconsejado que no use exclusivamente el t¨¦rmino camaradas), habl¨®, como en cada mitin, del Gobierno y del PSOE -sin acritud y sin descalificaciones globales-, de Fraga, de la OTAN, del paro, de problemas de Estado, pero no consigui¨® que un p¨²blico entregado vibrara. El esquema y el propio tono del discurso de Iglesias, se parecen extraordinariamente a los que usa Santiago Carrillo -al que jam¨¢s cita-, arrastran do los finales de las frases con un deje inconfundiblemente asturiano. No domina el tono burl¨®n ni mitinero, habla muy serio, sin sonrisas ni gestos expresivo!, con pocas concesiones f¨¢ciles a la galer¨ªa y sin ataques persona les. El nuevo secretario general no provoca entusiasmos desmedidos, pero gusta su lenguaje di recto, mesurado y comprensible, muy especialmente cuando se re fiere a la situaci¨®n interna del partido, tema en el que pone es pecial ¨¦nfasis y calor. Porque est¨¢ claro que, por encima de la campa?a electoral, lo que est¨¢ haciendo Iglesias en los dos ¨²ltimos meses es presentarse ante sus militantes, convencerles de que es la persona que dirige ahora el partido y de que pretende protagonizar una "profunda renovaci¨®n".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.