A Pablo Castellano
Se?or Castellano: no s¨¦ si la Prensa ha recogido con exactitud las manifestaciones que ¨²ltimamente viene usted haciendo sobre nuestra Administraci¨®n de justicia. Por si lo fueran, quiero, por ¨²nica vez, dirigirle esta carta abierta con ¨¢nimo de que, al serlo, la opini¨®n p¨²blica tenga tambi¨¦n ocasi¨®n de o¨ªr mi voz. Porque es el caso que tanto usted como yo, aparte de ser dos ciudadanos con nuestra libertad de opini¨®n y de expresi¨®n a cuestas, ostentamos dos cargos que tienen mucho que ver con la justicia, y a veces al lector le resulta dif¨ªcil separar cargos y personas y se complican las cosas, lo cual es malo, puesto que el lector tambi¨¦n tiene derecho a una informaci¨®n veraz y completa.Es cierto que usted no ha informado sobre la justicia, sino que se ha limitado a opinar sobre ella, y yo debo -y conste que lo hago sinceramente- respetar su opini¨®n.
Usted cree que la justicia, o m¨¢s concretamente los jueces, deber¨ªan ser elegidos directamente por el pueblo y quedar sujetos a control del Ejecutivo y del Legislativo, con lo que se evitar¨ªan clasismos y burocracias. Muy bien. A usted no le gusta que la Constituci¨®n haya creado el Consejo General del Poder Judicial como lo ha hecho (un estrabismo de la Constituci¨®n). Perfectamente. Y puesto que usted es diputado, podr¨ªa, con m¨¢s facilidad que yo, intentar el cambio necesario. De la justicia y de otras cosas que tampoco agradan. No faltar¨ªa m¨¢s.
Pero no creo que al ciudadano le interesen demasiado los gustos personales de quienes, por una u otra raz¨®n, tenemos acceso a los medios de comunicaci¨®n. El ciudadano tambi¨¦n tiene los suyos, y casi siempre tiene que guard¨¢rselos.
Los problemas p¨²blicos, me parece, no se resuelven con gustos personales, por respetables que sean, como lo son los de usted y los m¨ªos, sino con rigor.
Y, hor por hoy, la Administraci¨®n de justicia es exactamente como la ha querido el pueblo espa?ol que refrend¨® la Constituci¨®n; cada juez tiene sus criterios personales sobre los valores, derechos y libertades de esa norma fundamental (?no ir¨¢ usted a neg¨¢rselos!), pero, como juez, respeta, promueve y ampara cuanto de ella se espera y puede esperar el pueblo. Si yerra, hay recursos y remedios legales, que usted, como buen jurista, conoce, para corregir el error. Y esto es el t¨ªtulo democr¨¢tico que, hoy por hoy, corresponde a nuestra justicia. Desde enero de 1979, nuestros jueces est¨¢n aplicando directa y positivamente los preceptos constitucionales; que alguna interpretaci¨®n no le guste a usted, es cosa distinta. A muchos tampoco nos gustan otras cosas y para eso est¨¢ la cr¨ªtica, la reflexi¨®n y la conciencia de servir, con ambas, a toda Espa?a.
Pero, a menos que usted crea que el ¨²nico criterio v¨¢lido de entender la democracia es el suyo (y no creo que lo sea, porque le considero buen dem¨®crata), tendr¨¢ que reconocer que nuestra democracia, la nuestra, la de 1978, se basa en el pluralismo no s¨®lo pol¨ªtico, sino de criterios y contrastes. Pluralismo que se debe no ya respetar, sino promover.
Sin ninguna acritud, sin ninguna reserva mental, le dirijo estas l¨ªneas, a trav¨¦s de la opini¨®n p¨²blica, para que sepa que a la justicia no le duelen las opiniones contrarias a lo que de s¨ª misma piensa (y datos p¨²blicos hay de su severa autocr¨ªtica), ni le duele tampoco la aspereza con que las de usted se han difundido. S¨ª teme que esa aspereza contribuya poco a empujar y clarificar las instituciones. /
presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial.
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