Los auditores
A lo primero cre¨ªamos que los psocialistas eran marxistas. Pero no. Luego descolgaron el crucifijo de Marx. O sea que tampoco. Cuando tomaron el Congreso por votos, y no "a la sepulvedana", yo les califiqu¨¦ en esta columna de rom¨¢ntico/regeneracionistas. Ahora, al fin, ya lo sabemos todo. No son regeneradores ni socializadores ni reformadores. Son auditores.Lo suyo es auditar. Van a auditar otras cincuenta empresas espa?olas, privadas y p¨²blicas (esperemos que no todas resulten Ruiz-Mateos, que se ha comprado una mesa de formica, en Londres, para retratarse de pobre).
Ahora van contra La Paz, la Cl¨ªnica Sanitaria de los Veinticinco A?os de Muermo, a los que Tardofraga les meti¨® mucha marcha, aquello s¨ª que era marchamadrid, mi muy querida y bella se?ora de Verstrynge, saludada el otro d¨ªa en chez Iosette/Seat. Ayer, Gin¨¦s Li¨¦bana, el manierista genial (sali¨® mal mi definici¨®n de manierismo, por errata, en esta columna, pero ustedes me entienden), me guis¨® una chistorra riqu¨ªsima, y luego lechuga con queso. Ya que no por otra cosa, uno quedar¨¢ por el retrato que le haga Gin¨¦s Li¨¦bana, en su d¨ªa/noche. Gin¨¦s me cuenta del horror de los cuarenta: "T¨² eres muy peque?o; no lo has conocido". Los auditores psocialistas nos van a salvar, Gin¨¦s, amor, de tanta contabilidad hist¨®rica mal llevada. El franquismo/cuarenta?ismo fue, mayormente, un error de cuentas (nunca reconocido). Cuando llevamos a Eduardo Rico a La Paz, con la cabeza abierta -entra?able Ra¨²l, Cuco l¨²cido y inuerto-, le dejaban morir en el vest¨ªbulo porque no ten¨ªa ficha. En el caso m¨¢s dram¨¢tico de mi vida, m¨¦dicos concienzudos -con la conciencia justa- de La Paz me recomendaban la Fundaci¨®n Jim¨¦nez D¨ªaz, viejo maestro que a m¨ª mismo me hiciera, en d¨ªas remotos y desvalidos, su imposici¨®n de manos.
Hay una inolvidable vi?eta de Forges: Franco inaugurando Incosol, con Viliaverde detr¨¢s: "Queda inaugurado esto del muchacho". Y muchos letreros de Caja. La impronta, al psocialismo, resulta que se la ha dado Boyer. Estos chicos "calvitos", como dice Tierno, patriarcalista, no revolucionan ni nacionalizan ni expropian ni socializan. Hacen algo m¨¢s sutil: auditan. Veo en pase priv¨¦ una insufrible pel¨ªcula yanqui, El mundo seg¨²n Grap, donde toda la audacia es que una madre ha querido tener un hijo de soltera. Eso lo hizo mi adoradora Pilar Mir¨® sin marear. Le dan el premio Ruano a mi asombroso Juan Cueto. Dice que es un homenaje a Cunqueiro, en el Ritz -homenaje a C¨¦sar, Juan, amor, I'm sorry-, mientras el camarero de peluqu¨ªn me habla de los mozos de comedor de otro famoso hotel: "?sos son carteros, se?or Urnbral". El orgullo de estar en el Ritz, haciendo de la comida un Nureyev. Todo mi respeto para carteros y camareros, honestas gentes a quienes no tiene que auditar Boyer. En Oliver, como cuandol a Resistencia, Eduardo Rico y las p¨²beres can¨¦foras que le ofrendan el acanto y apenas se enteran de su lucidez noct¨ªvaga. En Bocaccio, Ra¨²l del Pozo, que tiene una carraca polisaria para avisar cuando pasa una jai importante. Y Omar Butler, uruguayo/espa?ol a quien salvamos por pelos de ser reclamado/ejecutado en su Montevideo/Montevideo. Hay dos revoluciones, o sea, la de la guillotina y la de los libros de contabilidad: Marx quer¨ªa la segunda. Sisita Pastega, n¨¦e Milans del Bosch, me invita a almorzar por un art¨ªculo sobre Alfonso Guerra. Nunca se sabe. El socialismo hist¨®rico y rom¨¢ntico se limita a descubrir que la contabilidad de la Historia est¨¢ mal llevada, y el psocialismo espa?ol s¨®lo quiere demostrar, m¨¢s sencillamente, que est¨¢ mal llevada la contabilidad de La Paz y el Piramid¨®n, como respuesta a las guerras m¨¦dicas.
M¨¢s que una ordal¨ªa revolucionaria vale una auditor¨ªa contable. Es la gran lecci¨®n/Boyer. Cuando la derecha/derecha esperaba quema de conventos, violaci¨®n de novicias y perpetraci¨®n de curas, el psocialismo se limita a un pulcro ejercicio contable. Boyer va a auditar a cuchillo cincuenta empresas espa?olas.
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