Es necesaria la solidaridad
Este a?o, la celebraci¨®n obrera del Primero de Mayo se plantea, seg¨²n el autor, con car¨¢cter de emergencia social y econ¨®mica. La situaci¨®n, a su parecer catastr¨®fica, de la econom¨ªa internacional tiene caracter¨ªsticas especiales y dram¨¢ticas en Espa?a. Para afrontar este estado de cosas propone un plan de solidaridad urgente que haga posible los cambios necesarios.
En el Congreso Obrero y Socialista de Par¨ªs de 1889, recordando las luchas heroicas de los trabajadores de Chicago en 1886, se decidi¨® que, a partir de entonces, el Primero de Mayo se celebrar¨ªa en todo el mundo. Ser¨ªa una jornada reivindicativa; una jornada de solidaridad de clase, nacional e internacional, bajo el lema que presid¨ªa el congreso: "Proletarios de todos los pa¨ªses, un¨ªos". La central sindical de CC OO, fiel a estos or¨ªgenes, celebrar¨¢ manifestaciones en los principales centros urbanos, industriales y agr¨ªcolas. Reivindicaremos primero el pleno empleo y, mientras, la plena protecci¨®n a los parados. Igualdad de derechos, reales, de j¨®venes, mujeres y trabajadores agr¨ªcolas; reducir la jornada progresivamente -en la medida en que aumenta la pro ductividad, para conseguir la semana de 35 horas hacia 1986, como en Europa- estar¨¢ en nuestras pancartas y discursos; pediremos unas pensiones dignas tambi¨¦n. Hablaremos del de sastre y la lucha por la paz de todos los pueblos, de Norte a Sur, de Este a Oeste. Nos uniremos a cada voz, a cada pueblo que act¨²e contra el imperialismo, en defensa de sus libertades e independencia sindical.
Ya en 1980, el Fondo Monetario Internacional (FMI) dec¨ªa en un informe: "Los a?os setenta han terminado con la evidencia de que las estructuras de producci¨®n, los modos de vida, los conceptos de crecimiento tendr¨ªan que ser todos ellos transformados y reconstruido! en los a?os ochenta, ya que el sistema internacional se ha derrumbado".
En Toronto, el a?o pasado, el FMI y el Banco Mundial se?alan la existencia de una deuda exterior de m¨¢s de 600.000 millones de d¨®lares y un casi crack del sistema financiero como ¨²ltimo desarrollo de la crisis global.
La necesidad de un nuevo orden econ¨®mico mundial, pedido en todos los foros internacionales, comenzando por las Naciones Unidas, pudo parecer, antes de la ¨²ltima reuni¨®n, una teorizaci¨®n; hoy aparece como una necesidad inaplazable si no queremos que las peque?as guerras de todo tipo primero y las m¨¢s destructivas y sofisticadas despu¨¦s acaben con nuestro universo.
Emergencia en Espa?a
En el cuadro de la casi bancarrota del sistema financiero mundial, nuestro pa¨ªs tiene rasgos propios, pero est¨¢ inmerso. Analizar la situaci¨®n de Rumasa antes, durante y despu¨¦s de su expropiaci¨®n exige ver el hecho particular, el hecho en s¨ª, pero tambi¨¦n el hecho en el contexto.
No se puede olvidar que a Rumasa le precedieron Explosivos R¨ªo Tinto, Al¨²mina-Aluminio, el Banco Urquijo, la Banca Catalana y otros, con la siderurgia y la construcci¨®n naval incluidas.
Estamos en presencia de una nueva fase de la agudizaci¨®n de la crisis general, que esta vez afecta al coraz¨®n del sistema financiero. En su fase anterior quebraron decenas de miles de peque?as y medianas empresas; ahora, adem¨¢s, empieza a alcanzar a los grandes holdings y bancos peor estructurados.
En el cuadro de la recesi¨®n nacional e internacional de los elevados costes del dinero, del plazo corto al que se presta, de la concentraci¨®n de riesgos, etc¨¦tera, cualquier acontecimiento econ¨®mico, pol¨ªtico o social, interno o externo, hunde incluso a los colosos.
?se es el fondo del problema, cuya soluci¨®n exige un nuevo orden econ¨®mico, el control del sistema financiero y la intervenci¨®n del Estado para que no se hundan sectores enteros de la econom¨ªa.
La situaci¨®n nos demuestra que nadie tiene los recursos suficientes para salvar de la grave crisis que padecen la siderurgia, la construcci¨®n naval, Rumasa, Explosivos R¨ªo Tinto, el campo, la industria o las finanzas. Ning¨²n Gobierno, por muchos diputados que le apoyen; ning¨²n sector pol¨ªtico, social o econ¨®mico puede aisladamente acometer una obra de tal magnitud.
Es por ello que la pol¨ªtica de solidaridad nacional, la utilizaci¨®n de los recursos del Estado y de su sector p¨²blico como fuerza motriz y de transformaci¨®n hacia una democracia avanzada, de mayor contenido social y econ¨®mico, pasa a ser una necesidad de clase y una necesidad nacional, inseparables ambas, en las condiciones hist¨®ricas concretas de nuestro pa¨ªs.
?Y cu¨¢l es la salida que da el Gobierno?
Para la crisis, una pol¨ªtica monetarista y recaudatoria, m¨¢s o menos antiinflacionista, que aumenta el paro; para el paro, la contrataci¨®n temporal, la flexibilizaci¨®n, y esperar, honestamente, con una pol¨ªtica moralista, a que el gran capital USA tire de nosotros.
Pero 2.400.000 parados y 500.000 en la antesala, en regulaci¨®n de empleo, un d¨¦ficit p¨²blico de 1.111.000 millones de pesetas y la quiebra de no pocas empresas privadas y p¨²blicas que seguir¨¢n no permiten al Gobierno esperar o llegar a tiempo con parches a todas partes.
Gij¨®n, Sagunto, Vigo; la industria hoy, como ayer el campo, se nos muere en las manos.
Exigir al Gobierno una pol¨ªtica de reindustrializaci¨®n y de reforma agraria integral; de control del sistema financiero y de creaci¨®n de un fondo nacional y un plan de solidaridad de cuatro a?os, que lleve la democracia dentro de los centros de trabajo.
Los intereses de los asalariados y los intereses nacionales, convergentes, hacen posible movilizaciones solidarias, de alto contenido humano, en Gij¨®n, en Sagunto, en Vigo, etc¨¦tera.
?Y qu¨¦ significa eso?, Significa que esa pol¨ªtica de solidaridad que CC OO plante¨® ya en su primer congreso de junio de 1978 est¨¢ madura; significa que intereses de clase e intereses nacionales en este estadio de la crisis se funden; significa que los asalariados pueden llevar con ellos a la casi unanimidad del pa¨ªs en la lucha por el trabajo, el pan y la libertad; y que el Gobierno debe ponerse en cabeza con los trabajadores en este movimiento solidario.
Atenci¨®n, se?or presidente del Gobierno. Existe una situaci¨®n de emergencia social y econ¨®mica: los Vigos, los Rumasa, Urquijo, etc¨¦tera. Los 2.400.000 parados no esperan. Lo que vivimos no es un atolladero sin salida: es una crisis hist¨®rica.
Estamos seguros de que con una pol¨ªtica de solidaridad y de cambios podemos salir de ella; nadie nos ha condenado a ser un pa¨ªs de parados o sin libertades.
Si¨¦ntese a negociar con los sectores sociales, d¨¦ m¨¢s participaci¨®n a los trabajadores y sus sindicatos de clase.
En este Primero de Mayo de 1983 podr¨ªamos terminar con: "Urge plan de solidaridad y participaci¨®n para hacer posible los cambios necesarios"; y despu¨¦s todos har¨ªamos el esfuerzo redentor del paro y la crisis.
es secretario general de CC OO.
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