El lenguaje nos juzga
"Perm¨ªteme que te d¨¦ mi opini¨®n: mira, imb¨¦cil, que te den por culo". La letra de esta canci¨®n parece que ha llevado a los m¨¢s patriarcalistas a poner el, grito en el cielo de Cuelgamuros y rasgarse las vestiduras de lam¨¦ de oro.En su d¨ªa tengo glosada la canci¨®n. Gramaticalmente, claro, que es lo ¨²nico que le inquieta a uno ya -la gram¨¢tica-, a estas alturas de la temporada y quedando el Madrid como ha quedado. El que-te-den-por-culo es un comod¨ªn verbal del cheli de los cuarenta / cincuenta, muy utilizado por mi admirad¨ªsimo Cela, un suponer, y que presenta la supresi¨®n del art¨ªculo masculino singular, determinado, que suele acompa?ar al sustantivo culo. (Culos de Sara Mora, Mar¨ªa Casal, Carmen Platero y as¨ª.)
Pero el lenguaje nos juzga. Toda escritura es una lectura. El texto lee al que est¨¢ leyendo. Le obliga a, leerse a s¨ª mismo. No habr¨ªa, si no, comunicaci¨®n posible entre un hombre con pipa y, un objeto rectangular llamado libro. El lenguaje nos juzga en cuanto que hace manifiestos los contenidos subliminales de nuestra conciencia. De ah¨ª que tantos entrevistados se pongan tarascas al leer en redonda del seis lo que ronearon en una conversaci¨®n ligera. Si los hechos son testarudos, como dijo el rojo, la escritura lo es mucho m¨¢s. Gutenberg no puede morir, contra lo que pronosticaba aquel reaccionario listo, con corbata de cuadros y cara, de almac¨¦n, que fue Marshall McLuhan, porque la escritura se ha convertido en la sombra de tinta que proyecta el yo. O el Yo.
Poco importa que quienes, sabiendo eso o sin saberlo, utilicen la. corporalidad siempre escandalosa de la escritura para confidenciar una denuncia. En este caso, contra una canci¨®n de meretrices.
Lo que importa es c¨®mo, al subvertir la funci¨®n de la escritura, del lenguaje, que siempre nos juzga, porque expresa el "acontecimiento" interior, como dijo Jung, subvierten la funci¨®n toda de la cultura, que ya no es liberaci¨®n de ese acontecimiento, a nivel personal o social, sino delaci¨®n del que escribe.
El lenguaje nos juzga, y por eso la escritura es una ordal¨ªa. Pero cuando ese juicio se toma delaci¨®n, merced a los manipuladores, ocurre que,en lugar de enfrentarnos a nosotros mismos mediante lo que hemos escrito -toda escritura es inevitablemente colectiva, por el origen un¨¢nime del lenguaje y por el contexto en que se produce-, nos enfrentamos a lo que han escrito los dem¨¢s, pues que nos ,molesta. S¨ª nos molesta, es que nos inquieta, y si nos inquieta, es que nos ata?e.
"Prefiero masturbarme yo sola: en mi cama / antes que acostarme con. quien me hable del ma?ana". Esto, aparte de ser una realidad estad¨ªstica (Kinsey / Ellis / Firestone), explica que la sociedad patriarcalista ha confinado a la mujer en un solipsismo de tragedia desertizada. El lenguaje, nos juzga y el sexo nos absuelve.
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