M¨¢s de 10.000 personas aplaudieron a Eric Clapton en Barcelona
M¨¢s de 10.000 personas aplaudieron a Eric Clapton en el primer recital espa?ol de su actual gira, celebrado el s¨¢bado en el Palacio de los Deportes de Barcelona. Ayer actu¨® en San Sebasti¨¢n. El p¨²blico no era el habitual que llena el mismo recinto para los acontecimientos heavy. Eric Clapton plante¨® la actuaci¨®n con una exquisita elegancia.
Clapton sigue ostentando la representaci¨®n de una forma de vida. Pese a los a?os y a los errores que no ha dejado de cometer a lo largo de ellos. Y el s¨¢bado se demostr¨® que esa forma de vida que ¨¦l simboliza sigue siendo una mayor¨ªa digna de tener en cuenta. Es la mayor¨ªa que todav¨ªa valora el recuerdo como elemento y experiencia primordial en su presente. De hecho, Clapton trabaj¨® con una frecuencia l¨®gica de recuerdo en el repertorio. El I shot the sheriff por delante, el Cocaine en medio y el Layla al final. Y la gente le agradec¨ªa que as¨ª fuera porque en el fondo una grand¨ªsima parte de ese p¨²blico tambi¨¦n ha convertido ya su asistencia habitual a los conciertos de rock en un recuerdo m¨¢s de su vida. Lo que en cualquier forma es incuestionable es que tanto Clapton como esas m¨¢s de 10.000 personas que abarrotaban el Palacio de los Deportes provienen de una ¨¦poca en que el rock nac¨ªa y se sosten¨ªa sobre unas premisas diametralmente distintas a las actuales. La m¨²sica era un hecho art¨ªstico en s¨ª mismo y no un elemento/ componente del hecho art¨ªstico. As¨ª, fue revitalizante el s¨¢bado ver la sobria actitud de los cinco m¨²sicos concentrando todas sus energ¨ªas f¨ªsicas e intelectuales en esos elementos (tales como digitaci¨®n, pulsaci¨®n, afinaci¨®n ... ) que s¨ª, realmente, configuran la aut¨¦ntica alma de la m¨²sica. Incluso la luminotecnia, si bien hab¨ªan sido escogidas con aut¨¦ntico buen gusto las tonalidades, se procur¨® a lo largo de las dos horas de concierto que no pisara a la m¨²sica. Una m¨²sica sin grietas, aunque con alg¨²n que otro hecho criticable, no de forma, sino, tal vez, de concepto. Y aun as¨ª ello es escasamente achacable a Clapton pues es la mitoman¨ªa de todos la principal responsable de que el solo de guitarra se convierta en una inapelable necesidad.El lugar que los cronistas del pop-rock le reservar¨¢n indefectiblemente en sus relatos es de aut¨¦ntico privilegio. Entre otras muchas razones, porque Clapton inaugur¨® una casta especial, la de los grandes instrumentistas, y se ha convertido en su m¨¢s universal paradigma. Se embarc¨® en la aventura, como tantos otros j¨®venes brit¨¢nicos, cuando el rock and roll parec¨ªa haber agotado/agostado sus tremendas reservas energ¨¦ticas en poco menos de un lustro. Y lo hizo con un gran gui?o hacia el pasado, remontando el curso evolutivo para buscar sus ra¨ªces en el indiscutible ancestro del sonido que hab¨ªa encumbrado y universalizado la juventud norteamericana de los cincuenta: El blues urbano.
Wonderful tonight, y ante tan suave reclamo comenzaron a chisporrotear, como amapolas entre un trigal de basca chorreando sudor, cientos y cientos de llamitasbic. El sofoco de la masa congregada y el fen¨®meno de la convecci¨®n comenzaban a empa?ar las cristaleras de la zona superior del Palacio de los Deportes. En acci¨®n, el Blues tower.
Alguna bengala, tres o c uatro petardos, y Cocaine. ?C¨®mo espera la turba este momento para incorporarse al coro! Lo hace a modo de claro simbolismo, pues era evidencia palmaria que all¨ª no hab¨ªa demasiados ejecutivos con posibles y el personal se traspon¨ªa mayormente de un empacho de porros (por esta vez, en v¨ªas de legalizaci¨®n) y una sobredosis de birra, pero eso era lo de menos, lo esencial es el s¨ªmbolo compartido y la versi¨®n que hace Clapton del cl¨¢sico de Cale pasar¨¢ sin duda a la historia como la canci¨®n m¨¢s esnifada de la pasada d¨¦cada.
Fue un llenazo barroco, inaudito en ese habitual coso rockero barcelon¨¦s. Pocos d¨ªas antes, en Roma, la presencia de Clapton hab¨ªa creado serios problemas de orden p¨²blico debido al desajuste funcional que manifest¨®, en la pr¨¢ctica, la ley de la oferta y la demanda. Fue una buena muestra de que el personal se resiste, nos resistimos, a la desaparici¨®n de las figuras m¨ªticas que llevan a cuestas su manto de leyenda con suficiente dignidad en lo tocante a profesionalismo. Y tambi¨¦n de que se desean, que a¨²n tienen plen¨ªsima vigencia, las figuras, grupos o entidades pop-rockeras capaces de aglutinar adhesiones masivas.
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