Una enferma de diabetes denuncia el alucinante tratamiento m¨¦dico de la secta de los Raschimura
La historia de Raschimura empez¨® a desvelarse hace pocas semanas, cuando un ex miembro de la secta present¨® una denuncia en el juzgado de guardia de Barcelona explicando un rosario de delitos que van desde la estafa a la falsificaci¨®n o al intrusismo m¨¦dico. Hoy a¨²n contin¨²an lloviendo las denuncias y acusaciones contra los responsables de la secta y sus centros naturistas. El relato de Pilar es un recorrido por ese mundo, al que califica de alucinante, en el que se introdujo para curar su diabetes y del que sali¨® poco menos que de milagro.
Todo empez¨® en los primeros meses de 1982, cuando alguien le recomend¨® que para curar su diabetes acudiera a un consultorio de medicina naturista instalado en el n¨²mero 5 de la calle de Alvarado, de Madrid, y bautizado con el pomposo titulo de Instituto M¨¦dico de Acupuntura, Yoga, Alimentaci¨®n y Meditaci¨®n Imayam. As¨ª empez¨® a caminar por la senda de la secta de Raschimura, con la esperanza siempre puesta en una curaci¨®n milagrosa que le permitiese abandonar la permanente dependencia de las inyecciones de insulina.Pilar, abandon¨® el tratamiento cl¨ªnico de la secta dos meses despu¨¦s, poco antes del verano, cuan do pesaba algo menos de 44 kilos su ¨ªndice de diabetes se hab¨ªa incrementado muy por encima de la
cifras rojas y se hab¨ªa demostrado a si misma que aquello era una .estafa, un fraude y un camelo". Recuerda incluso que cuando logr¨® abandonar la secta pens¨® en denunciar su caso, pero tuvo miedo.
Falsos doctores
A¨²n tiene miedo. Lo confiesa con una cierta dosis de rubor y lo justifica con sinuosos argumentos que van desde el agotamiento de la lucha predemocr¨¢tica a la angustia de que, cualquier noche empiece a sonar el tel¨¦fono y alguien, una voz an¨®nima, empiece a desgranar un rosario de amenazas. A continuaci¨®n destrenza el camino de excusas que ha ido tejiendo durante unos minutos y a?ade que est¨¢ dispuesta a presentar una denuncia en el juzgado de guardia y a emprender acciones judiciales si otros tambi¨¦n lo hacen.
"Conoc¨ª a la doctora Isabel S¨¢nchez en la consulta de la calle de Alvarado. Me mir¨® a los ojos y me diagnostic¨® que yo me hab¨ªa sentido muy oprimida en el seno de mi familia. Luego a?adi¨® que si me internaba en la cl¨ªnica d.e Sant Cugat, Barcelona, dejar¨ªa de pincharme con la insulina. Al d¨ªa siguiente nos fuimos las dos a Catalu?a", ha explicado Pilar, mientras, perpleja, recuerda aquel d¨ªa en que abandon¨® corriendo Madrid, la familia, su compa?ero y la medicina tradicional.
Fue un s¨¢bado. Recuerda impresionada su llegada a la cl¨ªnica de Sant Cugat, aquel arribiente m¨ªstico ba?ado en el silencio, aquel sabor agridulce a cebolla y el continuo ronroneo de la gente que aprovechando el fin de semana hab¨ªa acudido para trat¨¢rse de las m¨¢s diferentes dolencias.
Por un momento ha evocado el principio de su tratamiento -" deb¨ªa de durar s¨®lo 15 d¨ªas"-, las comidas frugales, los paseos por el jard¨ªn, las clases de yoga, las tardes interminables ante el aparato .de televisi¨®n, pero sobre todo ha evocado aquella noche en la que empez¨® a padecer los s¨ªntomas de la hipoglucemia y que, al borde del coma diab¨¦tico, pidi¨® al doctor Jos¨¦ Angel Roncero L¨®pez una naranja, una manzana o un terr¨®n de az¨²car con que combatir la descompensaci¨®n.
"Recuerdo que se lo ped¨ª por favor, poco menos que gritando, mientras ¨¦l me aseguraba que la hipoglucemia s¨®lo exist¨ªa en mi cabeza y que deb¨ªa de superarla por m¨ª misma. Me dorm¨ª ba?ada en sudor y ayudada por los ejercicios de yoga, pero con la permanente angustia de que pudiera volver a producirse en cualquier momento", ha continuado explicando Pilar.
Pilar logr¨® superar su estancia en la cl¨ªnica gracias a los robos continuados de comida en la cocina -"algunos de los pacientes, al enterarse, me sugirieron que robase alimentos para ellos"-, pero en ning¨²n niomento logr¨® sobreponerse al miedo -"un miedo irracional a que me pusieran de patitas en la calle y me dijeran que no hab¨ªa m¨¢s tratamiento"- o a la indignaci¨®n que sent¨ªa cuando era maltratada por las palabras del doctor Jos¨¦ Angel Roncero o de la doctora Pilar.
As¨ª fue como esta paciente de la cl¨ªnica naturista de Sant Cugat supo de la existencia de un singular personaje apodado Raschimura -Pedro Vivancos Garcia-, que aparec¨ªa sumido en rumores y en conversaciones a media voz en el pasillo. Se dec¨ªa que era un sant¨®n indio que se hab¨ªa retirado a orar, y cuya imagen estuvo, por corto tiempo, presente en la cl¨ªnica de Sant Cugat, colgada en una pared del vest¨ªbulo de la entrada. Descubri¨® tambi¨¦n que aquel tratamiento serv¨ªa para muy poco y que lo ¨²nico que manten¨ªa a los pacientes all¨ª era la esperanza en una milagrosa curaci¨®n.
"Durante la semana, en la cl¨ªnica, viv¨ªamos una docena de personas, cuidados por los dos doctores. Despu¨¦s, el s¨¢bado, las estancias se llenaban de pacientes y de los dem¨¢s miembros de la secta, algunos de los cuales practicaban la medicina sin los conocimientos b¨¢sicos. Me dijeron que me quedara alg¨²n tiempo m¨¢s. Pero busqu¨¦ una excusa y me fui. En Madrid continu¨¦ con el tratamiento con la doctora Isabel S¨¢nchez, en el consultorio de la calle de Alvarado. Un ines y medio m¨¢s tarde lo dej¨¦, al ver que empeoraba y que no hac¨ªa otra cosa que dejar el dinero. Volv¨ª a la medicina occidental".
Hace pocos d¨ªas Pilar recibi¨® una carta de una de las dirigentes de la secta Raschimura, invit¨¢ndola a la apertura de un nuevo local en Madrid: "Le invitamos a usted y familia a la inauguraci¨®n de nuestra: cooperativa de Productos Naturales, Yoga y Diet¨¦tica; a las 19 horas del d¨ªa 12 de abril podr¨¢n ustedes tomar un t¨¦".
Pilar ley¨® con cuidado los dos folios de la convocatoria. Record¨® su experiencia en la cl¨ªnica de la secta. Dobl¨® la carta, la meti¨® en el sobre y decidi¨® no presentarse. Ayer Pilar volvi¨® a sacar la carta del sobre mientras preguntaba por en¨¦sima vez: "?De verdad, as¨ª que nadie all¨ª era m¨¦dico?".
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