Banca Catalana-La Caixa, una salida pol¨ªtica
La proyectada operaci¨®n de compra de Banca Catalana por La Caixa encarna, seg¨²n los autores, el asentamiento pr¨¢ctico de una reforma que borre las fronteras institucionales del sistema crediticio, as¨ª como el incumplimiento del programa socialista de reforma de las cajas de ahorro.
La trascendencia pol¨ªtica y la complejidad t¨¦cnica de articular alternativas a la soluci¨®n del Grupo Catalana no justifica la opacidad informativa que caracteriza tanto al Consejo de Administraci¨®n de La Caixa como al propio Gobierno. Se a?ade a ello el hieratismo del presidente de la Generalitat, que hace un a?o enviaba a su entonces conseller de Finances, Trias Fargas, al foro de la Federaci¨®n Catalana de Caixes para intentar imponer sus condiciones en la fallida emisi¨®n de bonos de Banca Catalana, operaci¨®n no cubierta por muchos de los que hoy claman por una soluci¨®n catalana.Ahora la opini¨®n p¨²blica conoce que el Consejo de Administraci¨®n de La Caixa ha aprobado sus condiciones para la subasta, que los se?ores Ruiz de Alda y Alvarez Rendueles se permiten calificar como la ¨²nica alternativa. Un consejo, que con la ausencia de dos de sus miembros m¨¢s cualificados (los se?ores Roca-Sastre y Serra Ramoneda), con el voto contrario de los cuatro representantes del personal (UGT, CC OO, SEC e independientes) y la ins¨®lita abstenci¨®n del director (cerebro de la operaci¨®n), remata una de las operaciones de mayor enjundia en el mundo financiero espa?ol: Poner las bases de una reforma estructural que borra la frontera institucional en el sistema crediticio y que, de soslayo, puede hacer abortar el programa socialista de reforma de las cajas, que recoge la prohibici¨®n de participar en el capital de entidades bancarias. No es extra?o que, ante semejante compromiso program¨¢tico, hayan proliferado contra su incumplimiento las voces discordantes de centrales sindicales y partidos pol¨ªticos que, ante unos medios de comunicaci¨®n poco permeables en este caso, han expresado su oposici¨®n al proyecto de soluci¨®n Caixa. Por otro lado, como afirmaba Jes¨²s Armendariz, candidato socialista al Senado y secretario de Organizaci¨®n de la UGT de Catalu?a, "se puede poner en peligro la solvencia de La Caixa y la confianza que los depositantes tienen en cuanto a la seguridad de sus ahorros".
En el inter¨ªn se ha producido otro caso similar: el de la absorci¨®n de la Caja de Cr¨¦dito Mutual por la Caja de Madrid, que vulnera flagrantemente el programa socialista. Y aqu¨ª no se puede hablar de falta de alternativas porque las hab¨ªa y las hay a¨²n. Creemos que el se?or Boyer deber¨ªa dar una satisfacci¨®n p¨²blica y exacta, y definir de una vez por todas cu¨¢l es la pol¨ªtica de su departamento en un tema importante como es el de la progresiva bancarizaci¨®n de las cajas. Para que sepamos si nos hemos de atener al programa masivamente votado por los espa?oles o han de prevalecer las ideas personales de funcionarios del Banco de Espa?a, del Fondo de Garant¨ªa de Dep¨®sitos y de algunos directores de cajas.
Nuestro sindicato se ha pronunciado por salvar la imagen de catalanidad de la gesti¨®n, a la par que garantizar la "titularidad p¨²blica" por parte inicialmente del Patrimonio del Estado que pudiera derivar hacia la participaci¨®n mayoritaria aut¨®noma.
Los extractados de comunicados de prensa han inducido a que se tergiversase por la C A T de Banca Catalana el sentido de nuestra propuesta y nuestro comunicado que, al defender los puestos de trabajo, expresaba la dificultad insuperable de la superposici¨®n de ambas redes de oficinas. Hay que subrayar, sin embargo, otras objecciones: el problema real no se circunscribe al grupo bancario, sino tambi¨¦n al industrial. Son miles de puestos de trabajos los que est¨¢n en liza. Y no puede La Caixa responsabilizarse en exclusiva de su titularidad y gesti¨®n sin medir los riesgos que comportar¨ªa la traslaci¨®n y concentraci¨®n de todas las reivindicaciones ante sus ¨®rganos de gobierno. Lo cual no quiere decir que ni La Caixa ni nadie deba afrontar las necesidades financieras exigidas al sector real de la econom¨ªa, en apoyo a la restructuraci¨®n industrial, como demandaban Carlos Solchaga y Enrique Bar¨®n en las Primeras Jornadas sobre la Crisis Bancaria que UGT organiz¨® en 1980. Las conclusiones defin¨ªan entonces la no aceptaci¨®n de "despidos en los bancos protegidos con dinero p¨²blico" y "la publicaci¨®n de un estatuto del banquero que fije las responsabilidades personales y patrimoniales de los consejeros y directivos de Banca en caso de crisis".
Cabe interrogar si dichas condiciones se contemplan en la soluci¨®n-Caixa. Parece que no es as¨ª en el tema del empleo. Se ignora lo que se piensa hacer en el otro tema. Por tanto, ser¨ªa conveniente que se explicitara qu¨¦ compromisos existen para que sea esa soluci¨®n la ¨²nica existente y que no se reitere esa torpe argumentaci¨®n de catalanidad de la f¨®rmula porque, en cuanto a catalanidad, mucho m¨¢s la tiene La Caixa que Banca Catalana y parece que nadie tenga en cuenta el riesgo que pueda asumir esta entidad financiera de utilidad p¨²blica con una soluci¨®n que s¨®lo representa la salida airosa para una burgues¨ªa pol¨ªtico-financiera que no ha sabido administrar sus propios intereses. ?Es suficiente todo ello para oponerse a la soluci¨®n Caixa? Y habr¨ªa que preguntarse tambi¨¦n: "?Por qu¨¦ no se opone la Generalitat? Ya que esta compra potenciar¨¢ la expansi¨®n de La Caixa fuera de Catalu?a, lo cual impedir¨¢ a la Generalitat ejercer plenamente sus competecias estatutarias sobre la mayor entidad financiera del pa¨ªs. Y producir¨¢ de facto un recorte del Estatut. ?Por qu¨¦ no denuncia el Govern esta loapizaci¨®n de las cajas de ahorro?
Pero, para la UGT, todo lo expuesto, con ser muy importante, no es lo fundamental. Nuestra oposici¨®n a esta soluci¨®n se basa en dos premisas clar¨ªsimas: la primera, que consideramos intr¨ªnsecamente pernicioso para el sistema financiero la bancarizaci¨®n de las cajas; y la segunda, que estimamos que una alternativa catalana de verdad y no de opereta pasaba por una decisi¨®n de la Generalitat de auspiciar una f¨®rmula que permitiera, a trav¨¦s de la creaci¨®n de un Instituto de Cr¨¦dito, por ejemplo, el nacimiento de un sector p¨²blico aut¨®ctono, instrumento insustituible para la financiaci¨®n de las necesidades de nuestro pa¨ªs.
M¨¢s, si bien es cierto que, por razones obvias, el actual president de la Generalitat carece de autoridad moral para propiciar una soluci¨®n as¨ª, tambi¨¦n es cierto que, en cambio, el se?or Boyer tiene el respaldo de diez millones de votos para impedir una soluci¨®n Caixa que, de confirmarse, producir¨ªa a una grave distorsi¨®n en el ya de por s¨ª endeble sector financiero espa?ol.
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