Machito, la esencia de la gran salsa
?Macho! ?Machito! ?La esencia de la gran salsa! ?La sonrisa que nunca cesa!. M¨¢s o menos de esta forma podr¨ªa presentarse al portento de hombre que el pasado lunes consigui¨® de los presentes en la carpa del cuartel de Conde Duque un cierto olvido de la noticia del d¨ªa, esto es: la ausencia por amigdalitis de Al Jarreau, la gran estrella de estas terceras jornadas de jazz en Madrid. Por cierto, y siguiendo con este tema, comentar que la enfermedad de Jarreau es cierta y le ha obligado a suspender tambien su prevista actuaci¨®n en Viena.Incluso se comentaba la posibilidad de que hubiera de ser operado, as¨ª como el rumor de que su apoderado habr¨ªa ofrecido la presencia del cantante en el mes de junio para actuar en el Palacio de los Deportes y por el mismo dinero, ofrecimiento presuntamente rechazado por el ayuntamiento.No se acaba de concocer la realidad de las cosas en el seno de tanta confusi¨®n.
Machito and His Salsa Orchestra
III Jornadas de Jazz de Madrid. Carpa Cuartel de Conde Duque. Madrid. 9 de mayo.
Como ya se dijo, Machito logr¨® que todo se olvidara. Este se?or, que hac¨ªa la pelota en forma descarada al p¨²blico madrile?o, que nos iba contando c¨®mo la salsa es un 75% espa?ola y un 25% africana o como las mujeres de este pa¨ªs son una maravilla especial¨ªsima, consigui¨® meterse a la gente en el bolsillo al primer contoneo de sus caderas a?osas. Si, porque de creerle, Mach¨ªn ser¨ªa s¨®lo dos a?os mayor que ¨¦l y juntos recorrieron las calles de una Habana mecida en el son. Luego cada cual ir¨ªa por un lado y Mach¨ªn vendr¨ªa a Espa?a para hacer llorar y re¨ªr a toda una generaci¨®n mientras Machito crear¨ªa en Estados Unidos una gran banda excepcional y divertida. "?Sabor!" gritaba un cubano viejo desde las primeras filas y sabor es lo que tuvimos. La boca de Machito se abr¨ªa en palabras malamente inteligibles, pero su gesto y su ritmo eran superiores. Sus maracas transl¨²cidas meneaban el aire y su paladar rosado hacia sonre¨ªr la vida. S¨ª, era todo un espect¨¢culo.
Pero tambien lo era, y no menudo, el que ofrec¨ªa una gran orquesta que sonaba como todos los truenos del Caribe y cuyos solistas demostraban una competencia y un ardor fuera de lo com¨²n. All¨ª, eran las trompetas vertiginosas (tres) o los saxos alto, tenor, bar¨ªtono, all¨ª era la flauta. Y tambien una percusi¨®n m¨¢s eficaz que espectacular, menos deslumbrante que ¨²til. A su sonido bailaba una pareja de negros junto a la puerta y, en tanto, la mujer de Machito sonre¨ªa por escuchar lo de tantas veces que aqu¨ª adquir¨ªa la rara virtud de ser comprendido sin necesidad de traducci¨®n. Esta m¨²sica re¨²ne en cortejo la complejidad t¨¦cnica y la espontaneidad de la juerga, puede ser bailada y apreciada como un buen ron, te excita y te produce cierta melancol¨ªa. Es una gran preciosidad que no es m¨¢s popular entre nosotros debido a una f¨¦rrea incomprensi¨®n de las enormes ventajas de ser latino. La gente, enfrentada con el fen¨®meno apenas tuvo tiempo de dudarlo y se lanz¨® al ruedo de un disfrute al que solo las estrech¨ªsimas filas de sillas pon¨ªan coto. Tal vez hubiera sido mejor el Tropicana.
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