La reconquista de Margaret Thatcher
LA ANTICIPACI?N de las fechas electorales es algo habitual en el Reino Unido de la Gran Breta?a. La constituci¨®n no escrita, flexible y al mismo tiempo gravemente respetada, autoriza al primer ministro a disolver el Parlamento y convocar elecciones: l¨®gicamente, lo hace en el momento en que cree que puede serle m¨¢s favorable la votaci¨®n, aunque se hayan producido tremendos errores sobre la base -cada vez m¨¢s desgastada a medida que progresan los medios cient¨ªficos de auscultaci¨®n- de que el voto brit¨¢nico es imprevisible. Margaret Thatcher utiliza ahora esta facultad para disolver el Parlamento y convocar elecciones generales para el 9 de junio. Todas las informaciones, pol¨ªticas y cient¨ªficas, coinciden en que est¨¢ en un momento ¨®ptimo, que el adelanto de casi un a?o sobre el final de la legislatura puede consolidar un poder que tiene ya firmemente establecido y que lo aumentar¨¢ no s¨®lo en el n¨²mero de diputados de mayor¨ªa, sino en un claro respaldo psicol¨®gico del pueblo a su pol¨ªtica.El tema de las Malvinas es fundamental en este auge. No puede entenderse bien si no se considera como parte de un todo. La extra?a e il¨®gica aventura, con su desmesurado gasto y su aparentemente in¨²til bot¨ªn, ha servido sobre todo para subrayar la entereza y la decisi¨®n; al mismo tiempo, para desgastar a un partido laborista, ya muy roto por dentro, que tuvo la audacia de oponerse -con timidez e irresoluci¨®n- a algo que no supo advertir que se convert¨ªa en una causa nacional. Quiz¨¢ los laboristas hubieran podido obtener un fruto de su oposici¨®n, de su transgresi¨®n a otra ley no escrita, pero respetada, seg¨²n la cual los grandes compromisos en la pol¨ªtica exterior los asumen todas las fuerzas pol¨ªticas, si la aventura se hubiera se hubiera convertido en desastre. No fue as¨ª, y Margaret Thatcher capitaliz¨® no solamente la reconquista, sino la solidaridad de los Estados Unidos y de Europa-OTAN, lo cual le sirvi¨® casi simult¨¢neamente para mostrar su independencia con respecto a estos aliados, al marcar posiciones inflexibles respecto a la contribuci¨®n brit¨¢nica al Mercado Com¨²n y a los beneficios que espera obtener de ¨¦l.
Esta imagen patri¨®tica, nacionalista, de la Thatcher, producida en un momento en que sobre la historia a partir de la segunda guerra mundial el Reino Unido no ha realizado m¨¢s que retiradas imperiales y p¨¦rdida de peso, se traslada f¨¢cilmente a una pol¨ªtica nacional cuyo conservadurismo extremo parece dar un aspecto de orden y de recuperaci¨®n sobre lo que parec¨ªa una desintegraci¨®n de sociedad.
Dentro de la grave crisis econ¨®mica mundial, el Gobierno anuncia disminuciones, quiz¨¢ ilusorias, de los ¨ªndices de paro; reducciones de inflaci¨®n, un cierto comportamiento de la libra frente a las monedas europeas y la agresi¨®n del d¨®lar. Hay menos huelgas, los sindicatos han perdido parte de un poder que estaba superponi¨¦ndose al pol¨ªtico, las empresas colaboran -a cambio de ciertos beneficios fiscales- y la tensi¨®n social est¨¢ m¨¢s contenida. Hay, sin embargo, economistas en el Reino Unido que creen que se trata solamente de una ficci¨®n, de una serie de medidas propagand¨ªsticas y que el verdadero mal de fondo del pa¨ªs no est¨¢ contenido: se atajan, dicen, los s¨ªntomas, pero no la enfermedad. Entiendo por enfermedad la lenta erosi¨®n del desplome de una econom¨ªa colonial, que no ha sido sustituida por otra.
La decisi¨®n de elegir este momento como ¨®ptimo parece indicar que una espera mayor, el aguante de los 11 meses por venir, podr¨ªa entra?ar una situaci¨®n cambiante: que el impulso patri¨®tico de las Malvinas est¨¢ empezando a decaer -es ahora cuando tienen que empezar a pagarse los astron¨®micos gastos- y que el partido laborista comienza a recuperarse. No parece explicarse m¨¢s que por estas sospechas el hecho de que Thatcher interrumpa as¨ª una legislatura en la que tiene 335 diputados sobre 632 (237 laboristas), es decir, una mayor¨ªa absoluta.Las encuestas actuales indican que podr¨ªa mejorar, si se votase hoy mismo, esta mayor¨ªa en, por lo menos, cinco o seis diputados. En porcentaje de votos, los computadores adjudican un 45% a los conservadores (en 1979 obtuvieron el 43,9%) y el 34% a los laboristas (antes, el 36,9%). Es dif¨ªcil que de aqu¨ª al 9 de junio haya cambios muy sustanciales en estas previsiones: aunque queda siempre el factor cl¨¢sico de la sorpresa y lo imprevisible del voto brit¨¢nico.
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